El legado Epsandoria

El legado

Pasaron años desde los eventos en Epsandoria, pero el legado de la batalla no se desvaneció. La vida de los Uminari siguió su curso, guiada por el poder y la influencia de Alex, cuyo cuerpo, al estar en ese planeta, no envejecía. Sin embargo, algo cambió en él a medida que los poderes que poseía aumentaban en intensidad. El poder se volvió tan abrumador que despertó una ambición desmedida en su interior, transformándolo en un ser egoísta y sediento de poder.

En medio de su reinado sobre otros planetas, Alex escuchó una voz familiar que lo sacudió hasta lo más profundo de su ser. Con determinación en sus ojos, se volvió hacia la fuente de esa voz y su corazón se detuvo por un instante. Frente a él, en toda su irreal belleza, estaba Lyra.

—Lyra, ¿eres tú? —pronunció Alex con voz entrecortada, incapaz de contener la emoción que lo embargaba al verla nuevamente.

—Bac —susurró ella, sus ojos reflejando un amor inquebrantable.

La piel de los Uminari, conocida por su blancura y resplandor, palideció en comparación con la exquisita belleza de Lyra. Era una belleza que trascendía lo común, una radiante manifestación de lo extraordinario. Su mera presencia eclipsaba a todos los demás seres.

—Te dije que regresaría, mi Bac —dijo Lyra, una sonrisa llena de complicidad y amor dibujada en sus labios.

Ambos sonrieron de manera perversa al reconocerse mutuamente. Un brillo maligno iluminó sus ojos, revelando una ambición desmedida y oscura. Desde ese día, Alex y Lyra tomaron el legado de Epsandoria como una herramienta para satisfacer sus ansias de poder y control absoluto. Sin restricciones ni escrúpulos, se lanzaron a gobernar más planetas a su antojo, con el único objetivo de acumular más y más poder para someter al universo entero bajo su dominio.

Su ambición se volvió insaciable, y cada planeta conquistado solo alimentaba su sed de control. No había límites para su deseo de poder, y estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para alcanzar su objetivo de gobernar el universo en su totalidad.

Y así, a lo largo de los siglos, Alex y Lyra llevaron el legado de Epsandoria en alto.

Fin...