El Legado de las Sombras

Capítulo 1: La Guardiana de las Sombras

Lira (segunda guardiana)

 

El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, pintando el cielo con tonos de naranja y púrpura. El crepúsculo era mi momento favorito del día, cuando las sombras se alargaban y cobraban vida, susurrando secretos antiguos que solo los guardianes como yo podíamos entender.

 

Me llamo Lira, y soy una Guardiana de las Sombras del reino de Elarion. Mi deber es proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad, asegurándome de que las sombras no caigan en manos equivocadas.

 

Caminaba por los estrechos callejones de la ciudad capital, mis pasos silenciosos y calculados. La mayoría de la gente pasaba junto a mí sin notarme, algo que había perfeccionado con los años. Ser una Guardiana requería discreción y vigilancia constante. Mis sentidos estaban siempre alerta, captando cualquier tipo de ruido y movimientos a largas distancias.

 

Esa noche, sentí una inquietud en el aire, una vibración sutil pero inconfundible. Las sombras estaban más agitadas de lo habitual, como si presintieran un cambio inminente. Me detuve frente a una tienda abandonada, sus ventanas rotas y cubiertas de polvo. Las sombras dentro del edificio parecían moverse con nerviosismo y rapidez.

 

Entré con cautela, mis ojos adaptándose rápidamente a la penumbra. Mis dedos rozaron el pomo de mi daga, una reliquia antigua que podía canalizar la energía de las sombras. Escuché un murmullo suave, casi imperceptible, proveniente del fondo de la tienda. Avancé en silencio, mis pasos amortiguados por el polvo.

 

En el rincón más oscuro, encontré a un niño, no mayor de quince años, acurrucado contra la pared. Sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y determinación.

 

Lo reconocí de inmediato: Kian, el huérfano que había estado vagando por las calles desde hacía años. Pero había algo diferente en él esa noche. Las sombras parecían rodearlo, protegiéndolo, como si tuvieran una conexión especial con él.

— Kian— dije suavemente, tratando de no asustarlo.

 

— ¿Qué haces aquí? —Él levantó la vista y pude ver el destello de comprensión en sus ojos.

 

— "Las sombras... ellas me llamaron— murmuró, su voz apenas era un susurro. — No sé cómo explicarlo, pero siento que tengo que estar aquí. — Asentí, sintiendo la verdad en sus palabras.

 

 Sabía que había algo más grande en el juego, algo que involucraba no solo a Kian, sino a todo el reino.

 

—Ven conmigo— le dije, extendiendo una mano. "Es hora de que conozcas tu verdadero destino." Kian dudó por un momento antes de tomar mi mano.

 

 Sentí una corriente de energía pasar entre nosotros, una conexión que confirmaba mis sospechas. Este niño era especial, y su destino estaba entrelazado con el mío de una manera que aún no comprendía del todo.

 

Salimos de la tienda y nos adentramos en la creciente oscuridad de la noche. Las sombras nos rodeaban, susurrando promesas de poder y secretos olvidados. Sabía que nuestro camino no sería fácil, pero también sabía que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío.

 

 Mientras nos alejábamos, no podía dejar de pensar en las palabras de la profecía que había oído tantas veces: "Cuando las sombras elijan a su guardián, el destino de Elarion cambiará para siempre". Y en ese momento, supe que Kian era ese guardián, y que nuestra aventura apenas comenzaba.

 

Sabia que algo muy peligroso estaba por suceder, sin embargo no contaba con que el niño que se encontraba a mi lado dejaria de serlo muy pronto...

 

 



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En el texto hay: romance, magia oscura, seres miticos

Editado: 16.06.2024

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