El legado: A oscuras

Capítulo 20

Los brazos de la chica se aferraban a mi cintura con fuerza mientras su cuerpo sufría de espasmos. 

—¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? 

Intenté apartarla para mirarle la cara pero se aferró a mí con más fuerza aún. 

—Gracias, gracias, gracias.... —susurró agradecida con una voz débil y ronca. 

Acaricié su espalda para tranquilizarla mientras seguía llorando abrazada a mí. Cuando pareció relajarse se separó y se limpió los ojos. Agarré su mano y la saqué del callejón para mirarla mejor con la luz de la luna.

Tenía una gran melena castaña y llena de rizos preciosos. Sus ojos eran marrones y su piel era un poco morena. Era más bajita que yo, y por su complexión juraría que también era más pequeña. 

—¿Cómo te llamas? 

—Hailey —susurró, agachando su cabeza.

Coloqué mi mano en su barbilla y alcé su rostro para que me mirara.

—No te avergüences, Hailey —sonreí—. ¿Dónde está tu casa?

—Dos calles más abajo.

—¿Quieres que te acompañe? —asintió rápidamente.

Ambas empezamos a caminar por las calles oscuras del pueblo. Hailey me guiaba pero no se adelantaba, no parecía querer apartarse de mí.

—¿Conocías a ese hombre?

—No lo había visto en mi vida.

—¿Sabías de lo que te hablaba? —negó.

—Mi padre murió hace años, y a saber en qué cosas estaba metido. No me extraña que ese hombre trabajara para él.

Asentí brevemente.

—Oye... —su tono de voz fue tímido— ¿Cómo has hecho eso?

—¿El qué?

—Eso, lo de antes. No sé, ¡todo! Ha sido brutal, ¿dónde has aprendido a pelear así? ¿Y cómo has podido vacilarle? ¿No te daba miedo? ¡Podía haberte hecho mucho daño! 

Sonreí.

—Pero no lo ha hecho, ¿no? Y a ti tampoco, eso es lo que cuenta.

—Pero ha sido brutal —murmuró—. Mi hermano también me ha enseñado alguna que otra cosa pero no me ha servido de mucho... —hizo una mueca, como si le diese rabia no haberse podido defender.

Miré de reojo a Hailey y sonreí llena de ternura. De repente se paró delante de una casa de dos plantas y me miró.

—Esta es.

Las luces del interior estaban encendidas, así que me dio cierto alivio saber que no estaría sola en su casa.

—Espera, antes de que te vayas —saqué mi móvil del bolsillo—, ¿tienes el móvil encima? —asintió y lo sacó—. Te voy a dar mi número de teléfono y para cualquier cosa me llamas, ¿de acuerdo?

Asintió contenta ante la idea y en cuanto le di mi número se guardo el móvil y me abrazó, cogiéndome desprevenida.

—Gracias otra vez.

—De nada, Hailey.

En cuanto llamó a la puerta de su casa aproveché para desaparecer por la calle. Pude oír como se abalanzaba hacia la persona que había abierto y cómo le relataba lo sucedido entre sollozos.

Conseguí guiarme hasta que llegué a la calle de la discoteca. Me sorprendí al ver a Owen fuera, mirando a su alrededor hasta que nuestras miradas se cruzaron. No dudó en acercarse corriendo a mí y en envolverme entre sus brazos. ¿Pero qué...? 

—¿Dónde te habías metido? Pensé que te había pasado algo, Nora... 

En ese momento me vino a la mente lo que me había dicho James sobre los chicos como Owen, y aunque ya me había dicho anteriormente que Owen no era de esos, tras ver el comportamiento de James me asaltaron las inseguridades. 

El pelirrojo que me abrazaba se separó de mí tras no obtener respuesta. Me observó con un brillo de preocupación en sus ojos. 

—¿Nora? 

—¿Qué tipo de chico eres tú, Owen? 

Aquella pregunta se escapó de mis labios sin ni siquiera darme cuenta. Owen funció el ceño, confuso. 

—¿Qué? ¿A qué viene eso? 

—¿Cómo eres? Porque no te conozco, no conozco tus intenciones y... 

—Espera, espera... ¿Mis intenciones? —se rascó la nunca sin quitarme la vista de encima— ¿Crees que me quiero acostar contigo y ya? ¿Es eso? ¿Por eso estabas tan rara el otro día en la fiesta con Amalia? 

Aparté la mirada, avergonzada por mis pensamientos. Muy en mi interior sabía que Owen no era así, me lo había estado demostrando. 

—¿De dónde sacas eso, Nora? —parecía ofendido— ¿Quién te ha metido eso en la cabeza? 

—Da igual, dejémoslo. 

Pasé por su lado en dirección al interior de la discoteca pero me paró. Su piel rodeó mi muñeca y estiró suavemente de mí hacia él. 

—No lo voy a dejar, Nora. No voy a dejar que te quedes con una idea equivocada de mí. 

No pasé por alto el hecho de no soltó mi muñeca, es más, bajó su mano hacia la mía y me la agarró con delicadeza. Sus ojos me ofrecieron un brillo extraño que no supe descifrar bajo la luz de la luna. 

—¿Qué quieres saber? Sólo tienes que preguntármelo. 

—No sé. No sé qué preguntar. No he pensado en lo que decía y ya. 

Estiré del brazo esperando que me soltara pero hizo todo lo contrario. Tiró más de mí y pegó nuestras caderas sin vergüenza alguna. Contuve la respiración mientras mis mejillas se ruborizaban, y di gracias a la oscuridad que lograba que él no pudiese verme sonrojada. 

—Ya te he dicho que no lo voy a dejar, Nora. ¿Por qué piensas eso? ¿Alguna chica te ha amenazado? ¿Te han dicho que por ser amigo de mi ex voy a acostarme con ella? 

—¿Qué? No, no. Nadie me ha amenazado y me da igual que te lleves bien con tu ex —saudí la cabeza—. Owen, tú eres... —me callé. Él me miró esperando a que continuara, así que proseguí— Sé que eres un chico fantástico, y una buena persona, me lo has estado demostrando... 

—¿Pero? 

—¿Por qué yo? No sé, soy un desastre. Además, hay un montón de chicas que se mueren por ti y... —suspiré— ¿Por qué yo? 

Sus ojos marrones me arroparon. Sentí el contacto de su mano acariciando mi mejilla, y allí donde él me tocaba mi piel parecía arder. 

—Porque me gustas, Nora. Creo que no es tan difícil suponerlo. Me gustas mucho y creo que me voy a volver loco —apartó un mechón rebelde y lo escondió tras mi oreja—. Me dan igual las demás chicas, ¿lo sabes, no? 



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En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

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