El legado 2: Tinieblas

11. Juntos

NATALIE

 

Después de deambular por unos cuantos pasillos en busca de Jaden, decidí ir a la última planta para buscarlo en su habitación. Me acerqué a la puerta B3 y llamé. Antes de que abriese ya pude escuchar sus pisadas acercándose.

Su rostro algo cansado pareció despertar cuando me vio ahí delante.

—Hola.

—Hola, ¿puedo pasar?

Entrecerró sus ojos con desconfianza.

—Sólo si prometes que no molestarás.

—Sabes que no puedo prometerte eso.

Con una pequeña sonrisa lo aparté suavemente y me adentré en su cuarto, el cual era exactamente igual que el mío.

—¿Cómo te ha ido el entrenamiento? —pregunté sentándome en su cama, con la mirada fija en él.

—No ha sido exactamente un entrenamiento, simplemente me ha enseñado cómo será y cómo se trabajará. Ha sido aburrido.

—Seguro que todo te parece aburrido.

—No todo.

—Ah, ¿no? —alcé mis cejas.

—No —curvó una comisura que no tardó en bajar. ¿Qué problema tenía con sonreír?—. En fin, ¿cómo te ha ido a ti?

Pensé la respuesta para mí misma, y aquello fue suficiente para bajarme el ánimo. Mi sonrisa desapareció, clavando mi mirada en el suelo.

—Jaden, ¿sabes lo que significa que ahora ambos estemos en Scorpion, ¿no? —él frunció el ceño—. Los enemigos de Elaine ahora son nuestros enemigos. Iras en contra de la felicidad y el bien de tu hermana y tu primo, ¿eres consciente de ello?

Jaden negó con la cabeza, caminó hacia su armario y cogió una toalla. Si su intención era evadir el tema no lo iba a conseguir.

—No quiero hablar de ello.

—Yo creo que debemos hablar de ello —insistí, me levanté de la cama y me acerqué a él—. Aún puedes cambiar de opinión, puedo conseguir que Elaine deje que...

—¡Deja de insistir, Natalie! —exclamó, girándose—. ¿O es que no lo ves? Tomé una decisión, al igual que tú tomas las tuyas. ¿No te ha gustado? Bien, a mí tampoco me ha gustado la tuya pero aquí estamos los dos, cometiendo errores juntos.

Su corazón se había acelerado, su pecho se movía con rapidez. Jaden fue consciente de ello porque suspiró, cerrando los ojos, como si internamente se estuviese regañando por responderme de aquella manera. Me había sorprendido la manera inconsciente en la que nos había metido ambos en el mismo saco. Ese juntos había sonado extraño.

—Perdón —murmuré algo confundida.

—No —negó—, es sólo que...—soltó un suspiro pesado, volviendo a abrir los ojos para clavarlos en mí—. Me tengo que duchar.

Supe captar aquella frase a la perfección, él quería terminar con la conversación y que me fuese, y yo no se lo iba a poner difícil. Asentí entendiéndolo y salí de su habitación sin mirarlo, no podía, y ni siquiera sabía por qué.

Dando cuatro pasos, abrí la puerta de mi habitación con mi llave y entré. Encendí la luz para poder guiarme mejor, me tumbé en la cama boca arriba y me quedé allí, quieta. Conforme pasaron los segundos, el vacío que tantas veces había sentido en mi pecho volvió, pensando en Nolan y en mamá. Ahora que todos los recuerdos habían vuelto no podía pensar en Helen como antes, sino como en lo que era; mi madre.

Sólo esperaba que el error que según Jaden había cometido sirviese de algo más que como decepción. El problema de todo esto es que no había sido sólo yo la que se había quedado, sino Jaden también, y eso quería decir...

—Mierda —jadeé, irguiéndome.

¿Y si Adey volvía a intentarlo? ¿Y si no sólo volvía a intentar rescatarme él sólo? ¿Y si los arrastraba a ellos? ¿Elaine sería fiel a su trato o lo rompería haciéndoles daño? A pesar de que ella había sido el monstruo que no había dejado de rondar en mi vida y de atormentarme, hubo otra persona que en cuanto la pensé, mi cuerpo no pudo evitar tensarse.

Hera.

No sé cuánto tiempo estuve allí tumbada, ni en qué momento me dormí hasta que unos golpes suaves en la puerta de mi habitación me hicieron despertar. Me levanté algo cansada y abrí, encontrándome con Nesha.

—Hola —sonrió—. ¿Qué tal estás?

—Bien —me limité a decir.

Ella asintió con la sonrisa aún en el rostro. Esperó a que dijese algo más, pero al ver que no iba a comentar nada carraspeó y siguió hablando.

—Venía para acompañarte al comedor, ¿te parece bien? Los de la Élite comemos juntos.

—Pero yo no quiero comer con vosotros.

Utilicé un tono de voz cortante y seco que la desanimó un poco. No sabía por qué estaba siendo amable conmigo después de los tantos problemas que les había causado. Pero, sobre todo, si buscaba una amistad no iba a conseguirla, podría ser educada y seguir el trato al pie de la letra, pero no más.

—Ya...sobre eso...—chasqueó la lengua—. Sé que no nos vas a ver como unos amigos o una familia pero siempre se necesita a alguien aquí dentro.

—Bueno, yo no estoy sola. Tengo a Jaden.

Sus cejas se alzaron al mencionarlo y una sonrisa socarrona torció sus labios.

—¿Ese tal Jaden es tu novio?

—No.

—Amed dijo que eráis la pareja más estúpida que jamás había conocido. Creo que le caéis todavía peor que la mayoría de la gente.

Nesha me analizó sonriente, como si por el hecho de que fuese alguien odiosa para Amed ya sumara puntos. Enarqué una ceja, a la espera de que dijese algo más, sin embargo, antes de que hablara salí de mi habitación y cerré la puerta.

—Vamos, guíame. 

Aquello la cogió desprevenida, pero no dudó en adelantarme y mirarme sobre el hombro para asegurarse de que la estuviese siguiendo. Subimos al piso de arriba y fuimos al comedor, cuya puerta era la única de un largo pasillo, puesto que necesitaba de un gran espacio.

Tal y como me esperaba, hizo falta poner un pie dentro para que mitad de los presentes se giraran a mirarme. Gruñí por lo bajo, molesta.

—Es normal —me tranquilizó—. Eres nueva, eso ya te hace alguien interesante, sin hablar de tu popularidad en las cuatro facciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.