El legado 2: Tinieblas

35. Entre la espada y la libertad

NATALIE

 

El sonido de voces resonando en mi cabeza fue lo que me hizo despertar. Sentía todo mi cuerpo pesado y entumecido. Estiré los dedos de mis manos y al instante formé una mueca debido al dolor que me atravesó.

—¿Queréis dejar de gritar? —cuestionó la voz de Cole algo molesta—. Vuestras decisiones no importan nada.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan borde? —ese fue Reese—. Joder, estoy hasta orgulloso de ti.

—Déjate de tonterías.

—Pero yo quiero que Natalie se quede —comentó Alex.

—Da igual lo que tú quieras.

—Cole tiene razón —habló Landon—. Por mucho que lo deseemos todos, es Natalie la que terminara decidiendo. Es ella la que debe elegir.

—¿Elegir estar con aquellos que buscan destruirnos? —preguntó Nolan.

Alguien soltó un suspiro y acto seguido todos se quedaron en silencio. Yo, por mi parte, preferí seguir estando con los ojos cerrados, escuchando la conversación.

—Pero está claro que Scorpion ya no puede cuidar de ella. ¿No lo veis? —ese era James—. No solo ha sido secuestrada y casi asesinada. Ahora Scorpion ha sufrido una gran caída, han perdido poder y fuerza.

—¿Y qué quieres decir con eso? —preguntó Landon.

—Lo que quiero decir, es que si hablamos del bienestar de Nat, estar con nosotros es la mejor decisión.

—¿Veis? —supe que Alex estaba sonriendo.

Otra vez silencio. Había escuchado todas sus voces, pero faltaba una.

—¿Y tú, primito? ¿Qué piensas tú?

—Pienso que si Natalie ha permanecido con vida todos estos años de su vida, podrá seguir haciéndolo. Ya sea con Scorpion o con nosotros —su voz sonó alejada, como si estuviese aislado en una esquina—. Joder, nos da mil vueltas a todos nosotros. Creéis que hay que buscar alguien que la cuide cuando en realidad es ella quien se salva el culo.

Quise sonreír ante la calidez que me hizo sentir su voz.

—En eso lleva toda la razón —Landon habló—. Si hubieseis visto cómo estaba cuando mató a Magnus. Ella...ella...

—Era jodidamente poderosa —terminó James por él—. Jamás había visto nada como lo que hizo. No sólo era ella, era todo su alrededor. Desprendía...

—¿Magia? —preguntó Cole.

—Exacto, magia.

Volvió a reinar el silencio. Podía escuchar todas sus respiraciones, sus corazones, algunos latiendo al mismo tiempo.

—¿Entonces qué pasará? —quiso saber Alex—. ¿Se quedará?

—Alex...—Cole parecía algo cansado.

—Se quedará —dijo Jaden de repente.

—¿Cómo?

—Natalie va a quedarse. 

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó Reese.

—Jaden tiene razón —me escuché diciendo, justo cuando abrí mis ojos.

Al principio todos se me quedaron mirándome con sorpresa, no supe si por haber despertado, o porque no entendieron a lo que me refería. De todas formas, y como esperaba, Nolan se separó de ellos y caminó hacia mí hasta que sus brazos me envolvieron y me abrazó contra su pecho. Sonreí al volver a sentir su tacto y su olor. Mientras, los demás nos observaban sonrientes. Y aunque el que menos sonreía era Jaden, era al que más se le notaba la alegría en los ojos.

Auch —me quejé cuando Nolan apretó más de lo necesario—. Te quiero mucho, pero ahora mismo siento más a mi cuerpo quejarse que otra cosa.

Nolan soltó una risa, cosa que me alivió. Desde la muerte de Helen no lo había escuchado reír. No obstante, tampoco duró mucho cuando de repente adoptó una expresión seria y me miró fijamente. 

—¿Hay algo que me quieras contar? ¿Te hicieron algo? —negué—. Natalie, no me mientas, por favor.

—No te estoy mintiendo. Las únicas heridas que tengo son por haberme resistido. Sin embargo, a todas esas personas...

—Están siendo atendidas con sumo cuidado. La chica con la que ibas también, sus dos acompañantes están con ella.

¿Nesha? ¿Cómo estaría? ¿Estaría bien? Joder, claro que no.

—Necesito verla.

Me erguí para levantarme de la cama pero un latigazo de dolor que cruzó mi espalda me robó el aire.

—No creo que sea muy buena idea eso, Nat —comentó Cole, acercándose—. Vas a necesitar reposo.

—¿Reposo? Tenemos una rápida cicatrización. Nuestras heridas se curan el doble de...

—Sí, sí. Lo sé, Natalie. Pero no sólo hablo de las heridas.

—Necesito ver a Nesha. 

—La chica está bien.

—No, no lo está —dije algo cortante.

Solté un suspiro y me froté la cara. Debía intentar tranquilizarme y aprovechar aquel momento junto a ellos. Mi mirada se enfocó en Alex.

—Debería ser ilegal crecer tan rápido.

—Soy más alto que tú —sonrió.

—Eso es mentira.

A su lado, James negó con la cabeza, queriéndome decir que Alex esta vez tenía razón.

—¿Ves? ¡El mocoso os doblará la altura dentro de poco!

—Eres gracioso, ¿eh? —Reese le dio unas palmaditas en la espalda.

—Gracioso no, es la verdad. Os sacaré una cabeza.

—¿A Reese? —James enarcó una ceja—. A Landon te lo dejo pasar, o incluso a Cole. ¿Pero a Reese? ¿A Nolan?

Alex rodó los ojos y James sonrió divertido, chocándole el puño al pelinegro con el que había decidido aliarse. 

—Bien, ¿y si hablamos ya del tema principal y más importante? —preguntó Landon pasados unos segundos. Todos lo miramos, confuso—. Venga ya, ¿en serio? ¿Soy el único que vio el beso?

En cuanto pronunció aquella palabra, mi mirada chocó con la de Jaden.

—¿De qué beso estás hablando? —inquirió Nolan, frunciendo el ceño.

No, no, no.

—¡Del beso de Natalie y Jaden!

—¿Del beso de Natalie y...? —no tardó en mirarme, fuera de juego—. ¿Natalie? ¿Por qué dice que tú y...ese os habéis besado?

—Ese tiene nombre, ¿sabes? —comentó el susodicho.

—¡Landon! ¡Te dije que hablarían ellos del tema cuando quisieran dar la noticia! —exclamó Cole.

—¿Qué noticia? —Nolan ahora parecía mucho más atento.




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