El legado 3: El resplandor

8. Perdidos

NATALIE

 

Tras la comida, tomándonos un pequeño descanso, tocó volver a los entrenamientos diarios. Después de los días libres que me había tomado, Adey me invitó a una de las clases que él daba al grupo más avanzado.

—¿Y qué se supone que tengo que hacer yo? —preguntó Owen acompañándome a la sala a la que debía ir.

—Si Adey no te ha asignado ningún horario lo mejor será que esperes o que le preguntes.

—¿Yo también aprenderé a hacer todas esas cosas que he visto?

—Aprenderás muchas cosas aquí, eso te lo puedo asegurar.

En una de las esquinas nos encontramos a Nesha y a Coe. En cuanto estos me vieron me sonrieron, no sin antes caer en la presencia de mi acompañante.

—Un rostro nuevo —dijo Nesha.

Owen alzó la mano a modo de saludo.

—Os presento a Owen. Él es...era...

—Fuimos pareja hace un tiempo.

—¡Oh! —a Nesha se le iluminó la mirada—. ¿Él es el famoso Owen del que tanto me hablaste?

El pelirrojo clavó su mirada en mí.

—¿Le hablabas de mí?

—Ah...Yo...No me acuerdo.

—Te puedo asegurar de que nos hablaba mucho de ti. Te echó de menos, siempre tenía puesto ese extraño colgante.

Mi cabeza iba de un lado al otro, de Nesha a Owen, de Owen a Nesha. El pelirrojo parecía más ilusionado de lo normal.

—¿Guardaste el colgante que te di?

No respondí verbalmente, llevé mis manos hacia mi cuello y saqué de debajo de la camiseta la piedra verde que colgaba de la cuerda. Owen se quedó mudo, pero sonriente. Sus ojos, conectados con los míos, pasaron por un sinfín de emociones que a simple vista parecieron todas bonitas y alegres.

Carraspeé sin saber muy bien qué decir y me volví hacia ambos hermanos. Coe sonreía con una curiosidad que se vio reflejada en sus ojos grises.

—Ellos son Nesha y Coe. Unos amigos.

—Ha sido un placer conocerte, Owen.

—Lo mismo digo.

Agarré del brazo a Owen, tirando un poco de él.

—¿Tenéis prisa? —cuestionó la castaña.

—Adey me ha pedido que vaya con el grupo avanzado a ver la clase que da.

Nesha miró a su hermano antes de preguntar.

—¿Podemos ir con vosotros?

—Por supuesto.

Cuando los cuatro llegamos a la clase ya iniciada, nos colocamos en una de las paredes de la sala. Adey se hallaba en el medio, con una voluntaria para mostrarles los ejemplos de técnicas que él les estaba enseñando. Mientras, Nesha y Owen hablaban entre susurros. Al parecer se habían llevado bien.

Cuando Adey dejó a su clase para que en parejas practicaran, se acercó a nosotros con una enorme sonrisa.

—Al final has venido.

—¿Lo dudabas?

Todavía sonriente, miró a Owen.

—¿Y tú qué, pelirrojo?

La expresión del nombrado cambió.

—No me has terminado de caer muy bien.

—Las primeras impresiones siempre son erróneas.

—No sabía que dieras clases —comenté yo, con el objetivo de que no hubiese ninguna discusión entre ambos. Nos alejamos un poco de Owen, Nesha y Coe. 

—Imparto clases a varios grupos, y no sólo yo. Tengo unas cuantas personas como maestros en diferentes campos de la lucha, aquí hay gente muy buena.

—No lo dudo.

Observé como en parejas entrenaban, y sin saber por qué, una parte de mí quiso tener algo de acción. Adey pareció darse cuenta.

—¿Te apetecería dar un buen espectáculo conmigo?

—¿Cómo dices?

—Podríamos ofrecerles un ejemplo de pelea. No suelo tener aquí a nadie de mi nivel para enseñarles.

—Yo no sé pelear.

Adey enarcó una ceja, y junto con su sonrisa me hizo ver la estupidez que acababa de decir.

—Estarás bromeando.

—Ya sabes a qué me refiero. Quizá haya recordado, pero no sé.

—Eso se lleva en la sangre, Nat —sonrió—. Tú piénsatelo.

Adey volvió al centro de la sala. Pidió que formaran entre todos un gran círculo y sacó a un joven al centro. Empezaron a enzarzarse en una pelea donde sus puños no llegaron a tocarse, pues el objetivo era que los demás vieran los errores que cometía el chico, los cuales no eran muchos. Me sorprendió saber y reconocer las malas posiciones que hacía el joven con su cuerpo. 

De repente me encontré con que todos aquellos alumnos de diferentes rangos de edad me estaban mirando. Alguien me dio un suave golpecito por detrás para que me acercara a Adey, supuse que fue Nesha.

—¿Te atreves? —inquirió Adey.

No sabía ni a qué se refería ni por qué me estaban mirando tantas personas a la vez, pero aún así me acerqué. Todos los presentes se alejaron hasta estar pegados a las paredes para ofrecernos más espacio.

—¿Qué está pasando? —le pregunté en un susurro.

—¿No te has enterado? Perdón, es verdad, de tanto mirarme creo que te he dejado algo confundida.

—Ni siquiera te miraba, imbécil.

Adey soltó una risita.

—Vamos a ofrecerles un espectáculo.

Al instante me tensé.

—Te he dicho que no sé.

—Confía en mí, ¿vale? Si veo que es verdad lo que dices, pararé.

Miré a mi alrededor. Nesha y Coe parecían esperar ansiosos, mientras que Owen parecía no tener idea de lo que iba a pasar.

—¿Por qué tan insistente en esto? —le pregunté a Adey.

—Porque confío en ti.

Tras decirme eso se alejó unos cuantos pasos y empezó a dar vueltas a mi alrededor.

—Cuando quieras. ¿O deseas que empiece yo?

No tenía ni idea de quién quería que comenzara. Mi cerebro se desconectó del todo y mi cuerpo se relajó. Estiré los dedos de mis manos.

—Adelante —dije, invitándolo a comenzar.

Adey me ofreció una sonrisa divertida antes de dar el primer paso. Agaché mi cuerpo para esquivar el golpe que iba directo a mí. Mi sorpresa fue notoria en mi rostro, pero no en el de Adey, más bien era orgullo, que fue aumentando contra más ágil me movía a la hora de esquivar todos sus golpes y técnicas.



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En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

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