El legado: A oscuras

Capítulo 1

Conduciamos tranquilamente por la autopista mezclándonos con otros coches. Era raro ver a más gente pues me había pasado casi toda la vida al lado de los guardias de aquel lugar.

Paré el coche al ver que había un atasco. Me miré por el espejo retrovisor y abrí los ojos como platos. Hasta ahora no me había fijado ni preocupado por cómo estaría mi rostro después de nuestra pelea fingida, y la verdad es que estaba fatal. Tenía dos cortes en la mejilla derecha y la nariz me sangraba. Mi labio estaba partido y seguramente se me estaba empezando a hinchar el ojo izquierdo. 

Me giré a un lado para mirar a la pelirroja y gruñí.

—¿Enserio Ámbar? ¿Hacía falta meterse tanto en el papel? —señalé mi cara.

Pareció sorprendida ante mi pregunta, pero al momento sonrió avergonzada, seguramente por el estado de mi cara.

—Lo siento, creo que quizá sí que me he pasado. Pero he de decir que he sido más buena que tú.
Negué con la cabeza con aire divertido y sonreí. 
Ella tenía razón. Cuando fingí nuestra primera pelea me pasé. Me pasé bastante. Le rompí el labio, la nariz y le dejé ambos ojos morados, sin hablar de su oreja izquierda sangrando y su mano rota. 

Pasaron unos minutos y seguíamos en el mismo sitio. No avanzábamos, y eso me estaba poniendo nerviosa, sentía que en cualquier momento podrían capturarnos  y llevarnos otra vez al mismísimo infierno.

Saqué la cabeza por la ventanilla y vi a unos policías pasando un control.

—Oh mierda. Ámbar cambiame el sitio. 

—¿Por qué?

—Por que sí, corre. 

Me puse en el asiento del copiloto y Ámbar en el del piloto. Pero aún así el policía me podría ver...

—Cloe, ponte mejor aquí.

La castaña no rechistó y nos cambiamos de sitio.

—¿A qué viene esto? —quiso saber Ámbar mientras me acomodaba en los asientos de atrás.

—Hay policías haciendo unos controles, y como me vean con la cara que llevo sospecharan algo y súmale a eso los cristales de las ventanillas. Creerán que somos unas asesinas o vete a saber qué. 

Fuimos avanzando poco a poco hasta que un policía nos hizo parar. Era bastante alto, por lo que se agachó para mirar a Ámbar.

—Buenos días, señorita.

—Buenos días, agente —sonrió nerviosa.

No hacia falta decir que tenía a ese agente en el bote. La belleza de Ámbar era envidiable. Su pelo rojizo caía como una cascada sobre su espalda en forma de espirales, sus facciones eran finas y perfectas, al igual que sus pómulos. Eso sin hablar de sus ojos color esmeralda.

—¿Qué les ha pasado a las ventanillas? —preguntó con curiosidad el agente.

—Intentaron robarme el coche, justamente voy a que me lo reparen señor. 

—Comprendo.

El hombre metió la cabeza dentro del coche y miró hacia atrás. Me miró.

Oh no, oh no...

—Señorita, póngase el cinturón. 

—Oh sí, claro —reí nerviosa a la vez que me lo ponía.

El agente saco la cabeza y volvió a su postura normal. La pelirroja le regaló una mirada tierna mientras pestañeaba como si se tratara del aleteo de una mariposa.

—Muy bien. Pueden pasar.

—Gracias. Adiós agente —sonrió.

Y en apenas unos segundos volvimos a estar en marcha. 

Agradecí la actuación de Ámbar, porque si no hubiese sido por ella y su intensa belleza el policía habría seguido con el control, y no hace falta decir que ni siquiera tenemos carné de conducir.

Durante el tiempo que estuvimos como reclutas en ese infierno se nos enseñó de todo, como por ejemplo a actuar, y lo hacíamos bastante bien, pero esta vez Ámbar se había lucido.

—Te has puesto hasta roja —reía Cloe.

—Perdona por no saber cómo socializar con las personas. Lo admito, me he puesto nerviosa porque no sabía ni qué decir.

—Estaba bueno, eso sí te lo digo amiga.

—A mi me van más los delgaduchos sin tanto musculo —confesó Ámbar— parecía que en cualquier momento se le iba a romper la camiseta.

Cloe arqueó una ceja y le miró durante unos segundos antes de volver a mirar por la ventanilla.

—¿Y a ti? ¿Qué clase de chicos te van, Natalie?

Giré mi cabeza y miré a Ámbar que conducía tranquilamente.

—¿En serio creéis que alguna vez se me ha pasado por la cabeza el prototipo de chicos que me gustan? —pregunté divertida.

—Oh vamos, seguro que sí Nat. 
Cloe se giró para mirarme con sus grandes ojos azules.

—Pues no —afirmé — Pero al parecer a vosotras sí que se os ha pasado por la cabeza, y alguna otra cosa también, ¿verdad?

En ese instante  las mejillas de Cloe se pusieron rojas y se giró para que no le viera el rostro. Ámbar simplemente siguió conduciendo con cierto rubor en las mejillas. 

Mis carcajadas reinaron en el coche. Me reía tanto que casi no podía respirar e incluso me dolía la tripa. ¿Así se sentía la felicidad? ¿Con la falta de aire y un dolor de tripa debido a una contagiosa risa? Si de verdad eso era la felicidad no estaba dispuesta a dejarla marchar.

En nuestro infierno personal también habíamos reído aunque cueste creerlo, pero no de esta manera tan... liberadora e intensa.
Debido a el plan que creé, me pasé dos años sin poder ver a Cloe y a Ámbar, dos años de infinita soledad. 

Mi mente empezó a divagar en los recuerdos:

Había estado toda la noche sin pegar ojo pensando en un plan. Quería salir de aquí, necesitaba sacar a Cloe y a Ámbar de este sitio. 
 

Ambas vinieron hace nueve años, cuando yo tenía aproximadamente ocho años. Verlas por primera vez fue la sensación más rara, pero a la vez la más gratificante de mi vida.

Vi esperanza. 

Nos hicimos muy buenas amigas, incluso más que eso. Eran las hermanas que nunca tuve. Y tanto ellas como yo deseábamos salir de aquí. 

El problema vino con los años. Intentamos escapar una vez pero nos fue en vano, y a partir de allí todo se torció. La seguridad del edificio se volvió mas estricta; pusieron cámaras por casi todos lados, nos pusieron chips con altavoz y capaces de darnos descargas eléctricas, incluso cada vez que nos sacaban de nuestras celdas los guardias tenían la orden de esposarnos.



#15103 en Fantasía
#33549 en Novela romántica

En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.