El legado 2: Tinieblas

10. Nueva familia, nuevos enemigos

NOLAN

Esto no podía estar pasando, no otra vez.

Con el pánico en mi cuerpo, intenté correr hacia mi hermana, la cual acababa de ser disparada. Su cuerpo cayó al suelo, y juro que en ese momento me sentí morir. Alguien me agarró con fuerza, gritándome que parara, que no fuese con ella, pero no podía. No podía abandonarla. 

No me lo perdonaría.

No otra vez.

Reese le dijo algo a Jaden y lo próximo que vi fue que este último estaba al lado de Natalie, presionando su herida para detener la hemorragia mientras con su arma apuntaba a los hombres que tenían delante.

—¡Suéltame! —grité enfurecido y preso del miedo a quien fuese que me estuviese reteniendo—. ¡Déjame ir con mi hermana!

A pesar de mis gritos nadie me ayudó, es más, otras manos se unieron para tirar de mí. Me resistí tanto que lo último que escuché antes de perder la consciencia fue una clara orden de que me durmieran.

 

(...)

 

Mis ojos se abrieron con pesadez, escuchando un cúmulo de voces a mi alrededor. Me sentía perdido, pero sobre todo confundido. ¿Qué había pasado?

Al abrir mis párpados lo primero que visualicé fue la cama en la que me encontraba tendido, dentro de una habitación que no había visto en mi vida. Llevé mi mirada hacia las personas presentes que se encontraban hablando, y solo tuve que encontrarme con la mirada grisácea de James para darme cuenta y recordar lo que había pasado.

—¿Dónde está mi hermana? —cuestioné, levantándome de golpe—. ¿Dónde está?

Reese fue el primero que reaccionó acercándose a mí y empujándome de los hombros para detenerme.

—Tranquilo, Nolan.

—Estaré tranquilo cuando...

Me callé, recordando lo último que había ocurrido.

—¿Por qué me dormisteis? —cuestioné paseando mi mirada por los prsentes hasta clavarla en el ángel. Adey—. Fuiste tú, ¿verdad?

—Era lo correcto —dijo con calma.

—¿Lo correcto? ¡¿Lo correcto para quién!? —exclamé apartando a Reese y levantándome—. ¡Mi hermana estaba en peligro!

—Y si te hubiese dejado ir en su rescate las cosas habrían empeorado. Y bastante más.

¿Quién mierdas era él para decidir lo que debía hacer o no? ¡Había vuelto a perder a mi hermana!

—Escúchame, no he estado catorce años echando de menos a mi hermana para encontrarla y que ahora tú decidas si yo debo permanecer a su lado o no. No eres nadie para decidir qué decisiones debo tomar.

—Tienes razón, pero dime una cosa, Nolan —dijo, acercándose a mí a paso tranquilo—. ¿Qué habrías hecho? ¿Tenías planeado sacarla de allí sin más? 

—¡Le dispararon! ¡Podrían matarla! ¡Ahora mismo podría estar...!

—No lo harán, nadie en su sano juicio cometería tal estupidez.

Aquello lo dijo muy seguro de si mismo, como si el simple hecho de poner a Natalie en peligro fuese un terrible error. No supe qué decir, estaba tan confundido que ni siquiera sabía en qué pensar.

Caminé hacia atrás, mirando a cada uno de los presentes con dolor. El pecho me abrasaba y no sabía si podría seguir respirando en aquella habitación sin...

No podía.

Me di la vuelta rápidamente, me acerqué a la única puerta de la habitación y salí de allí. Caminé con prisa, como si cuanto más rápidas fuesen mis zancadas y cuanto más huyera, más cerca pudiese estar de Natalie. Había muchas personas caminando por los pasillos de aquel sitio.

¿Dónde estábamos y por qué me miraban tanto?

Antes de que me diese cuenta, una mano me agarró del hombro y me hizo girar. Los ojos marrones de Cole me miraron llenos de tristeza, mostrándome un dolor muy parecido al mío, al que yo sentía en aquel mismo momento. Cole me miraba como si de alguna manera sintiese que mi dolor era parte de su culpa.

—Lo siento mucho, Nolan.

—No —negué—. Nada de esto es tu culpa, no eres culpable de que ella....

No terminé la frase, y por su claro nerviosismo supe que él sabía lo que había estado apunto de decir. Con la duda en su mirada, dijo:

—Así que Nora siempre fue Natalie.

—Es irónico, ¿verdad? La he tenido delante mía todo este tiempo y no me he dado cuenta. ¿En qué clase de hermano me convierte eso?

Cole apoyó su mano en mi hombro y me dio un suave apretón en muestra de apoyo.

—Eso te convierte en un hermano que perdió a su hermana hace mucho y que todavía carga con la culpa. Te convierte en alguien con miedo, en alguien dolido.

—Cole...

—Escúchame —su tono de voz fue serio y fuerte—, sé cómo te sientes. Sabes perfectamente que nosotros dos siempre hemos compartido el dolor de perder a alguien tan especial como lo es una hermana, pero ahora mismo no te puedes volver loco, Nolan.

Cole tenía razón. Todos y cada uno de ellos eran como mis hermanos, había algo que me unía de manera individual a cada uno, y aquello que nos unía a Cole y a mí era el sentimiento de perdida de una hermana. Cole fue el que siempre me apoyó y no dudó de mí.

—¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Aceptar que he vuelto a perder a mi hermana?

El negó.

—Tú no has perdido a tu hermana, y estás muy equivocado si crees que Adey la va a dejar tirada con esos monstruos.

—¿Qué me estás queriendo decir?

Ladeó una sonrisa.

—Creo que tengo muchas cosas que contarte. Te has perdido alguna que otra cosilla.

Yo no pude copiar aquella acción. Sólo pude pensar en mi hermana. ¿Cómo estaría ella? ¿Estaría bien?

—Sí. Yo también tengo que contarte alguna cosa.

—Está bien, pero antes de eso, creo que hay alguien está esperando para verte.

Volví junto a Cole a la misma habitación en la que me había despertado con la esperanza de ver a la única persona a la que necesitaba abrazar en ese mismo momento. Tal y como abrí la puerta, mis ojos dieron con ella, y las ganas de llorar como un crío me asaltaron.




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