El legado 3: El resplandor

23. Anhelos profundos

JADEN

 

La luz de la mañana que se coló por la ventana fue la molestia que me hizo despertarme. Los rayos del sol me dieron directamente en los ojos cuando los abrí, y eso me hizo volver a cerrarlos, molesto. Palpé la otra mitad de la cama, buscando el cuerpo de Natalie, pero no lo encontré. Su lugar todavía estaba caliente, pero no estaba ella.

Abrí los ojos y esta vez esquivé la luz del sol para poder enfocar mi vista. Natalie estaba frente al ventanal de nuestra habitación, mirando en silencio las calles de París. Sonreí cuando vi que llevaba puesta una única camiseta para taparse, y era la mía.

Me levanté, rodeé la cama y me acerqué a ella. No reaccionó ni siquiera cuando pasé mis brazos por su cuello y acerqué su espalda hasta que tocara mi pecho y abdomen. Algo me decía que su mente estaba en las nubes. En vez de insistir para que me dijera qué le pasaba, me uní a su silencio, y contemplé junto a ella el tránsito de la calle que teníamos enfrente.

—Esto es una locura.

Observé a una pareja despedirse con un beso antes de que ambos siguieran caminos diferentes.

—¿A qué te refieres?

Soltó un pesado suspiro antes de llevar su cabeza hacia atrás para apoyarla en mi hombro.

—A mi vida —respondió con un tono de voz suave—. Mi vida ha sido siempre una locura y no sé por qué me sigo sorprendiendo. Quizá estoy acostumbrada a las locuras malas y no a las locuras como estas. Se me hace sorprendente pensar en cómo ha cambiado mi vida en menos de dos años.

Sin duda, el giro que había dado su vida había sido brutal. Pasó de vivir entre cuatro paredes, en la oscuridad de aquella central, a conocernos a nosotros. A vivir con siete chicos caóticos. Me arrepentía de haberla juzgado tan rápidamente y de haber desconfiado de ella desde el principio. Si hubiese intentado conocerla, indagar sobre ella, hacerlo bien, quizá nosotros hubiésemos tenido mucho más tiempo.

De todas formas agradecía a Ámbar y a Cloe por haber sido su soporte y su apoyo en los momentos más difíciles de su vida. Me aliviaba saber que, pese a todo lo que sufrió, tuvo dos vías de escape, dos chicas que le ayudaron a levantarse. No llegué a conocerlas, pero aún así, tenía un profundo sentimiento de agradecimiento hacia ellas.

—Algo me dice que no estás todo lo feliz que podrías.

—Este cambio en mi vida ha sido sin duda mágico y maravilloso. Ha sido mi mejor regalo poder conoceros, habéis sido mi salvación cuando menos quería luchar, y lo que he vivido con vosotros no lo cambiaría por nada del mundo. Pero —gracias a su reflejo en el cristal vi a duras penas como su expresión se sumía en la tristeza— aunque soy infinitamente feliz, no puedo dejar de pensar en ellas. Aunque no lo parezca, siempre han estado presentes para mí.

No era momento de hablar, era momento de que ella se desahogara. Besé su cabeza y Natalie agarró mis manos entrelazadas sobre su pecho con fuerza.

—Ellas merecían esto mucho más que yo. Merecían vivir esto conmigo, Jaden. Ellas no debieron morir, ni siquiera debieron vivir lo que yo. Se merecían cada maldito segundo de felicidad que he vivido con vosotros.

Su cuerpo se sacudió contra el mío cuando no pudo contener más su llanto. Si el dolor de verla así fuera físico, estaba seguro de que se habría visto mi pecho resquebrajándose, sangrando, mostrando un vacío en su interior. Era insoportable aquel dolor.

Agarré sus hombros y le di la vuelta hacia mí. No se avergonzó de mostrarse tan vulnerable ante mí, no apartó la mirada ni rehuyó de mi tacto. Mantuvo su mirada sobre la mía. Tomé su rostro entre mis manos y pasé mi dedo pulgar sobre la cicatriz de su ojo derecho, como si de ese modo pudiese borrársela y eliminar el dolor que le supuso que le hirieran de esa forma.

—Quiero que, de ahora en adelante, cada vez que quieras hablarme de ellas, lo hagas. Quiero que me cuentes todo lo que has vivido con ellas, los momentos tristes y los momentos felices. Quiero que, cuando hables de ellas, sientas de alguna forma que ellas también están a tu lado, escuchando todas vuestras historias y vuestras aventuras. Quiero que te rías de vuestras bromas, y que si lo necesitas, llores también. Recordar a las personas y hablar sobre ellas es la forma más bonita de mantenerlas con vida, Natalie.

Su barbilla temblaba tanto como su cuerpo. Asintió con la cabeza mientras las lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas rosadas.

—Sigue...—jadeó, llevándose una mano al pecho— Sigue doliendo mucho.

Inconscientemente pensé en mi madre. En lo mucho que la quise y en el poco tiempo que tuve junto a ella. Pensé en todo lo que nos había quedado por vivir juntos. Porque aunque recordara su olor, o las galletas que siempre me horneaba, ya no recordaba su sonrisa. Cada vez que entraba en pánico al no tener una imagen clara de su rostro, recurría a una de las pocas fotos que tenía con ella. Luego recordaba que, pese a que habíamos podido pasar tiempo juntos, no pude conocer a mi madre. Sólo mantenía en mi cabeza la idealización de una madre por parte de su hijo. Esperaba tener de ahora en adelante la valentía de preguntarle a mis tíos más sobre mi madre, algo de lo que siempre hui por miedo al dolor. Y sobre todo por la culpabilidad.

Abracé a Nat con la necesidad de que mis brazos pudiesen hacer desaparecer su dolor aunque fuera por unos segundos. Hundió su cara en mi pecho y se dejó llevar por las lágrimas.

—Estoy seguro de que están orgullosas de ti. Y de que no cambiarían nada de lo vivido contigo —susurré, como si mi voz pudiera romperla.

Aunque verla así me rompía, creo que le vino bien. Ella necesitaba llorar, llorar todo lo que no lloró con anterioridad. Necesitaba un descanso para poder bajar la guardia y desmoronarse.

Las más grandes y poderosas murallas no lo fueron sin antes ser destruidas. Porque en eso se basaba la vida y el dolor: en una muralla, en las constantes caídas de sus muros. En ser destruida y volver a construirse, pero cada vez mejor. Cada vez con menos puntos débiles.



#8222 en Fantasía
#18693 en Novela romántica

En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.