El lado oscuro del Rey

Capítulo II: Castillos y cristales

Situación actual: Sentada desde hace una hora.

Mood: Mal, estresada, molesta.

La cosa es sencilla, nos estamos dirigiendo hacia Vancorium, más específicamente a la corte de los vampiros, todos estamos en una camioneta aunque mi mamá la denomino como “limosina” por su tamaño, pero no hago mucho caso de esas cosas porque rara vez las usamos y porque hay cosas del mundo humano que aún no me quedan claras, una pregunta que me llegaba a la cabeza era como los humanos podían estar tanto tiempo sentados, o sea yo ya voy incomoda aunque mis hermanos tampoco hacen muy placentero el viaje.

Lo explicare rápido, mis padres van frente a nosotros, mi mama va en su quinto sueño, por otro lado Edward lleva su cabeza contra la ventana al igual que Lucian y pues Scarlett, la pulga es otra cosa porque sencillamente pensó que mi hombro sería una buena almohada.

–Pensé que estabas entusiasmada por venir– mi padre soltó una pequeña risa burlona pero sé que el siente las nalgas dormidas, justo como yo.

–Nadie me aviso que vendríamos en este cacharro y más que tardaríamos más de una hora en él. – conteste desviando mi vista hacia el paisaje. – tu tampoco te ves muy cómodo.

–Tu mamá pensó que lo mejor era venir aquí por las maletas– mi padre negó con la cabeza.

Nos sumimos en un silencio, el cual no era incomodo, los dos íbamos tratado de ver el paisaje, aunque solo eran árboles.

– ¿a quién se le ocurrió la idea de hacer caminos? – Pregunto de repente, los ojos verdes de mi padre me miran con interés pero a la vez con confusión– me refiero a que los vampiros corren súper rápido, los licántropos corremos y las brujas pueden usar teletransportación.

–La teletransportacion es un poder que no todas las brujas tienen, además de que si lo llegan a usar agotarían tu energía. – explico mi papá, a decir verdad él debería ser mi maestro, explica mejor que mis tutores– los caminos los hicieron las hadas, cosa que les favoreció demasiado ya que es difícil, por no decir imposible, llegar a su corte.

–A menos que vayas con un hada o que ellos te inviten– añado con fastidio– deben de tener algo escondido en esa corte para que haya tanto misterio.

–les gusta su privacidad y normalmente no les gusta estar involucrados en conflictos externos.

–bueno, tengo que admitir que es una buena estrategia. – de repente el paisaje cambia, a mi lado izquierdo puedo ver perfectamente el mar, era bellísimo, digo en Cuxem también había playas pero solo es una mana la que sufre de eso, porque obviamente los licántropos disfrutamos más del bosque. –que hermoso.

El castillo estaba en el alto de una montaña la cual estaba llena de gigante árboles, dándole una vista demasiado bonita.

–Un consejo antes de llegar, pequeña– me dijo mi papá con seriedad– no dejes que un par de candelabros y una vista bonita te deslumbres… porque en ocasiones los murciélagos van vestidos de palomas.

– ¿es un consejo o una advertencia? – susurre para mí misma porque los demás integrantes de mi familia comenzaron a despertar.

–Vaya es precioso. – exclama mi hermana mientras sale del vehículo.

Bajamos de la horrorosa carcacha, pude divisar a cuatro personas, o más bien vampiros, a fuera del castillo y lo único que puedo pesar justo ahora es, si pensaron bien.

Mate

Mi corazón comienza a acelerarse, me tiemblan las piernas y muy apenas puedo caminar hacia ellos.

El olor era inconfundible, ¿musgo de roble? Era un olor… penetrante, es tierra, madera e incluso hierba seca aunque tengo que admitir que tenía algún indicio de algún cítrico, sí sé que sueno demasiado extraño pero su olor es muy sensual, solo espero que él también lo sea.

– ¡pajarito! –exclama un hombre, alto, delgado, sus ojos son pequeños y sus ojos rojos, demasiado risueños y su sonrisa… nunca me había cautivado una sonrisa. –¡Richard! Cuanto tiempo.

Y ahí lo supe, ese hombre, grande, vestido con un traje negro era mi mate. Me controle, una cosa demasiado difícil, pero sería incomodo correr sin motivo hacia esa persona.

–Vladimir, un gusto verte de nuevo– saludo mi mamá, mientras mi padre trataba de no lanzar un gruñido o al menos no lanzarlo tan fuerte. –hola Eleonora cuanto tiempo.

–Aurora un gusto verte– contesta la mujer al lado, del que parecer ser, Vladimir.

La mujer es rubia, alta, con un cuerpo que cualquier hombre caería ante ella, también vestía de negro y sus labios carnosos estaban pintado de un hermoso color rosa.

–Estos deben ser tus hijos– continuo diciendo la vampiresa rubia y ese fue como nuestro llamado para acercarnos más, en cualquier momento me le lanzaría a mi mate– ¡pero mira que grandes son!

–Él es Edward, ella es Anastasia– la forma en que mi mamá dice mi nombre fue demasiado sospechosa pero le quito importancia porque tengo que saludar a la vampiresa, a cual me ve con mucho interés– Lucian y por último la pequeña Scarlett.




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