El legado 3: El resplandor

9. Coalición

Narrador omnisciente

 

Jamás Natalie había corrido tanto, o al menos que ella recordara. Jamás se había sentido en la situación de poder avisar de la catástrofe que estaba a punto de venir, porque sí, iban a atacar a Fénix.

Les sacaba unos cuantos metros a Owen y a Jaden, que la seguían casi a la misma velocidad. Cada vez tenía más cerca las luces de Fénix, rodeadas de un silencio sepulcral.

—¡Eh! ¡Natalie! —le pareció escuchar a Nesha no muy lejos—. ¡Natalie!

Pero Natalie no pudo parar ante el llamado de su amiga, sentía que era su responsabilidad avisar con tiempo de lo que estaba a punto de pasar. Jaden, que iba unos metros más atrás se desvió hacia el grupo de Nesha, donde Reese lo fulminó con la mirada.

—¿Natalie está bien? —preguntó Nesha, observando como Natalie corría hacia el edificio—. Hemos visto una luz. Ha cruzado todo el bosque.

—¡Natalie! —escucharon todos gritar a Owen a lo lejos.

—Antes de que digas nada —dijo Jaden, mirando a Reese—. No tengo tiempo para tus quejas, dice Natalie que nos van a atacar.

Jaden no esperó a resolver más dudas, ni de James, ni de Nesha, ni siquiera del enfado de Reese. Se alejó de ellos y empezó a correr.

A una distancia más alejada, Owen sentía que había valido la pena las insistencias de su profesor de educación física, porque de no haber sido por él, no habría podido seguirle el ritmo a Natalie. Sin embargo, la pelinegra, pese a escuchar los tantos llamados de Owen, no pudo dejar de correr. A los primeros que vio en la parte delantera del edificio fue a Nolan, Alex y Cole.

—¡Tenéis que ayudarme! —exclamó ella al borde del colapso.

Su hermano se adelantó hacia ella y la agarró de los hombros.

—¿Estás bien?

—No, Nolan. Van a avenir —explicó con rapidez—. Van a atacarnos. Debemos sacar a toda esta gente de aquí.

Nolan mostró confusión en sus facciones.

—¿Qué estás diciendo? ¿Y Adey? ¿Habéis encontrado a Jaden?

Natalie se alejó de él, pues a su parecer no creía en la advertencia que le acababa de decir. ¿Por qué nadie se daba cuenta? ¿Por qué nadie actuaba? ¿Nadie sentía lo que ella sentía en cada poro de su piel?

Corrió hacia los escalones que llevaban a las puertas de Fénix, pero mucho antes de adentrarse, paró en seco. Levantó sus manos, otra vez brillantes, algo temblorosas y comenzó a negar con la cabeza.

—No —soltó en un jadeo.

Natalie no lo sabía a ciencia exacta, pero lo presentía. Contra más brillaban sus manos, contra más crecía aquel cegante brillo, más cerca estaban. Dejando atrás el aviso de sus manos, se adentró en el edificio. Nolan, Alex y Cole corrieron tras ella, alarmados, seguidos de Owen. Pocos segundos después lograron llegar todos los demás, excepto Adey y el equipo de rastreo.

—¡Natalie! —Jaden corrió hacia ella, deteniéndola en mitad del pasillo—. ¿Puedes explicarme qué está pasando?

—Van a venir —hablaba rápido, estaba nerviosa y asustada—. ¿Es que no te das cuenta? Van a atacarnos, lo presiento.

La pelinegra observó a los demás, que se habían agrupado a su alrededor.

—Veo que ninguno de vosotros me cree. No tenéis idea de la situación que...

—Yo te creo —habló Nolan.

—¿Me creéis? —cuestionó, como si no se lo terminase de creer ella—. Pues decidle a toda esta gente que se arme y que se prepare.

No dudaron ni un segundo, todos se pusieron manos a la obra. Corrieron la voz en apenas unos minutos de que por orden de Adey debían coger armas y prepararse para lo que estaba por venir. Junto a ello, el caos creció poco a poco. El miedo también.

Jaden había sido el único que no se había movido del sitio, no cuando la mirada de Natalie la delataba. Estaba asustada.

—Creo que deberías ir a prepararte —le dijo ella.

Jaden bajó la vista a sus manos brillantes.

—Te tiemblan las manos.

—¿Crees que no lo sé? —dijo, escondiéndolas tras su espalda.

Jaden no la analizaba, aunque pareciera que siempre era así. No la analizaba porque apenas necesitaba hacerlo, la conocía como la palma de su mano.

—Estás asustada —murmuró—. Se me hace raro verte así.

—¿Por qué?

—Porque pocas veces te he visto asustada.

—Quizá es que pocas veces te lo he querido demostrar.

—No se me haría raro. Tiendes a hacerte la valiente.

Natalie dejó pasar aquel comentario. La gente a su alrededor se movía de un lado a otro. Corrían en busca de armamento, se organizaban en grupos para la defensa del edificio. De repente Jaden agarró una de sus manos y comenzó a tirar de ella. Natalie no se resistió cuando la llevó a una de las salas de armamento.

—¿Qué haces?

Jaden agarró una daga, cuyo filo estaba tapado con una funda, y se agachó para escondérsela a Natalie en su bota.

—Viendo que no logras reaccionar, te ayudo.

—No necesito ayuda, Jaden.

—Ya, pues si de verdad van a venir no voy a dejar que salgas sin ninguna arma.

Jaden cogió y preparó una M16 y se la tendió a Natalie. Esta vio como el pelinegro se alejaba un poco para coger algo más.

—Jaden.

El susodicho clavó sus ojos en ella, ayudándole a ponerse un chaleco antibalas.

—No sé si estoy preparada para esto.

—Claro que lo estás.

—Van a matar gente.

Los ojos fríos de él se clavaron en los de Nat.

—En los conflictos bélicos siempre mueren personas. Esa es la sombra que arrastran todas las batallas, la muerte.

Mientras absolutamente todos se preparaban, Natalie no pudo moverse del sitio. Contra más brillaban sus manos, más crecía su angustia y su ansiedad. Escuchó a los chicos gritar y dar órdenes, escuchó a Helena, a Isac. Pero todos aquellos ruidos cesaron en su mente cuando de repente, el brillo de sus manos se apagó por completo. Su cuerpo tenso, se quedó estático, y su respiración se atascó en sus pulmones. Sólo pudo pensar en una cosa: "ya están aquí".



#8231 en Fantasía
#18736 en Novela romántica

En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.