El legado: A oscuras

Capítulo 30

Nunca supe lo que era ese dolor del primer amor del que la gente solía hablar, al menos hasta que conocí a Owen. Nuestra historia fue más corta de lo que me habría gustado que fuese, y simple, tan simple que a ambos nos fue cómoda y agradable. Sin embargo, todo se acabó, cuando aquella mañana lo dejé marchar, regalándole un trozo de mi corazón oscuro.

Quizá ese dolor fue lo más humano que llegué a vivir, y lo más parecido a la vida real. 

Los chicos no se separaron de mí durante días, al menos hasta que vieron que mis bromas y mis sonrisas volvieron a aparecer. Mi mente era un constante parloteo sobre lo que debía hacer, y es que después de romper la burbuja en la que había vivido aquellos últimos meses debido a el fin de mi relación con Owen, sólo quedaba una cosa; decirle adiós a ellos.

Fue una noche llena de insomnio en la que comencé a meter mi ropa a toda prisa en una mochila que había encontrado. Iba a irme, debía hacerlo o sería demsaido tarde, sin embargo, una vez más él apareció para retenerme.

—¿Qué estás haciendo? —había preguntado Jaden entrando en mi habitación.

Llegué a odiar incluso que él tuviese insomnio, pues siempre estaba despierto y siempre tenía que estropear mis planes. O quizá no.

—Sabes perfectamente lo que estoy haciendo.

Me agarró de un hombro y me hizo girar sobre mis talones para enfrentarlo. Sus ojos grises me analizaron con detenimiento, y entonces habló.

—Aguanta estas Navidades, Nora. Sólo te pido eso. Se supone que esta época tiene que ser feliz para ellos, no aguantarían tu marcha.

Mes sentí furiosa conmigo misma por ser tan débil respecto a sus sentimientos, así que tal y como me suplicó Jaden, fue exactamente lo que hice. Aguantaría las Navidades con ellos, y después me iría, por ellos.

Así fue como aquella época de fiestas y de alegría pasó, llena de calor y de amor. Landon y Alex eran quizá los que más disfrutaban decorando la casa con adornos navideños. Cole era el que se unía a ellos porque se divertía viéndolos tan felices. Jaden y Reese preferían ser espectadores de todos, aunque a veces este último se rendía y se unía a la ilusión de los chicos.

Durante aquellos días los chicos me hacían partícipe de tantas cosas y me hacían reir en tantas ocasiones que a veces se me olvidaba la razón de mis momentos de tristeza, y esa era una de las razones por las que los amaba tanto.

Una de las cosas que más confundida me hizo sentir, y que más me costó entender fue cuando Helen nos hizo reunirnos a todos al lado del árbol, donde encontramos unos cuantos regalos. Los chicos sonrieron como niños pequeños, aunque yo sólo pude mirar a Helen con la duda en mi mirada. Ella se limitó a sonreír y a coger un regalo que seguidamente me entregó.

—Este es para ti, Nora.

Titubeé cuando comencé a rasgar el papel de regalo con nervios, ¿por qué tenía un regalo? En mis manos terminó quedando una caja de lápices de diferentes grosores y colores. Alcé mi mirada y Helen me sonrió.

—Te he visto pintar a escondidas, y sé que no he visto ningún dibujo tuyo, pero estoy segura de que mereces unos buenos medios para plasmar tu arte.

Me fusioné con ella en un gran abrazo y le susurré un gracias lleno de sentimientos y pronunciado con corazón.

Esa fue mi primer Navidad, y si no me equivocaba también iba a ser la última.

Antes de que me diese cuenta las festividades ya habían acabado, y la vuelta al instituto había comenzado de nuevo, lo que quería decir que mi tiempo allí ya había terminado. Aquella mañana cuando me desperté y bajé a la cocina fue una sorpresa para mí encontrarme a Nolan. Este me sonrió y me tendió una taza de café.

—Justamente Reese se acaba de ir, había dejado preparado tu café.

—Gracias —sonreí sentándome en una silla de la isleta—. ¿Y dónde están los demás chicos?

—Landon ha ido a trabajar, Cole está en la Universidad, James está durmiendo como de costumbre y Jaden supongo que está en la habitación.

Asentí con la cabeza, dándole otro sorbo al café mientras lo seguía mirando.

—¿Por qué todavía no me has preguntado sobre la ubicación dónde llevaron a tu hermana?

El rostro de Nolan cambió por completo a uno nostálgico.

—Supongo que tengo miedo, además, esa ubicación no es la suya.

—Pero sí es una pista más.

—No sé.

Me levanté de la silla y caminé a hacia la nevera, donde rompí un trozo de papel de una de las notas que colgaban allí y cogí un bolígrafo para escribir la ubicación que me sabía de memoria. Le tendí el trozo de papel a Nolan.

—Ten, es tuya.

Me miró durante unos segundos antes de cogerla.

—¿Vendrías conmigo?

—¿Qué?

—Que si me acompañarías a por pistas.

Tragué saliva. Si le había dado la ubicación tan fácilmente era por una sola cosa; porque me iba a ir y Nolan se merecía saberla, así que haciendo uso de mi don para las mentiras y mi don para las falsas promesas asentí sonriente.

—Pues claro.

Algo que también me hacía sentir mal era el hecho de que dejándolos ese mismo día, los iba a dejar solos en una luna llena. Durante todas las transformaciones que había tenido había estado con ellos, aunque no literalmente. Me había quedado encerrada en mi celda, escucchandolos gruñir y quejarse en su estado de lobo, pero de alguna forma nunca los dejé, así que esta luna llena ya no iba a estar con ellos.

Cuando Nolan se fue por un llamado de su madre al instituto, vi mi perfecta oportunidad para coger la mochila que ya había preparado días antes y prepararme. Como si Jaden me hubiese escuchado desde su habitación —así había sido—, apareció en el umbral de mi puerta con su mirada distante.

—No has tardado nada en querer irte.

—Para —demandé—. Necesito que no menciones nada, no quiero que me hagas sentir mal ni la peor persona del mundo, porque ya sé que lo soy.



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En el texto hay: adolescentes, hombre lobo, brujas

Editado: 15.05.2021

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