El legado 3: El resplandor

11. Señales

NATALIE

 

Un ligero movimiento me hizo despertar de mi profundo sueño. Acomodé mi mano, que se hallaba sobre una superficie dura. Cuando abrí mis ojos para ver dónde estaba, recordé lo ocurrido por la noche.

Mi mano seguía sobre el abdomen duro de Jaden mientras que mi cabeza descansaba en su hombro. Lo escuchaba respirar, su pecho subía y bajaba con calma. Intenté erguirme con cuidado, separándome de él pretendiendo no hacer ruido. Cuando observé su rostro dormido, mis ojos no pudieron despegarse de aquella tierna imagen.

Jaden se solía mostrar como un hombre serio, de pocas palabras y algo distante. Sin embargo, yo lo había visto mostrándose divertido, egocéntrico y preocupado. Preocupado por mí. Jamás pensé que ver a alguien durmiendo se me haría tan bonito como cuando mis ojos lo analizaron. Estaba tan sereno y calmado que no quería despertarlo.

Tenía la boca algo entreabierta, con aquel arete en el labio. Sus párpados, sus pestañas. Su piel blanca y tersa. Lo que más me llamó la atención fue ver las raíces de su cabello blancas, algo de lo que no me había percatado antes.

Estaba tan embobada que ni siquiera reaccioné cuando escuché a James despertándonos a todos a gritos mientras aporreaba las puertas de todas las habitaciones. Jaden frunció el ceño, con los ojos todavía cerrados y se removió en su sitio. Su mano derecha, que descansaba bajo su cabeza, la movió hasta su cara. Se frotó los ojos y después echó su cabello hacia atrás. Abrió los párpados y me miró frente a él. Le costó darse cuenta, pero finalmente reaccionó cuando abrió los ojos todavía más.

—Con que sólo un rato, ¿eh? —dije sonriendo.

Jaden no se lo tomó demasiado bien porque al instante se movió hacia un lado para levantarse de la cama.

—¿Huyendo?

—Nos estaban llamando, ¿no? —dijo secamente.

—¿Te pasa algo conmigo?

—No, Natalie.

Caminó hasta la puerta para abrirla y salir. Salté de la cama y fui tras él para salir de la habitación, encontrándonos ambos a Nesha de frente, quien nos miró...¿sorprendida?

—Oh, no —dije al instante en el que pude leer su mirada.

—¿Vosotros...?

—Nosotros nada —le espetó Jaden un tanto malhumorado.

El pelinegro no tardó en irse al piso de abajo. Nesha me miró, confusa.

—¿Le pasa algo?

—Ojalá pudiera responder a tu pregunta.

Bajé junto a Nesha hacia el salón, donde al parecer ya nos esperaban todos despiertos. No pasé por alto como Cole parecía esquivar las miradas que le daba Nesha. Jade pasó al lado del castaño para coger un vaso de uno de los armarios, y algo vio Cole que le hizo mirar al pelinegro.

—¿Jaden? Date la vuelta.

—¿Qué quieres? —inquirió en un tono cansado sin hacerle caso.

—Tú sólo gírate.

Terminó complaciendo sus deseos. Cuando se giró, Cole se acercó a él y observó algo de su abdomen.

—¿Y tu herida?

—¿Qué le pasa a mi herida?

—Que no está.

Efectivamente, no quedaba ni rastro de la herida de Jaden en su abdomen, ni una mísera cicatriz. Tocó la piel de aquella zona, confuso.

—Los licántropos cicatrizáis rápido, ¿no? —le preguntó Nesha a Cole desde el otro lado de la mesa.

El castaño no la miró.

—Es imposible que esa herida cicatrizara tan rápido. Ni siquiera ha dejado marca. Nada.

Alex y Reese que estaban sentados en el sillón, se giraron para observar la escena.

—Quítate los pantalones —le ordenó Cole a Jaden.

—¿Qué?

—No te imaginaba tan travieso —canturreó Landon.

El pelirrojo, que se hallaba junto a Coe, ambos comiendo cereales, le sonrió a Cole. Coe negó con la cabeza ante la divertida situación.

—No me voy a quitar los pantalones —dijo Jaden, llenando su vaso de café.

—¿Puedes mirar si la herida de tu pierna también ha desaparecido?

Dejó el vaso a regañadientes y separó la tira de sus pantalones para mirar. Metió su mano y tocó la parte de arriba de uno de sus muslos.

—No hay nada —confirmó.

Observé la escena en silencio, al lado de Nesha, que también parecía bastante intrigada. Jaden se apoyó en la encimera, con la vista en el suelo, pensativo. Cole lo seguía observando sin entender absolutamente nada. Pasados unos segundos, Jaden alzó la vista y me miró directamente a mí.

—Has sido tú.

Todos giraron sus cabezas hacia mí.

—¿Yo?

—Sin ser consciente, pero sí. Has sido tú.

—Yo no...

—Hemos dormido juntos, Nat —en cuanto dijo eso, Landon dejó de masticar los cereales de su boca, como si no quisiese hacer ruido para estar lo más atento posible—. Quizá no te has enterado de que me has curado las heridas pero estoy casi seguro de que has sido tú. ¿Quién sino podría hacerlo?

Tras un largo silencio, Amed apareció, entró por una de las puertas corredizas que llevaban al exterior y se apoyó en el cristal, de brazos cruzados.

—Supongo que Adams tiene razón. Visto que eres la gran hechicera, no creo que otra cosa lo haya podido sanar.

—Pues entonces cerramos el caso —sentenció James—. No le deis más vueltas.

Me hice un sitio en la mesa junto a Nesha y desayunamos junto con los chicos. Cuando hube terminado y tras repasarlos a todos, caí en la ausencia de uno de ellos.

—¿Dónde está Nolan?

Por algún motivo, vi rostros cambiar de expresión. Respondió Alex desde el sillón.

—Está fuera. 

Debido al drástico cambio del ambiente, salí fuera a buscarlo. Rodeé la casa hasta dar con su figura a lo lejos, frente a una...Espera, ¿frente a una lápida?

—¿Nolan? —dije cuando llegué hasta él.

Mis ojos viajaron hasta la lápida, leyendo el nombre de Helen Baker. Oh, Nolan...

Toqué su brazo en señal de apoyo. Sabía que todavía estaba combatiendo la pérdida de su madre. De nuestra madre. Todavía se me hacía raro pensar en eso.



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En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

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