El legado: A oscuras

Capítulo 29

Helen me ayudó a acomodar mi vestido y terminó subiendo la cremallera para cerrarlo. Me observé en el espejo de su habitación y sonreí con satisfacción. Mi pelo estaba recogido en una coleta tal y como le había pedido a Helen después de que me lo rizara dándole volumen y unas bonitas ondulaciones. Me había puesto un poco de colorete y me había pintado los labios de un suave rosa palo.

—¿Te gusta, cariño? —cuestionó detrás mía, agarrándome de los hombros.

—No parezco yo.

—Pues eres tú, Nora.

Sonreí y me di media vuelta para mirarla mejor. Helen esbozó una sonrisa de orgullo al verme, como quien mira a su hija cuando se da cuenta de la mujer que es.

—Estás hermosa.

—¿Te gusta? —agarré mi vestido, refiriéndome a él.

—Te queda genial, y no soy la única que lo piensa —dijo guiñándome un ojo— ¿Nos vamos ya?

Asentí con alegría y seguí a Helen fuera de la habitación. Bajamos las escaleras y nos asomamos al salón donde los chicos nos habían estado esperando. En cuanto nos escucharon entrar, se giraron hacia nosotras y se quedaron callados. Fruncí el ceño ante su silencio.

—¿Estáis bien?

Asintieron todos a la vez sin decir nada y sin parpadear, como auténticos robots. Cole y Landon, sentados en el sillón, me sonrieron con amor, ambos se sonrojaron. Por otro lado, James y Reese me observaron de los pies a la cabeza, el primero vestido elegante con un smoking que le quedaba increíblemente bien. Nolan se cruzó de brazos desde uno de los ventanales, junto a Jaden, que también me observaba, siendo el único en no mostrar ni un ápice de emoción.

—El pelirrojo te va a comer con la mirada —dijo Reese en un tono bromista.

—¿Sólo con la mirada? —preguntó Jame, mirando al pelinegro con una ceja enarcada.

—¡James! —exclamamos Helen y yo al mismo tiempo.

El rubio resopló con una sonrisa.

—James, tú lo vigilas, que no se pase —demandó Nolan y yo lo miré con sorpresa.

—¿A qué viene eso?

El castaño me sonrió, pasando de mi pregunta y acercándose a nosotras.

Hoy iba a asistir a mi primer baile de fin de año y posiblemente el único, que se celebraba el último día de clases antes de las navidades. James iba a ser el único que iba a asistir, ya que si no ibas al instituto y no asistías siendo la pareja de alguien que cursaba allí no podías ir, pero Helen al ser la directora había aceptado que sólo uno de ellos fuera, pues no estaban tranquilos dejándome sola allí, por el tema de los cazadores que últimamente los tenía a todos de los nervios  además del asesinato de Tom. Al parecer todo había empezado con una pelea entre él y otro ciudadano del pueblo, y esto se sabía debido a que alguien que pasaba por allí lo grabó todo, incluido el momento en el que el desconocido sacó su pistola y lo mató de un tiro en la cabeza. Aunque estaba claro que ese tal Tom tenía muchas deudas pendientes, no pude dejar de pensar que eso no había sido un simple ajuste de cuentas.

La verdad es que agradecía que se preocuparan tanto por mí, pero no podía evitar sentirme culpable, pues los que más en peligro estaban eran ellos.

Nolan me agarró de los hombros para observarme con todo detalle, y es que desde el día en el que habíamos tenido aquella conversación en la que me explicaba su culpabilidad por el tema de su hermana y de nuestra pelea infantil de nieve, él parecía más relajado, y más él. Había estado más cariñoso y más atento, como si ahora estuviese aprovechando mucho más el tiempo con nosotros. 

Además, me había sorprendido que desde que le dije hace unos días que tenía la ubicación a la que habían llevado a su hermana años atrás, no había querido preguntarme más.

Me sonrió con cariño y depositó un beso en mi mejilla que me hizo sonreír.

—Pásatelo bien —dijo y miró a James—. Y tú ten vigilado a Owen.

—¡Oye! ¡Ni que fuera un criminal!

Nolan dejó escapar una suave carcajada.

—Será un placer —murmuró James, divertido. 

Me despedí de los chicos con una sonrisa. Antes de salir por la puerta mi mirada chocó con la de Jaden, recibí un asentimiento por su parte y entonces sus labios se curvaron en una diminuta sonrisa. Yo, desconcertada, sólo pude fruncir el ceño antes de girarme y salir de casa ante el llamado de Helen mientras James, el cual había sido el elegido para que viniese, se sentaba en el asiento del copiloto.

Hicimos una parada en la casa de Alex antes de llegar al instituto para llevarlo con nosotros. Decidí salir del coche cuando vimos que tardaba mucho y timbré a la puerta de su casa. No tardó ni cinco segundos en abrir y en agarrarme de la muñeca dándome un suave tirón para que me adentrara en su casa y él pudiese cerrar la puerta.

—¿Alex, qué..?

—No puedo —balbuceó—. Estoy muy nervioso, Nora.

—¿Y tu madre?

—Se fue hace media hora para vigilar el comienzo del baile.

Observé su rostro brillante cubierto por una fina capa de sudor, y sin pensármelo pasé mis manos por su cara para quitárselo. Alex se dejó, pues era obvio que él mismo sabía que estaba sudando demasiado.

—¿Por qué dices que no puedes?

—Porque no puedo —balbuceó frunciendo el ceño.

—¿No puedes disfrutar del baile en compañía de Hailey?

Abrió los ojos desmesuradamente en cuanto pronuncié el nombre de la chica. Alex enrojeció.

—¿Por qué piensas que...?

—¿Eras tú el chico de la cita, no?

—¿Cómo lo sabes?

Sonreí de lado.

—Digamos que Hailey mencionó que tendría una cita con un chico. Eras tú, ¿no?

Por sus labios se asomó una minúscula sonrisa mientras asentía con la cabeza.

—¿Y cómo fue? —pregunté llevando su atención a otro tema.

—¡Muy bien! —exclamó sin querer, así que carraspeó y bajó la voz—. Quiero decir, fue bien, muy bien —murmuró sonriente—. Fuimos a tomar un helado y se rio. Le hice reír mucho, eso es bueno, ¿no?



#15105 en Fantasía
#33555 en Novela romántica

En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.