El Legado de la Luna: La Hija de las Sombras

Capítulo 1: La Hija del Misterio

En la serenidad de la noche, el cielo estaba adornado por un manto estrellado, y la Luna, en su plenitud, parecía observar con una intensidad casi humana. Su luz, suave y plateada, caía sobre el bosque, creando sombras alargadas y danzantes. En el silencio de esa noche, un susurro se elevó entre los árboles, un sonido apenas perceptible para el oído humano, pero claramente audaz para las criaturas del bosque.

En una cabaña humilde, en el corazón de ese bosque, vivía la familia Brannon. Eran lobos de la manada de los betas, conocidos por su bondad y su apego a las tradiciones de su gente. La vida en el bosque, para ellos, era tranquila y simple, marcada por la rutina diaria y la convivencia armoniosa con la naturaleza. Sin embargo, esa noche estaba a punto de cambiar para siempre el destino de la familia.

El viento soplaba con una brisa fresca, y la familia Brannon estaba reunida alrededor de la chimenea, disfrutando de una cena sencilla. El patriarca, el viejo Bram, contaba historias sobre la vida en el bosque mientras su esposa, Elda, preparaba una última ronda de tazas de té. Sus dos hijos, Jarek y Mira, escuchaban atentamente, absortos en las leyendas y relatos de su padre.

De repente, un suave llanto llegó a sus oídos. Era un sonido que no habían escuchado antes, una mezcla de tristeza y desesperación. Bram se levantó con lentitud, mirando a su familia con preocupación. "¿Alguien más escucha eso?" preguntó, su voz cargada de inquietud.

Elda, con una mirada de sorpresa, asintió. "Sí, parece venir del bosque. ¿Deberíamos investigar?

"El viejo Bram, con su sabiduría ganada por los años, sabía que no podían ignorar ese llamado. Tomó su capa y se dirigió hacia la salida, seguido de cerca por Jarek y Mira. El sonido los guió a través del bosque, adentrándolos en la oscuridad que se había ido apoderando del lugar.

Finalmente, llegaron a un claro donde la luz de la Luna se filtraba entre los árboles. Allí, en el centro del claro, yacía un pequeño bulto envuelto en una manta desgastada. Al acercarse, Bram se agachó y descubrió a una bebé, con el cabello negro como la noche y una piel blanca como la Luna misma. Sus ojos, de un violeta profundo, brillaban con un resplandor inusual, reflejando la luz de la Luna.

Elda, al ver la criatura, sintió un nudo en el estómago. "¿Cómo ha llegado esto aquí? ¿Quién podría haber dejado a un bebé en medio del bosque?

"Bram tomó la bebé en sus brazos con ternura, notando un pequeño medallón colgado alrededor de su cuello. El medallón tenía una imagen de la Luna, incrustada en plata. "No lo sé, pero debemos llevarla a casa. No podemos dejarla aquí.

"De regreso a la cabaña, la familia Brannon estaba envuelta en una mezcla de asombro y preocupación. Mientras Elda limpiaba a la pequeña y la arropaba en una manta cálida, Bram examinó el medallón con atención. "No reconozco este símbolo. Es como si estuviera destinado a alguien especial.

"La noche pasó, y la familia Brannon aceptó a la bebé como parte de su hogar, llamándola Lyra, por el resplandor que traía consigo. Lyra creció rodeada de amor y cuidados, sus años de infancia llenos de risas y juegos con Jarek y Mira. Pero a medida que pasaban los años, algo extraño comenzó a suceder. Lyra parecía diferente, su belleza y presencia destacaban entre los demás.

A los seis años, Lyra ya había desarrollado una agilidad y gracia excepcionales. Su cabello ondulado y sus ojos violetas atraían la atención de todos, y aunque sus padres adoptivos la amaban profundamente, no podían evitar sentir que había algo inusual en su hija. A veces, Lyra soñaba con cosas que no podía entender, visiones de paisajes lejanos y seres de otras eras.

A los diez años, Lyra comenzó a notar más diferencias. Aunque su familia y amigos la querían, su naturaleza parecía atraer miradas curiosas y murmullos. En la aldea de lobos, la espera de la transformación a la que se esperaba que Lyra se sometiera comenzaba a ser una fuente de tensión. Los lobos de la aldea no podían comprender por qué Lyra no se transformaba como ellos, y sus compañeros comenzaban a apartarse de ella.

El día en que Lyra cumplió dieciséis años, el peso de las expectativas se hizo sentir más que nunca. En el corazón de la aldea, el ritual de la transformación era un evento sagrado, una prueba de que cada joven loba estaba listo para asumir su lugar en la manada. Para Lyra, este era un día de incertidumbre y temor.

En el claro del bosque, la ceremonia comenzó con una solemnidad que marcaba la importancia del evento. Lyra, con una mezcla de ansiedad y esperanza, se preparó para lo que pensaba que sería su momento de revelación. Sin embargo, cuando llegó el momento, no ocurrió nada. La transformación que todos esperaban no se materializó, y Lyra se encontró sola en el centro del círculo de lobos que observaban con ojos llenos de sorpresa y, en algunos casos, desaprobación.

El silencio que siguió a la falta de transformación fue denso y doloroso. La familia Brannon, con el corazón roto, intentó consolar a Lyra, pero la presión de la aldea era implacable. A partir de ese día, la vida de Lyra cambió drásticamente. La amabilidad que había recibido se transformó en frialdad, y la joven que había sido acogida con amor se encontró en el centro de la desconfianza y el aislamiento.

Pero incluso en medio de la oscuridad, Lyra no perdía la esperanza. Sabía que había algo más allá de lo que el bosque y sus habitantes podían comprender. En el fondo de su corazón, sentía que su destino era mucho más grande y complejo de lo que cualquiera podría imaginar. Y así, mientras el bosque se sumía en la quietud nocturna, Lyra se preparaba para enfrentar los desafíos que se avecinaban, con la certeza de que su historia estaba lejos de terminar.




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