El juego del Rey (realeza imperfecta)

CAPITULO 42

Kilian:

Desearía tener el poder de odiar a esa mujer, desearía tener el poder de simplemente alejarme de ella y no volverla a ver nunca más ¿A quien engaño? La quiero tan cerca mío, la quiero para mí y la tengo para mí.

El juego se acabó y lo perdí desde que comenze a quererla desde que comenze a amarla, ¿Quién iba a querer a una mujer fría y torpe como ella? Yo.

¿Quién iba a querer a una mujer calculadora y sentimental como ella? Yo. Yo lo quise todo de ella, aunque no pudiera demostrar lo que siento con naturalidad como lo hacen los otros hombres que no le temen al desamor con tal de expresarlo tontamente al mundo, yo la quiero y se lo demuestro cuando estoy a solas con ella, cuando el olor de su fragancia llega a mi rostro y aquellos intensos ojos oscuros me miran con un brillo especial.

¿Cuando caí por ella? Me preguntó eso varias veces, esa mujer tan desafiante, aquella que me veía y me miraba a la cara sin miedo alguno, aquella que pocas veces sonreía y se sonrojaba al tenerme cerca.

¿Cuando lo hice? La tome como prometida porque ví el potencial que tiene ella en sus manos, aquello que debe ser controlado y que ella no puede controlar, mi madre busca la forma de activarlo y yo busco la forma de eliminarlo, si lo que hay en ella sale, lo mío saldrá.

Hoy finalmente las palabras salieron de mis labios y mi pecho latió con velocidad al pronunciar la palabra que tantas veces intente suprimir, la quiero. Quiero a esa mujer, la quiero y no puedo negarlo.

Admiro la forma en la que me trata, admiro la confianza que tiene hacia mi, admiro todo lo que me da y aunque no sé lo exprese adoro ser yo quien la haga sonreír.

—Ya eh reservado el hotel.—Bebo la copa de vino mientras miro los reportes en la mesa—¿Puedo saber dónde irán?

—No, ¿Ya tienes lo que pedí?—le pregunto con frialdad, bufa indignado y lo escucho asentir—¿Algo más que me quieras decir?

—Si, que quites la cara de amargado—le dedico una mirada fría y el solo esboza una sonrisa—Tienes prometida y aún no se te quita lo amargado.

—Me pregunto ¿Por qué aún sigues con vida?—cuestiono mirando al techo.

—Tal vez porque..¿Porqué soy tu fiel compañero?

—Ah si por eso—respondo indiferente, jadea desconcertado y se acerca a mi con molestia—¿Ahora que?

—¡Kilian Halmiton tu indiferencia hacia mí me lastima mucho! ¡Diré que eres gay!—levanto la mirada sin inmutarme y asiento con la cabeza—¡Toma mi amenaza como verdad!

—¿Dirás qué nos acostamos y follamos?—inquiero con la ceja levantada hacia su dirección—Hazlo.

Suelta maldiciones en ruso, mientras yo reviso mi teléfono observando memes en el teléfono, entro a galería y aprieto la foto de la pelinegra con vestido, su rostro muestra frialdad sus ojos no tienen brillo, sus labios lucen reseco, se ve molesta.

Paso a la siguiente foto y ahora la veo diferente, en el jardín observa con deseo la pequeña fuente de oro, tiene la moneda en su mano y su mirada luce alegre tiene brillo en sus ojos.

Entro al chat y miro la foto que tiene en su perfil de Whatsapp, un pequeño perro de peluche esponjoso un Husky, no lo pienso dos veces levantó la mirada y miro al rubio al frente mío, quien parece serio.

—Hazme un favor—le ordenó con voz neutra, Serguey se acerca a mi de brazos cruzados esperando una orden—Consigue un Husky siberiano de color gris.

—¿Peluche o real?

—Real, un cachorro—le específico mirando la foto de perfil—Tambien avisa a Sheila que se haga cargo del casino, saldré y no quiero ninguna llamada a mi teléfono al menos que sea urgente.

—Si su majestad—habla con ironía saliendo de un portazo del lugar, centro mi mirada en las redes sociales observando como las personas adolecentes se toman fotos en pareja.

¿Debería hacer eso también?

Frunzo el ceño revisando las fotos, niego con la cabeza descargo Instagram y entro al perfíl que tiene Perséfone, observo la foto que se tomó con su hermana o más bien parece que Freya la obligó a tomarse la foto, Ambas se ven iguales de pie a cabeza pero yo solo puedo reconocer a Perséfone.

A diferencia de su hermana Persefóne posee un pequeño lunar en forma de media luna cerca de su cuello y también en su clavícula que lo distingue de su hermana, también Persefóne mantiene sus labios más delgados que los de Freya algo que no suele distinguirse con facilidad.

Meto el teléfono al bolsillo, y bajo las escaleras echando un pequeño vistazo hacia el lugar, las personas como suelen ser habitual apuestan dinero y juegan sin ser consciente de que pierden parte de su alma debido a la ambición y la avaricia.

Entro al auto mirando por la ventana desabrocho un botón de mi camisa y me siento con las piernas abiertas algo pensativo, algunos minutos observo la hora en mi reloj, le escribo a Persefóne apenas llegó.

La observo salir con la mirada en alto teniendo el teléfono en su mano, su cabello se mueve con cada paso que da y su mirada está clavado hacia el vidrio del auto, esbozo una pequeña sonrisa al verla acercándose.

Está mujer cuánto la quiero.

Mis pensamientos me sorprenden un poco, entra al auto y me mira con frialdad para luego cerrar la puerta, ambos nos quedamos en un silencio cómodo, le indico al chófer que arranque, mientras miro hacia otro lado.

Siento su mano junto a la mía y lo agarro lentamente sabiendo que iniciara una conversación conmigo, volteó a verla sus ojos buscan los míos como siempre suele hacerlo, y yo procedo a hacer lo mismo.

—¿Dónde vamos?—pregunta su voz dulce a pesar de mostrarse neutra tiene una voz que dice lo contrario de ella.

—Cuando lleguemos lo sabrás.—le contesto con voz neutra, mi mirada se dirige hacia sus manos están calientes a diferencia del mío, tan frío como yo.

Estoy seguro que si no me hubieran hecho mierda amaría a estar mujer como se lo merece, siendo un completo idiota que lo grita a los cuatro vientos, pero ese no soy yo y eso no parece molestarle siempre está pendiente de mí.



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En el texto hay: drama, amor, juego

Editado: 30.04.2022

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