Yuki fue llevada al lugar donde estaban atendiendo a Seok. Al entrar, el ambiente apestaba a medicina y ungüentos de todo tipo.
-¿Qué tal se encuentra su paciente, doctor Hanak?
-Bien. Ha tenido suerte. Un poco más a la izquierda, y estaría en el mundo de los espíritus junto a sus antepasados.
Yuki se sobresaltó.
-¿Quién es esta jovencita, sargento?
-Su prometida.
El médico miró a la joven con curiosidad.
-Tranquila, está bien. Solo necesita unas pocas Yeon-cho en la herida, y comenzará a sanar rápidamente. Digamos que en dos días estará de pie de nuevo.
-¿Se le puede mover? -preguntó el sargento.
-Necesita descanso, pero sí, puede moverse si es necesario. ¿Por qué lo pregunta, sargento Hyunk?
-Digamos que estos dos jovencitos deben estar lo más alejados posible de la frontera.
-Ah, entonces sí, puede moverse. Eso sí, hasta que la herida cicatrice del todo, le dolerá... y mucho. ¿Seguro que quiere trasladarlo?
-Sí. Cuanto más lejos esten del Carnicero de Gyeonggwan, mejor.
-Entiendo -recalcó el doctor-. Entonces le suministraré una buena dosis de Cheonghwa.
-¿Cheonghwa? ¿No es un poco peligroso? -preguntó Yuki.
-Oh, no te preocupes, niña. Administrado correctamente, el Cheonghwa no es peligroso. Eso sí, en grandes cantidades, lo dejará un día entero sin poder mover las piernas. Pero de dolor... no sentirá nada de nada.
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Hyunk ordenó a los soldados que trasladaran a su sobrino a una carreta y lo pusieran lo más cómodamente posible.
-Os deseo un buen viaje, jovencita -exclamó el sargento-. Cuídale bien, ¿vale?
-Sí, señor -respondió Yuki-. Y gracias -añadió con gratitud.
Hyunk esbozó una leve sonrisa.
-Espero que seáis felices, niña.
Luego hizo una señal al conductor para que se pusiera en marcha. La carreta arrancó, y Yuki observó cómo el sargento se alejaba poco a poco de su vista. Salieron de la ciudad fronteriza en dirección a Jeongseon, la capital.
De pronto, algo captó la atención de la joven. A un lado del camino, entre la nieve, florecía un campo de flores. Era una flor fascinante, capaz de prosperaba en las temperaturas gélidas del otoño e invierno. Sus pétalos, de un blanco puro, parecían estar hechos de un delicado cristal de hielo. Cuando la luz del sol invernal incidía sobre ellos, reflejaban destellos iridiscentes, como si fueran pequeños prismas, creando un espectáculo de colores brillantes.
El centro de la flor tenía un tono azul profundo y translúcido, semejante al núcleo de un glaciar antiguo. Sus hojas, verdes con vetas plateadas, estaban adaptadas para resistir el frío intenso. Su tallo, robusto, estaba cubierto por una fina capa de escarcha natural que brillaba bajo la luz, otorgándole un aspecto etéreo y casi mágico.
Yuki no pudo evitar contemplarlas con asombro. A pesar del hielo y la dureza del invierno, aquella flor florecía con una belleza inquebrantable, como si desafiara al propio destino.
-Son bellísimas -dijo el conductor-. Se las conoce como Binghwa o Flor de Hielo.
-Sí, son hermosísimas -exclamó Yuki-. Nunca las había visto en Hanaya.
-Eso es porque no pueden crecer en su país, princesa. La Binghwa necesita frío, y el invierno de Hanaya es un poco más cálido que el de Gwanseong.
Yuki se quedó mirando fascinada el campo de flores.
-Una flor que florece con el frío... -murmuró para sí misma.
-El mundo está lleno de sorpresas, princesa -dijo el conductor con una sonrisa-. Por cierto, mi nombre es Aria -añadió, tendiéndole la mano.
-Yo me llamo Yuki. Encantada.
-Sé quién es usted, princesa. Mi padre me lo dijo antes de partir.
Yuki la miró con sorpresa.
-No me digas que eres la hija del sargento Hyunk
-Sí, Hyunk es mi padre, y ese mofle de atrás es mi primo.
-¡Oye! -exclamó Yuki-. ¡Seok no es tonto!
-En eso se equivoca, princesa. Es más tonto que un mofle. Dejarse atrapar así y acabar con una flecha en la espalda... El amor vuelve tonta a la gente.
Las dos rompieron en carcajadas.
-Aria, ¿puedes no llamarme princesa? Ya no lo soy -dijo Yuki con seriedad.
-Claro. ¿Y cómo la llamo entonces?
Yuki lo pensó unos segundos.
-Yu. Es como me llaman mis amigos.
-De acuerdo, Yu entonces -respondió Aria con una sonrisa.
Yuki la miró con cierta timidez antes de añadir:
-Y una cosa más, Aria...
-Dime.
-¿Puedes ser mi amiga?
-¿Amiga?
-Sí -respondió Yuki-. En mi vida he tenido pocos amigos... por no decir ninguno. Aquellos en quienes confiaba, creyendo que eran mis amigos, en realidad eran espías que informaban a mi padre. Nunca he tenido una amiga de verdad.
Aria miró a Yuki en silencio durante unos segundos.
-Será un honor ser tu amiga, Yu -afirmó con una sonrisa.
-Gracias -respondió Yuki con gratitud.
-Yu, ¿puedo preguntarte algo?
-Claro, pregunta.
-¿Es cierto que cuando lleguemos a la capital, y ese mofle de atrás despierte, piensas casarte con él mediante el Biseutalia?
-Sí -afirmó Yuki sin dudar.
-¿Estás segura de que quieres hacerlo?
-Sí. Amo a Seok y quiero estar junto a él.
Aria suspiró.
-Yu, el Biseutalia es una ceremonia de casamiento, sí... pero lo que la gente no sabe es que también es peligrosa.
-¿Peligrosa? -preguntó Yuki, sintiendo un leve escalofrío.
-Sí. Hay dos tipos de Biseutalia. El primero es solo una unión por palabras, donde las parejas confiesan su amor. Pero luego está el verdadero Biseutalia...
-Nuestro amor es sincero y puro -interrumpió Yuki con determinación.
-Lo sé, pero escúchame. El primer ritual es solo palabrería y juramentos que pueden romperse. Pero en el segundo ritual... no puedes mentir. Se analizarán vuestras almas y, si hay siquiera un mínimo de impureza en ellas...
-¿Qué pasará? -replicó Yuki, ansiosa.
-Moriréis -respondió Aria con seriedad-. Aquellas parejas que no sean completamente sinceras se transformarán en un Arboris Sententia.
Editado: 19.02.2025