El Legado de Hanaya

Revelaciones en la Sombra

Yuki estaba asustada y, a la vez, preocupada por el estado de Seok. ¿Nos habrán descubierto? ¿Nos devolverán a Hanaya? se preguntaba sin cesar.

El sargento que había impedido que los soldados de Hanaya capturaran a Seok entró y se sentó frente a ella.

—¿Quieres algo de beber o de comer? —preguntó el sargento.

Yuki desconfiaba, pero necesitaba recuperar fuerzas después del susto por Seok.

—Un té Dulceé estaría bien —dijo la joven princesa.

—Ya ha oído a la dama —dijo el sargento al guardia—. Traigan un Dulceé.

—Sí, señor —respondió el guardia, para luego salir por la puerta.

—Ahora, jovencita, ¿quién es usted? —preguntó el sargento.

—¿Cómo está Seok? —preguntó Yuki.

- No volveré a repetirlo señorita... ¿usted es...?

—Yuki, me llamo Yuki —respondió la joven.

—Yuki Hanaya, princesa de Hanaya y única descendiente pura sangre de la familia real —dijo el sargento.

Yuki tragó saliva. ¿Quién era este sargento que sabía quién era ella?

El sargento sonrió.

—Tranquilízate, jovencita. No te voy a hacer daño ni te voy a devolver a Hanaya. Eso supondría enfrentarme a la furia de mi sobrino, y este me mataría si te hago daño o te devuelvo a tu país.

—¿Seok es su sobrino? —preguntó la joven, intrigada.

—Sí —respondió el sargento—. Hace varios días, mi sobrino pasó la frontera y vino a pedirme ayuda. Se había enamorado de una mujer de Hanaya y quería sacarla del país.

—¿Quién habría supuesto que esa mujer sería la princesa heredera del imperio de Hanaya? —dijo el hombre sonriendo.

Entonces, se enfrentó al capitán Seungjae porque Seok era su sobrino.

—No solo por eso, niña —respondió el sargento—. No sabía que Seok cruzaría la frontera hoy, así que me sorprendió cuando lo reconocí en el suelo con una flecha en la espalda. Pero el motivo de enfrentarme al capitán Seungjae no fue solo ese. Mi familia y la de Seok vivían en la ciudad de Gyeonggwan.

—¿Gyeonggwan? Seok nunca me dijo...

—¿Que su familia murió en la masacre de Gyeonggwan? Niña, Seok debe amarte tanto que ni siquiera te culpa por los crímenes de tu familia.

Yuki se puso colorada de vergüenza. Su familia, para conservar el poder, había cometido muchos crímenes. Y escuchar que habían asesinado a la familia de su amor le hizo sentir muy mal.

—Tranquila —dijo el sargento—. Tú no tienes la culpa, mi niña. Tú no eres como tu familia. Y la prueba es que Seok se ha enamorado de ti.

El guardia entró a la estancia con una taza de Dulceé.

—Ahora, joven dama, tómate el té y después te llevaré a ver a Seok —dijo el sargento guiñándole un ojo.

Yuki se llevó la taza a la boca y probó un sorbo del té. Aunque esta vez, la dulzura del té le parecía amarga.



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En el texto hay: fantasia, aventura

Editado: 19.02.2025

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