10 de septiembre
¿Como algo podía cambiar tanto en un día? En un maldito día. Me pregunto mientras estoy de rodillas delante del cadáver de lo que una vez fue mi mejor amiga. Mis manos sueltas a los costados, lágrimas resbalando por mis mejillas y lo peor: Una sonrisa, una jodida sonrisa.
El cuerpo de mi mejor amiga está tan frío, tan dejado, como si todo lo que una vez ella tuvo, se fue.
Como si desapareciera todo lo que ella construyó y derrumbó en años.
Todo cambió el diez de septiembre, un día normal, con una gran actividad. No podía ser un viernes trece, o un nueve de enero.
No, tenía que ser hoy...
…Todo estaba destruido, cuerpos por allá cuerpos por allí, era la única persona, una típica chica de Diecisiete –a punto de cumplir diecinueve el catorce–.En fin era una adolescente.
Todo en mi vida antes era normal; una buena familia, un buen vecino, unos buenos amigos. Y muchas celebraciones. Nada aspiraba a volverse "Cruel" "Hostil" "Malo"
Nada estético, aspiraba a ser así.
Esas palabras no estaban presentes–Todo el tiempo–Nadie fuera de lo común, nadie extraño, en fin, todos nos conocíamos. Sabía de quién comprar, de quién pedir algo por alguna razón, con quién hablar y de quien enamorarme, y eso me bastaba. Eso me bastaba para vivir una vida feliz, para vivir mi historia. Para vivir una de las muchas historias que pasaban con el tiempo. Algunas trágicas otras felices. Y otras… En blanco.
Todo comenzó a las tres treinta y tres de la madrugada, todo dormíamos en el pueblo. Luego de días de celebración la gente se exhaustaba con facilidad.
No diré que escuché ruidos extraños o que vi algo, porque no es así. Yo dormía como todos.
Una gran sirena resonó por el pueblo.
Hallaron el primer cuerpo, no pasó nada, todos volvimos a dormir. En fin, a nadie le importaba…
Luego dos, después tres, seguidamente siete, posteriormente perdí la cuenta.
Ya no quedaba nadie, ni la mujer del panadero, ni mi madre, ni me hermano, ni mi mejor amiga Bia. Ni tan solo el policía.
Eran las siete de la mañana. Diambulába con los ojos rojos, perdida por el enorme terreno.
Mis ojos denotaban cansancio; seguramente tendrian una tonalidad roja, tenía las rodillas magulladas, llenas de raspaduras y zonas rojizas. Todo mi aspecto era dejado. Como si un tornado hubiera pasado por mi. Un tornado directo del fuego. O de algún lugar.
Y quien pensaba que este sería un día feliz. Después de lo que pasó.
El vestido que usaría hoy para la celebración estaba todo sucio, manchado y lleno de rasgaduras.
Me gustó cuando me lo puse por la mañana:
Era por arriba de las rodillas, diez dedos contados por Sophie, la hermana pequeña de Bia. Por los míos eran cinco.
Era de color cian, suave, como una brisa tormentosa, tenía un corte abajo recto, sin elásticos sin nada. Fácil de romper.
Mis hombros sostenían dos tirantes arados al vestido en color blanco.
Su color cian desapareció, ya no quedaba rastro de ese vestido bonito. Solo esa prenda y yo. O más bien la jodida diambuladora del bosque y el vestido cian.
Sudor frío salía de mi frente constantemente, lo peor:
Nadie sabría que pasó en este pueblo, nadie venía aquí. Ahora sólo me tocaba enloquecer. ¿No? La gente sola enloquecía, era como disparar y no sangrar.
Seguí caminando hasta llegar al lago. Su agua era verde azulada. Era amplio y grande. Bastante profundo y con algunos peces. Los más bonitos eran los rojos. No sabías si era sangre o si eran de ese color. Era muy exótico ese color.
Siento que alguien me sigue, siento a alguien persiguiendóme. El agua del lago provoca pequeñas olas, se ve bonito. Algunas rocas decoran el lugar y los árboles hacen profundidad al plano. Solo sé escucha el viento. El aire es seco y fresco. Como si el aire de la nevera chocara en tu cara.
Apenas el cielo se esta iluminando, una tenue luz viene de algún lugar de arriba. Supongo que es el sol dando sus primeros rayos.
Las estrellas siguen decorando y la luna se ve transparentiza. Como si estuviera a punto de desaparecer.
Algunas ramas crujen cerca mío. Me giro sobre mis talones llenos de magulladuras y ampollas. Que duelen suficiente cómo para estremecerme interiormente.
Mis ojos llorosos miran en todas direcciones, nada fuera de lo normal. Parpadeo y me froto los brazos. El frío es notorio, ahora que mi respiración se calma es como alguien azotandáte.
Me acercó balanceandome hacia la izquierda y la derecha varias veces. Es normal, luego de tener cayos y sangre desparramada por mi pie izquierdo y derecho.
Llego hacia donde se escuchó el ruido, con algo de miedo me pongo de rodillas. Mis débiles manos apartan ramas y tierra seca.
Mis uñas se mancharon de tierra, ya no eran las bonitas uñas que tenía yo.
Mi cabello seguía en su posición. Su color castaño muy oscuro, casi negro. Algo húmedo y pesado.
No encuentro nada, solo ramas y tierra.
Seguramente abra sido algun animal nocturno;Figuro.
Ahora sólo me queda levantarme y seguir caminando hacia el pueblo, que espero encontrar en este inmenso y desolado bosque; no tan desolado por todos los cuerpos que lo decoran…
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Nota del autor/a
¡Hola!
Comenzaré con esta historia, tranquilo/a tengo más ideas.
De momento me centraré en esta. Es algo importante.
¿Que les pareció el primer cap?