El legado 3: El resplandor

25. Judyk

Cada vez más personas seguían los pasos de Natalie. Habían decidido no esperar, por lo que los primeros portales que conectaban con muchas de las bases ya se comenzaron a abrir. Cada vez más gente armada iba conformando la masa de hombres y mujeres que pelearían.

Natalie no dejaba de observar la espesa niebla rojiza que cada vez parecía descender más. Llevaban quince minutos avanzando por senderos y subiendo pendientes. Su objetivo era un conjunto de montañas que Nat había visto a lo lejos.

Ella no conocía cada tramo de Judyk, sólo era capaz de recordar el gigantesco valle rodeado de cordilleras y montañas que había visto cuando desbloqueó el libro. Tal y como aquel valle, la tierra que pisaban era granate y las hierbas rojas. Todos los que comenzaban a aparecer en Judyk mostraban su asombro por aquel mundo.

—Tú has estado aquí, ¿no? —cuestionó el general Davis a su lado—. ¿Sabes hacia dónde debemos dirigirnos?

¿Cómo podía decirle Natalie que ella sabía lo mismo que él? Lo único que estaba utilizando era su instinto y, sobre todo, intentaba reconocer las corrientes de magia que fluían por el aire. Sentía en su cuerpo la magia, eran como riachuelos de diferente procedencia, algunos más intensos y otros más débiles. Había uno que destacaba por encima de los demás. Una corriente de magia que parecía tirar de ella a cada paso que daba.

—Yo no tenía ni idea de que llegaríamos a Judyk a través del mar.

—No tienes ni idea del camino —confirmó el general.

—No me subestimes, general Davis —Natalie lo miró de reojo—. Subestimar es un gran error.

—Descuida. Ya lo hice una vez, no volverá a pasar. Confiamos en ti, hechicera.

Natalie se mordió la lengua para evitar decirle que no la llamara así, que al igual que él, ella tenía nombre. Soltó un bufido cuando el general Davis se reunió más atrás con uno de sus hombres. Escuchó a los chicos acercarse cada vez más a ella.

—Sigo pensando que estamos en Marte —soltó Landon.

—No digas chorradas —le dijo Cole.

—¿Y si hay extraterrestres?

Natalie estaba demasiado concentrada como para reírse de las ocurrencias de Landon. A su lado apareció entonces Jaden, lo supo sin siquiera mirarle.

—¿Cómo vas?

—Siento que estoy cargando con demasiado peso ahora mismo.

—No te machaques.

—Jaden, no tenemos tiempo. Estoy intentando seguir el rastro.

—¿Entonces sabes el camino?

Natalie negó con la cabeza.

—No lo sé, pero lo siento. Percibo una corriente de magia muy poderosa, y si no me equivoco —señaló las montañas a lo lejos— allá es adonde debemos ir.

Escuchó el suspiro pesado y sonoro que Jaden dejó escapar y entonces le miró. Sus facciones estaban tensas, su mirada fija en algún punto a lo lejos. Parecía nervioso. Se acercó a él y agarró su mano para brindarle algo de tranquilidad. Jaden no dijo nada pero agradeció aquel gesto.

Un par de metros más atrás, Cole miraba el cielo, embelesado por aquella extraña niebla. Nolan, que caminaba a su lado, siguió su mirada.

—Te vas a hacer daño en el cuello como sigas así —frunció el ceño—. ¿Qué miras?

—La luz. Hay muy poca.

—Estará anocheciendo.

Cole negó con la cabeza. Observó la esfera de luz que pese a estar escondida por las nubes y las nieblas, se notaba en el cielo. Notó algo extraño.

—Un eclipse.

—¿Qué?

—Parece que va a haber un eclipse.

Adey caminaba no muy lejos de ellos, así que pudo escuchar claramente la conversación de Cole y Nolan. Si alzaba su mirada al cielo y se esforzaba en visualizar el sol podía confirmar que sí. Cole parecía tener razón.

Adey se hizo a un lado para analizar los hombres que cada vez se iban sumando. Observó a una chica colocar un nuevo portal, por el cual aparecieron más personas. Muchos traían más armamento para repartir. Cada vez eran más.

—Oye, ¿y tú has vivido alguna vez algo como esto? —le preguntó Landon a Coe. Los dos caminaban apartados de los demás—. Sé que estás mucho más entrenado que yo, ¿pero te sientes preparado?

Coe no pudo hacer más que encogerse de brazos. Landon echó de menos en esos momentos el móvil que Coe utilizaba para comunicarse con él.

—Si pudiera lucharía a tu lado —Coe fijó sus ojos en él—. Pero le prometimos a Natalie que nos mantendríamos juntos en un lugar apartado. Esa era su condición.

Coe volvió a mirar al frente. Landon observó que cada vez estaban más cerca de llegar al lugar donde Natalie pensaba que se desarrollaría la batalla.

—¿Crees que Natalie se enfadaría si abandonase mi lugar? Podría ayudarte a...

Antes de que terminara la frase, el cuerpo de Coe se movió rápido para cortarle el paso. Landon no pudo evitar chocarse con él. Se quedaron tan cerca que fue inevitable para el pelirrojo no pensar en el beso que Coe le había dado.

El castaño lo miró ceñudo, casi enfadado. No le costó entender que aquella reacción se debía a su intención de querer ayudarlo de la mejor manera posible.

—Está bien —cedió—. No lo haré. Sólo había sido una ocurrencia.

Coe se mantuvo quieto en su lugar mientras las personas los rodeaban para continuar el camino. Se estaban quedando algo atrás.

—¿Qué quieres que haga? ¿Que te lo prometa?

Coe asintió.

—Está bien —rodó los ojos—. Te prometo que no lo haré, ¿contento?

Aunque eso fue todo lo que Coe necesitó para estar algo más tranquilo, no pudo abandonar su gesto enfadado. Tras repasar a Landon, volvió a colocarse a su lado y le agarró de la mano con la excusa de tirar de él para ir más rápidos y volver a colocarse de los primeros. Cuando llegaron con los demás Coe no le soltó.

Unos metros más adelante, Reese no dejaba de mover su cinturón. Era la primera vez que tenía en él tantas armas y no estaba acostumbrado. El peso que colgaba de su cintura comenzaba a estresarlo.



#8212 en Fantasía
#18654 en Novela romántica

En el texto hay: profecia, magia, ellegado

Editado: 07.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.