El legado: A oscuras

Capítulo 26

Me desperté al escuchar susurros y pasos por la habitación, así que abrí los ojos e intenté que mis ojos enfocaran a los cuerpos en movimiento. No sabía qué hora de la noche era, y tampoco es que me importara. 
Alguien se tumbó a mi lado y cuando observé con dificultad sus ojos verdes supe quién era.

—Shh —Nolan tapó su boca con un dedo—. Duerme —susurró.

De mi boca no salieron las palabras, pues mi garganta ardía como los mil infiernos. Nolan se acercó a mí y me obligó a descansar mi cabeza en su pecho, siendo consciente de los latidos acelerados de su corazón. No supe muy bien qué hacían todos allí hasta que vi como Jaden y Reese entraban con un colchón y lo dejaban en el suelo. Por otro lado Cole llevaba un saco de dormir que puso a un lado de la cama, mientras que Landon y James tan sólo llevaban unas almohadas y mantas. Antes de que buscara al rubio de ojos azules vi su cabellera saltando y aterrizando a mí otro lado. Nolan le riñó por mover la cama y yo solté una risita ronca que más que eso pareció un quejido. 

Helen entró y se sentó en una silla, uniéndose a nosotros. Mi corazón gozó el calor de la cercanía de todos ellos y juro que si me quedaran fuerzas seguramente me habría puesto a llorar.

Querían dormir conmigo. 

No me querían dejar sola.

Les importaba.

Me querían, y yo los quería a ellos. 

Y a pesar de que me estaba muriendo sabía que lo iba a hacer feliz.

Acerqué mi mano a Alex y la abrí, dejando que me diera la mano. Cada uno susurró un buenas noches antes de que sus voces se callaran y sólo pudiera sentir las caricias en mi cabello por parte de Nolan. No tardé en dormirme.

Estaba en una sala blanca, sin paredes y sin fin. El suelo era blanco y tan limpio que me agaché para mirarme en el reflejo. Mi rostro no parecía estar tan mal como en realidad estaba. De repente escuché el ruido de unos sollozos que me hicieron erguirme y mirar a todos los lados sin encontrar a nadie. Era un niño el que lloraba, lo sabía porque parecía como si al mismo tiempo hablase con alguien. Tenía una voz suave impregnada de un profundo dolor. Cuando giré sobre mis talones me encontré con la escena, más yo no estaba en ella. Ante mí se habría paso una gigantesca imagen en movimiento, sin embargo no era parte de la realidad. Un niño lloraba dentro de un armario con los ojos cerrados tan fuertemente que creí que se haría daño. Su cabello oscuro estaba despeinado y él mecía su cuerpo intentando calmarse. En sus brazos había un pequeño bebé que le sonreía, sin percatarse de lo que le estaba pasando. 

—¡No te escondas o me enfadaré mucho más!

Un grito varonil hizo que el niño sollozara nuevamente.

—Todo va a estar bien, todo va a estar bien —susurró más para sí mismo que para el bebé.

Los gritos de aquel hombre seguían sonando y no pude seguir con aquella imagen. Negué con la cabeza y me giré, pero entonces en mi campo de visión apareció otra gran imagen en movimiento. 

En esta un niño pelirrojo caminaba apresuradamente por los pasillos del instituto con la cabeza gacha. No se dio cuenta de que todos los alumnos lo miraban hasta que chocó con un cuerpo. Alzó la vista mostrando su acné y se subió las gafas por el puente de la nariz.

—¡Zanahorio! ¡Ten cuidado de por dónde vas!

—Pe-perdón —tartamudeó enrojeciendo.

Rápidamente esquivó el cuerpo de aquel chico y salió por las puertas del instituto mientras un coro de niños le gritaban zanahorio.

No podía aguantar viendo eso. Era demasiado duro. Giré mi cabeza y me encontré con otro suceso. 

Un niño castaño de ojos marrones se hallaba en la cocina, preparando algún tipo de sopa. Su rostro no lucía feliz cuando cogió el plato y salió de la cocina hacia un pequeño salón. Los muebles que decoraban la sala eran viejos pero acogedores. Se acercó a una anciana sentada a la mesa y le dejó el plato enfrente.

—Esto te hará bien, abuela.

Su abuela le dedicó una sonrisa fugaz junto con sus ojos carentes de brillo y se acercó al plato.

—Oh Cole, tienes el mismo don para cocina que tu padre.

Él le sonrió negando con la cabeza. ¿Cole? ¿Había dicho Cole?

—Abuela, es de sobre.

Eso hizo que ella riera suavemente mientras con su mano temblorosa intentaba llenar la cuchara de sopa. Cole juntó sus labios cambiando su semblante a uno serio y tragando saliva le quitó la cuchara, la llenó de sopa y le ayudó a comer.

Pude sentir el mismo dolor que él, como si estuviese en su cuerpo. Ese recuerdo y todos los demás me transmitían dolor, porque eran recuerdos, ¿no? Y eran reales.

Aparté la mirada y comencé a correr por aquella sala blanca en busca de algún tipo de salida hasta que a unos metros de mí apareció otra viñeta con otro recuerdo. Al retroceder caí al suelo pero no pude apartar la vista.

—¡Vuelve aquí!

—¡No he hecho nada, mamá!

El mismo niño rubio de ojos grises con el que soñé hacía tiempo corría por el pasillo hasta su habitación. Su madre, enfurecida, fue tras él.

—¡Exactamente, no has hecho nada! ¡Nunca haces nada!

Se acercó a su hijo y le atestó una bofetada.

—James, te tengo dicho que te alejes de ese chico, sólo te traerá problemas.

—Pe-pero Landon es mi amigo —balbuceó comenzando a llorar.

Su madre negó con la cabeza de un lado a otro con reproche.

—Eres igual de imbécil que tu padre.

No supe que estaba llorando hasta que sentí la calidez de las lágrimas en mis mejillas. Negada a seguir viendo aquello que me abrasaba el corazón me tumbé en el suelo y miré al infinito techo blanco. 

El dolor volvió cuando otra viñeta apareció ante mis ojos.



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En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

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