El legado: A oscuras

Capítulo 23

Jaden me arrebató los papeles de la mano de un tirón que denotaba su clara impaciencia ante la tensión que se había creado.

—¿Qué cojones es esto?

Dudé en decírselo pero no pude contenerme.

—Ese hombre es el que casi daña a Hailey.

Alzó los ojos para descubrir si lo que le acababa de decir era cierto. Sus puños se cerraron sobre los papeles, arrugándolos.

—Voy a matar a ese cabrón —su gruñido me puso los pelos de punta.

Se levantó sin titubear y empezó a dar pasos de un lado a otro lleno de rabia e ira. Cerró sus puños y los volvió a abrir a cada lado de su cuerpo como si quisiera contener sus ganas de darle un puñetazo a algo.

—Dios, te juro que lo voy a matar, lo voy a... 

En cuanto mis manos se cerraron sobre sus hombros para intentar llamar su atención y que se tranquilizara, su cuerpo se tensó y me miró sin poder evitarlo. Por la luz que que nos alumbraba desde el suelo pude ver como sus ojos se oscurecían. 

—No vas a hacer nada de lo que te arrepientas —dije lentamente, pues la rabia con la que pronunció aquellas palabras me dejó en claro que había verdad en ellas. 

—No lo entiendes. Yo conozco a ese cabronazo, era amigo de mi padre —echó la cabeza hacia atrás soltando una carcajada amarga—. Ni sus amigos le eran leales. 

Antes de que pudiera decir nada más se apartó de mi tacto y desvió su mirada grisácea. 

—Vive en Mynster, lo voy a encontrar y le voy a enseñar lo que está bien y lo que está mal de una manera poco diplomática. 

—Hay un poco de hipocresía en lo que dices, ¿no crees? 

Se agachó a coger la linterna para alumbrar a los documentos. Probablemente quería volver a mirar la cara del hombre para confirmar que era real. Su mandíbula se tensó. 

—Me da igual, y a ti también debería darte igual lo que haga o deje de hacer.

Tomé una bocanada de aire rogando paciencia. 

—Está bien, haz lo que quieras con ese tío, me da absolutamente igual —le arrebaté la linterna y le a punté a la cara logrando que pusiera su mano entre la luz y sus ojos. Soltó un gruñido áspero—. Eso sí, yo iré contigo. 

—Ni de coña. 

—Y tanto que sí. Lo necesitamos para saber a dónde llevó a la niña. Él es nuestra única pista, así que sí, iré contigo. ¿Lo tomas o lo dejas? 

—Lo dejo —respondió secamente—. ¿Puedes dejar de alumbrarme con la puta linterna? 

Sonreí ante su irritación e hice lo que me pidió para evitar provocarlo más. Sabiendo que sería mejor dejar aquel tema de lado, comencé a dar pequeños pasos sobre el suelo mohoso de la cabaña en busca de algo más, algo que nos aportara más información. En aquellos documentos lo único que nos servía de algo era el hombre que estuvo a punto de dañar a Hailey, al parecer él había sido el encomendado en transportar a la niña a un sitio que se había convertido en nuestra incógnita. Comencé a silbar mientras mi mirada iba de un sitio a otro.

—Un momento, ¿escuchas eso? —me giré hacia él, confusa. Agudicé mi oído y evidentemente escuché algo. Como las agujas de un reloj— Mierda. 

Parecía una bomba. 

Antes de que pudiese pensar, un mano tiró de mi chaqueta hacia atrás logrando que cayera al suelo y me alejara de aquel tic-tac. Jaden y yo rodamos hasta que paramos, con su cuerpo sobre el mío usando su espalda como forma de escudo. La cabaña tembló cuando una pequeña explosión sonó, lanzando trozos de madera y de objetos por los aires. 

Aquella explosión había sido muy pequeña. Jaden maldijo por lo bajo y fue en ese momento cuando me di cuenta de la situación.

—¿Qué...qué haces? —pregunté cuando me percaté de que había evitado que aquel explosivo me estallara en la cara colocándose de por medio. 

Sus ojos grises escondidos tras unos mechones azabaches que le caían por la frente me analizaron con dureza antes de responderme. 

—Ya te lo dije, quizá no seamos amigos pero un promesa es una promesa. 

En ese mismo momento escuchamos unas llantas levantado las piedrecitas del suelo, acelerando. No dudamos en levantarnos y correr fuera de la cabaña. Un coche que había salido de la parte trasera se alejaba a toda pastilla de nosotros.

—Mierda —murmuré por lo bajo. Agarré mi pelo con mis puños, frustrada—. ¿Cómo he sido tan descuidada de no fijarme en si había alguien más?

Jaden me miró de reojo pero no dijo nada. Estaba claro que había estado sintiendo a alguien observarme, y puede que la persona que se acababa de ir echando leches hubiese sido la presencia que tanto había estado sintiendo. Seguro que también había sido la que había puesto aquella pequeña bomba.

—Esa especie de explosivo ha sido pequeño con la intención de no causar muchos daños y de no matar a nadie. ¿Sabes qué significa eso? —su silencio me invitó a darle la respuesta en ese mismo momento—. Ha sido una clara advertencia. 

—Lo que significa que estamos donde no quieren que estemos —me miró sin vacilar a la hora de seguir hablando—. Vamos por buen camino.

Quise sonreírle, pues después de todo habíamos encontrado una clara pista, pero el hecho de aquella advertencia solo me dejaba una cosa clara. El asunto de la hermana de Nolan era mucho más grave de lo que pensaba.

El móvil de Jaden rompió el silencio en el que nos habíamos sumergido.

—¿Qué quieres? —frunció el ceño— ¿Helen? Sí, ¿qué pasa? —me miró de reojo— Sí, estoy con ella.
Por el cambio que estaba tomando su expresión supe que no le estaba diciendo cosas bonitas. Jade parecía preocupado. 

—Vamos a tardar pero vamos de camino —y entonces colgó— Tenemos que volver. Ya.

Avanzó hacia el coche con gigantescos pasos que hacían aún más pequeños e insignificantes a los míos. No era tan bajita como otras chicas pero Jaden me sacaba por lo menos dos cabezas. 
Cuando arrancó con ambos en el coche decidí preguntarle sobre la llamada que al parecer le había hecho Helen.



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En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

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