El legado 3: El resplandor

10. Después de la catástrofe

Narrador omnisciente

 

El grito lleno de rabia y de ira sonó en todo el edificio. La joven no se atrevió a alzar la cabeza y mucho menos a mirar aquellos ojos.

—¡Hazlo otra vez! —exigió a gritos.

—Señora...—la joven no se atrevió a alzar mucho la voz.

—¡Hazlo!

—Ya se lo he dicho —tartamudeó—. No puedo ver nada. Creo...creo que los han...

—¡Eso es imposible!

Hera se acercó a ella de forma peligrosa, le agarró del rostro de forma brusca y la obligó a mirarla a los ojos.

—Vuelve a conectar con la mente de alguien, me da igual quién —ordenó en un susurro letal.

La joven cerró los ojos, parecía querer llorar.

—Señora...

Hera miró a uno de sus hombres, y con una mirada silenciosa le ordenó acercarse y apuntar a la chica. La joven, en cuanto sintió el arma tocar su cabeza, abrió los ojos.

—Por favor —suplicó.

—Hazlo —exigió nuevamente.

A la joven se le comenzó a acelerar el corazón.

—Se lo he dicho...no miento. Ella...ella...—tragó saliva—. Los ha matado a todos.

La sangre de Hera se heló, y no por miedo, no por temor, sino por la rabia, por la ira que le hacía saber que nuevamente, había perdido.

—¿Ella?

—Esa chica —respondió rápidamente—. La hechicera.

Hera respiró hondo. Apretó sus puños, la sed de venganza la estaba consumiendo. Si esa estúpida niña lograba vencerla...

—¿Cómo es posible? —inquirió el chico que sujetaba el arma.

Hera le lanzó una mirada mortal.

—¿Acaso te he dado permiso para que hables, Jacob?

No respondió, no pidió perdón, tan sólo se quedó callado. Hera volvió a mirar a la joven.

—Y ahora dime, ¿cómo los ha matado?

—No lo sé.

—¿No lo sabes? —inquirió, clavando sus dedos en el rostro de la chica.

Ella negó, asustada. A Hera se le acabó la paciencia. Soltó su cara bruscamente y se dio la vuelta. Todos en la sala observaban la escena callados, tensos.

—Sólo dime una última cosa —dijo de espaldas a ella, con la vergüenza de escuchar la respuesta—. ¿Estaba Amed en esa lucha? ¿Lo viste matando a alguno de los nuestros?

Silencio. La joven comenzó a temblar y el chico le dio un suave empujón con el arma a su cabeza para que se diera prisa en responder.

—Sí —dijo finalmente.

Esa simple afirmación fue suficiente para Hera. Con la vergüenza recorriéndole las venas, se giró hacia su hombre, que apuntaba a la chica y dijo:

—Mátala.

—¿Qué? —exclamó ella—. ¡No!

Pese a su intento de huida, no pudo escapar de su desgraciado futuro. Mucho antes de que llegara a la puerta de la sala, la bala ya había atravesado su cabeza. Hera se quedó en silencio, mirando el cadáver que ahora se hallaba en el suelo.

—Ese es el futuro que os espera si no acatáis mis órdenes, o si osáis, aunque sea una vez, contradecirme. No caeré nuevamente en el error de no acabar yo misma con la vida de todos esos miserables que me la han jugado —pasó a mirar los dos hombres que custodiaban la puerta—. Apartad el cadáver de mi vista y traedme a las brujas.

Cuando se fueron, Hera se acercó a Jacob. Tras la muerte de Agatha lo había nombrado su mano derecha, pero ni de lejos su trato con él iba a ser como el que había tenido con Agatha. Agatha tenía potencial como bruja, pero sobre todo experiencia. Sin embargo, y aunque ese chico no cumpliese con las mismas características de Agatha, tenía maldad en la mirada. Además, debía tener alguien que le fuera completamente fiel a sus pies, y ese era aquel patético chico.

—Dime, ¿has vuelto a recibir algún tipo de información?

Jacob negó.

—Aunque dudo que haya salido bien. Si lo que decía esa chica es verdad y los han matado todos, es imposible que hayan podido raptar a ese chico.

Hera sentía que si le hervía la sangre un poco más terminaría estallando. Primero había sido la espada que habían creado, arrebatada por Fénix. Y después el intento fallido de intentar hacerse con...

—Jaden —dijo él.

Hera enarcó una ceja.

—Se llama Jaden el chico que buscas.

—Me da igual cómo se llame. Sabes bien quién nos ha informado de que ese chico tiene algo que ese patético ángel de Fénix no quiere perder. ¿Y sabes qué significa eso? Que entonces nosotros también lo queremos.

Jacob asintió.

—Lo sé. Pero lo que quiero intentar decirte es que lo conozco. Conozco a toda esa familia. Tenía contacto con ellos en Mynster.

Aquello interesó más de lo necesario a Hera.

—¿Es cierto lo que me dices?

—Por supuesto. En un pueblo pequeño todo el mundo se conoce —sonrió él.

Hera maquinó cualquier plan en el que pudiese aprovechar aquel factor. Sin embargo, cuando llamaron a la puerta y supo que le traían a las brujas, se desentendió.

—Esperaré información de los próximos movimientos de Adey y te mantendré al tanto. Quizá me puedas servir de algo fuera de aquí.

Jacob le ofreció una sonrisa petulante.

—Será un placer.

 

 

(...)

 

 

JADEN

Nadie había dejado de hablar de Natalie tras lo ocurrido. Yo no había estado presente en el momento en que todo ocurrió, pero según decían, Natalie fue capaz de convertir en simples cenizas a todos los enemigos. Su nombre estaba en boca de todos, y no me extrañaba, no había día que Nat no resaltase entre los demás. Necesitaba hablar de ella, preguntarle qué había ocurrido, pero mi estancia en la enfermería no me lo permitía.

—Levántate sólo —me ordenó Cole, alejándose de la cama.

Me puse en pie lentamente, las heridas todavía me dolían pero, sobre todo, me dificultaban moverme rápido.

—¿Cómo te sientes?

—Como si me hubieran pegado dos tiros.

Cole se cruzó de brazos, serio.



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En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

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