El Legado de Epsandoria

Cap. IV - Sorpresa/ ¿escapatoria?

Después de la muerte de Magnus y Kell, el ambiente parecía tranquilo y sin sobresaltos. Nadie había notado aún lo sucedido en medio de la fascinación de los humanos por la avanzada tecnología de Epsandoria. Ajeno a la sombra que se cernía sobre ellos, el equipo humano seguía perdido en asombro y admiración.

Sin embargo, en silencio, el número de tripulantes había disminuido de manera significativa. No solo Magnus y Kell habían perdido la vida, sino que de los treinta miembros originales de la expedición, ahora solo quedaban veinte. Un rastro de desapariciones misteriosas que aún no se había revelado ante los ojos de los supervivientes humanos.

Mientras tanto, Lyra y Malakir observaban con satisfacción cómo su plan avanzaba sin obstáculos aparentes. Se movían con sigilo entre los humanos, tejiendo una red de manipulación y engaño. Con cada desaparición, se acercaban un paso más a su objetivo final: obtener el poder del núcleo y utilizarlo para sus propios fines.

La calma tensa reinaba en Epsandoria, ocultando los oscuros secretos que yacían en las sombras. Los días pasaban, la curiosidad de los humanos crecía, pero su desconocimiento de la verdadera amenaza que los acechaba los mantenía en una falsa sensación de seguridad. Pronto descubrirían que estaban envueltos en un juego mortal, donde cada paso podría ser su último suspiro.

Alex, sin embargo, comenzó a percibir ciertos indicios de la oscuridad que se ocultaba detrás de la aparente bondad de Lyra. Observó en sus ojos un destello de malicia que contrastaba con su apariencia angelical, y eso encendió una alarma en su interior.

A medida que el tiempo pasaba, Alex se sentía cada vez más inquieto por la presencia de Lyra y Malakir. Una energía siniestra parecía emanar de ellos, perturbando su intuición y generando dudas en su mente. A pesar de no poder articular sus sospechas con claridad, algo en su interior le advertía que no debía confiar plenamente en ellos. La ausencia de Magnus, que había desaparecido misteriosamente, también le resultaba sospechosa.

Durante una sesión de entrenamiento con Lyra, Alex notó un cambio drástico en su comportamiento. La sonrisa tierna y afectuosa que solía mostrarle se desvaneció por completo, y en su lugar se reveló una expresión fría y calculadora. El ambiente se volvió tenso, y Alex pudo percibir claramente que algo oscuro se agitaba bajo la superficie de su aparente camaradería.

—Alex, eres especial. Eres el único que puede ayudarme a desbloquear el poder total del núcleo cuántico —dijo Lyra en un tono suave pero amenazador—. Juntos, podemos dominar todos los universos y alcanzar una grandeza inimaginable.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alex mientras se sumergía en la oscuridad de las intenciones de Lyra y Malakir. Comenzaba a comprender la verdadera naturaleza de sus ambiciones: seres sedientos de poder que no se detendrían ante nada para conseguirlo, sin importar las consecuencias.

Pero Alex no estaba dispuesto a convertirse en un instrumento de destrucción. Su lealtad estaba arraigada en la humanidad y en la defensa del bien en el universo. Con una determinación inquebrantable, habló con una voz firme. Aunque en un inicio tenía otros pensares, analizo toda la situación desde que abordaron Epsandoria.

—Lyra, Malakir, no puedo ser parte de sus planes. El poder del núcleo cuántico no debe ser utilizado para sembrar caos y destrucción. Mi compromiso está con la preservación y el progreso de la humanidad, y con aquellos que buscan un equilibrio en el universo.

Lyra y Malakir quedaron sorprendidos por la resistencia de Alex. Sus rostros se llenaron de ira y frustración, y en un arrebato de furia, Lyra liberó una ráfaga de energía amenazadora.

—¡No puedes negarte! —gritó, su voz cargada de desafío—. No tienes idea de lo que somos capaces de hacer.

Fortalecido por su convicción y guiado por el deseo de proteger a su gente, Alex se mantuvo firme. Canalizó la energía cuántica que fluía dentro de él y respondió con una explosión de poder, contrarrestando la fuerza de Lyra y Malakir.

La batalla entre ellos fue épica, un choque de voluntades y habilidades sobrehumanas. Alex utilizó su conocimiento y destreza cuántica para defenderse de los feroces ataques de Lyra y Malakir, mientras buscaba una oportunidad para escapar y advertir a los demás sobre el verdadero peligro que enfrentaban.

Finalmente, encontró un resquicio en el lugar donde entrenaban y se lanzó a la huida, dejando a Lyra y Malakir atrás. Mientras corría, sentía la urgencia de alcanzar a los demás, sabiendo que el destino de Epsandoria y de los Embajadores Cuánticos estaba en juego.

Alex se reunió con los demás hombres y les reveló la verdad sobre las verdaderas intenciones de Lyra y Malakir. El horror se apoderó de ellos al darse cuenta de que varios miembros del equipo ya habían desaparecido, presumiblemente a manos de los seres malévolos. La certeza de que sus vidas estaban en grave peligro los invadió.

Tomando una decisión difícil pero necesaria, el grupo decidió abandonar el planeta sin demora. No podían permitirse ser víctimas más de la oscuridad que acechaba en Epsandoria. Con sus corazones llenos de temor y determinación, emprendieron la huida, prometiendo protegerse mutuamente y advertir a otros sobre el peligro que representaba el núcleo cuántico y aquellos que lo deseaban para fines malévolos.




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