El legado 2: Tinieblas

42. El final de un cuento

NATALIE

 

 

En cuanto decidí estar sola después de darles la noticia, le pedí a Isaac, el amigo de Adey, que me llevara con los niños. Se hallaban en la misma sala de juegos que siempre, pero estaban extraños. En cuanto entré se asustaron, pero al ver que era yo corrieron a abrazarme. Intenté calmarlos, contarles cualquier cosa que les pudiera hacer olvidarse de eso, pero era difícil. Axel se quejaba de la herida de la pierna, era apenas un leve roce, pero le dolía.  

—Los guerreros tienen muchas más heridas que esas, ¿lo sabías?

—Pero yo no zoy un guerrero —sonreí ante la utilización de aquella ceta. 

—¿Ah, no? Porque esa herida a mi me dolería mucho. 

—Duele poco.

—Eso es que eres muy fuerte —dije, acariciando sus rizos negros. 

Sus ojos azules se clavaron en mí. Pensar que él y sus amigos habían sido espectadores de una situación violenta y casi mortífera me hizo replantearme algo que me dolía. Podía intentar hacer algo por ellos, algo un poco egoísta, pero que de momento les sería de ayuda. 

La puerta de la sala se abrió y Nesha y Coe pasaron. Sin embargo, en cuanto los niños vieron a la castaña, comenzaron a gritar, alejándose de ella. Nesha se paró en seco y me miró, rogando ayuda.

—Tranquilos, ella ya está bien. 

—¡Es mala! —exclamó la niña, aterrorizada.

—No os va a hacer daño —miré a Axel—. No es mala.

—No —negó, haciendo un puchero—. No me gusta.

—Pero...

—Mamá...—suplicó cuando Nesha intentó acercarse un poco más.

Aquello hizo que algo revoloteara en mi pecho. Me acababa de llamar mamá...

Viendo que eran demasiado pequeños para entender la situación en la que nos encontrábamos, me levanté y acompañé a Coe y a Nesha hacia la puerta.

—Quedaos aquí jugando. Ahora volveré.

En cuanto cerré la puerta, no pude contenerme, así que les di un fuerte abrazo a ambos. A Nesha por lo que había ocurrido con Agatha, y a Coe por verlo tan pocas veces en aquellas dos semanas. 

—¿Te encuentras bien? —le pregunté a Nesha.

—Siento mucho lo que ha pasado, Natalie. Si pudiera evitar que volviera a pasar lo haría pero... No sé cómo.

—Nesha, lo que ha pasado no es tu culpa. 

—Pero os puse en peligro, a ti, a los chicos y a los niños.

—Pero estamos todos bien. Ahora lo que debemos intentar hacer aunque suene mal es manteneros vigilados a los dos. No sabemos en qué momento os pueden volver a controlar.

Coe asintió, estaba de acuerdo.

—¿Y cómo estás tú? Me explicaron lo sucedido, me dijeron que quedaste exhausta. Antes te estábamos buscando y vi a los chicos tan tristes que Coe y yo pensamos lo peor.

Sonreí con tristeza y sellé mis labios. Al principio ambos esperaron algo, cualquier respuesta, cualquier palabra, pero al parecer mi mirada fue el reflejo de mi alma. 

—¿Qué ocurre, Nat?

No se habían dado cuenta por una simple razón, me había vuelto a tapar el brazo con una camiseta nueva. No quería que los niños me viesen así. Estuve demasiado tentada a contarles toda la verdad, a informarles del poco tiempo de vida que me quedaba, pero para mi mala suerte o no tan mala, apareció Landon por el pasillo. 

—Nat, ¿has visto a Axel por algún lado?

—No, ¿por qué?

—Adey quiere que nos reunamos todos y no encuentro a Axel. Nos quiere decir algo importante. 

—Si quieres ve, nosotros podemos buscarle y avisarle de que vaya.

—No, vosotros también tenéis que venir —le dijo Landon a Nesha.

—¿Nosotros también?

—Por supuesto, sois parte del equipo. 

Los dos pares de ojos grises brillaron, al parecer no se esperaban esa respuesta. Caminamos tras Landon hasta llegar a la sala, donde ya nos esperaban todos, excepto Alex.

—No he encontrado a Alex por ningún sitio.

—Ya le informareis de lo que suceda aquí —dijo Adey, yendo directo al grano.

—¿Y qué es eso tan importante que debíamos saber? —inquirió Reese, cruzándose de brazos.

—Tenemos un topo en Fénix.

Al instante, las miradas volaron y saltaron por todos los presentes. En tan sólo unos segundos la desconfianza creció. 

—No sois ninguno de vosotros. Ya os hicimos una prueba para encontrar cualquier tipo de chip o de GPS y estáis limpios. Scorpion os encontró en el lugar más remoto y no fue por casualidad. Vosotros no sabíais ni dónde estabais, así que vosotros quedáis descartados.

—¿Entonces? —Nolan dio un paso hacia él—. ¿Cómo podemos saber de quién fiarnos?

—De momento sólo quiero que os fieis de los que estamos aquí presentes, de nadie más.

—¿Ni siquiera de Helena? —preguntó Nolan.

Recordé quién era ella y cuál era su lazo con Amed, Nesha y Coe. Estos últimos dos ni siquiera se habían enterado de que ella estaba viva y de que era miembro de Fénix. 

—Ni siquiera de Helena. 

—¿Dudas de ella?

—Ahora mismo dudo hasta de mi sombra.

Adey nos dejó muy claro que no contáramos nada a nadie, ni de Jaden como Lobo Blanco, ni de mí y mis poderes. De absolutamente nada. 

 

 

 

 

(...)

 

 

 

 

 

ALEX

 

El viaje había sido de lo más aburrido, y me habría pegado un tiro ahí mismo si no hubiese sido porque Strich me iba hablando de vez en cuando. Me contó muchas de sus diferentes hazañas, de como le encantaba sacar de quicio a su hermano Will, de su negocio con armas y demás. Me entretenía tanto que me fue inevitable preguntarle lo que le pregunté.

—¿Y tú mano? ¿Cuál es su historia?

Desde que lo había visto por primera vez, su muñón me había llamado la atención. Había pensado en que quizá era así por nacimiento o de que había tenido alguna especie de accidente. 




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