El legado 2: Tinieblas

36. Nueva convivencia

 

NATALIE

 

Quedarnos en Fénix no iba a ser la mejor opción, pues ahora Nesha, Coe y yo seríamos buscados. Por eso mismo utilizamos el portal. Antes de irnos había hablado con Adey y habíamos planeado todo, nos quedaríamos en una cabaña alejada de cualquier núcleo urbano hasta nuevo aviso. 

En cuanto pasamos el portal nos quedamos frente a la cabaña, era grande vista desde afuera y bonita. Estaba rodeada de árboles y eso le daba un toque todavía más rustico. Desde allí podía escuchar las voces de los chicos. Antes de que entrara, Nesha rodeó mi mano, parándome.

—Natalie.

—¿Qué pasa?

—¿Seguro que esto ha sido una buena idea?

—¿Por qué dices eso ahora? —pregunté confusa. ¿Se estaría arrepintiendo?

—¿Tus amigos saben que Coe y yo...?

Los miré a ambos, se veía a leguas que estaban nerviosos e inseguros. Sonreí con la esperanza de calmarles y coloqué una mano en cada uno de sus hombros.

—Hablé con Adey, él sabe vuestra decisión. La acepta y la gradece, que seamos más sólo nos hace más fuertes.

—No creo que a tus amigos les vaya a agradar la idea, Nat.

—Se os olvida que vosotros también sois mis amigos —aquella simple frase hizo que ambos sonriesen—. Y ahora, vamos a pasar y os voy a presentar al resto. ¿De acuerdo?

Aun con miedo, los dos asintieron. En cuanto abrí la puerta, el bullicio se hizo más fuerte. Los chicos iban de un lado al otro, hablaban y gritaban mientras Adey se mantenía quieto en medio de todos.

—¿Por qué tanto grito?

—¿En serio soportas a este grupo de simios retrógrados? —inquirió Adey al parecer sin ser escuchado por ninguno.

—A mí no me metas en la misma bolsa —comentó Jaden pasando por el medio.

En cuanto me vio me dedicó una sonrisa. Siguió caminando hasta desaparecer dentro de una de las puertas de la cabaña. Mientras, los chicos seguían con sus gritos y con el bullicio de voces. 

—¿Puedes llamarles la atención? Creo que a mi no me harán caso —me pidió Adey algo impaciente.

—¡Chicos! —grité con fuerza, a lo que ellos respondieron callándose y mirándome—. No sé si os habéis dado cuenta de que estoy aquí y tenemos a dos invitados con nosotros. 

Pasaron a fijarse con mayor detenimiento en Nesha y en Coe. 

—Así que chicos, estos son Nesha y Coe. Son hermanos —sonreí—. El rubio de allí es Alex, el más pequeño. El que parece que le va a pegar un puñetazo es James. El pelirrojo es Landon, aunque creo que tú ya lo conocías, ¿no, Coe? —él asintió—. El pelinegro del piercing en la nariz es Reese. Él es Cole y él es mi hermano, Nolan.

Decirles con total seguridad y normalidad que Nolan era mi hermano hizo que sonriese, alegre.

—Y bueno, no hace falta que os presente al ángel molesto, ¿verdad?

—De molesto nada —habló Adey—. De impaciente a ratos te lo permito. 

—¿Entonces se van a quedar? —preguntó James, torciendo el gesto.

—Ya os he hablado de esto —le contestó Adey—. Nesha y Coe han tomado la decisión correcta. Porque confío en que no nos la jugaréis, ¿verdad?

Coe miró de reojo a su hermana, con la intención de que ella contestara a la pregunta.

—No haremos nada estúpido.

—El mundo está lleno de gente estúpida —comentó Reese cruzándose de brazos—. Perdonadnos si no creemos en vuestra palabra.

Nesha enarcó una ceja hacia el pelinegro.

—¿Acabas de llamarnos estúpidos?

—Reese...—le siseó Cole a su lado, advirtiéndole de que no la cagara.

—No te confundas. He dicho que gente estúpida en el mundo hay demasiada. Sólo he mostrado mi creciente duda de que vosotros no seáis dos más.

—Acabas de admitir que los has llamado estúpidos —le susurró Cole.

Reese sonrió.

—¿En serio? No lo sabía.

—Mira, rubito. No he dejado a los míos de lado para que ahora nos vengas a decir a mi hermano y a mí que somos un par de estúpidos. Para empezar, he tomado una decisión y Natalie lo sabe. Por mucho que sobrevalorara mi hogar, crecí con esas personas y ahora las acabo de dejar tiradas. He pasado a ser una traidora, si eso me convierte en una estúpida, bien, lo soy. Pero no te quejes cuando esta estúpida te salve el trasero.

La sonrisa de orgullo que dibujó mi cara fue excepcional. Los chicos se habían quedado entre sorprendidos, y divertidos por la situación. Las palabras de Nesha habían sido capaces de arrebatarle la diversión a Reese y dejarlo callado y pensativo. 

—Me cae bien —murmuró Cole.

—Cállate —le espetó Reese.

—Bien, si ya habéis terminado —comenzó hablando Adey—. Sois diez personas más los niños.

—¿Más los niños? —inquirí, frunciendo el ceño.

—Eso es. Jaden me ordenó de una agradable y amistosa manera que los niños estuvieran con  vosotros. Si no me equivoco se ha ido a ayudarles a dormir.

Me vino a la mente la imagen de Jaden con Axel en brazos y una sensación de ternura me hizo sonreír, embobada. 

—Hay cinco habitaciones. Una está destinada a los niños, así que os tendréis que repartir en cuatro. Tres parejas en tres habitaciones distintas y tres personas en la que quede.

—Pero falta una persona entonces —informó Landon.

—Al final se te van a dar hasta bien las matemáticas, ¿eh? —bromeó Alex a su lado. El pelirrojo intentó agarrarlo pero Axel se apartó de inmediato colocándose al lado de Nolan.

—Estaros quietos —le advirtió por lo bajo.

—Exacto, queda una persona —respondió Adey girándose hacia Nesha y Coe—. Uno de vosotros volverá conmigo a Fénix. Quiero que me deis razones para confiar en vosotros, así que uno de vosotros dos se volverá conmigo. 

Coe nos miró a Nesha y a mí por unos segundos hasta que dio un paso al frente, prestándose él. Si no me equivocaba, lo había hecho para que Nesha no se sintiera sola. 

—Bien —Adey caminó hacia la salida—. Tenéis comida para dos semanas. No sé cuánto tiempo estaréis aquí, de todos modos iré viniendo. Mañana volveré y hablaremos sobre lo que tenemos que empezar a hacer y a preparar. Esto no son unas vacaciones, ¿de acuerdo? —todos asintieron—. Bien, no os matéis entre vosotros. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.