La mansión Devereaux estaba en calma después de la épica batalla con la Sombra de la Eternidad, pero la tormenta que se había formado en el exterior parecía reflejar la turbulencia interna de la familia. El viento aullaba como un lamento que resonaba a través de los pasillos, y la lluvia golpeaba las ventanas con una intensidad que amenazaba con romper el cristal.
Emily, John y Sophie estaban en el gran salón, agotados pero aliviados por la victoria obtenida. El Cáliz de la Luz, ahora guardado en un lugar seguro, había cumplido su propósito, pero la atmósfera en la mansión seguía cargada de una energía inquietante. La tormenta exterior no hacía más que intensificar la sensación de desasosiego.
—Creo que deberíamos intentar descansar un poco —sugirió Emily, su voz cansada pero firme—. Lo que hemos pasado ha sido abrumador, y necesitamos reponernos.
Antes de que pudieran relajarse, un golpe seco resonó desde el patio trasero, seguido por un extraño crujido. El sonido era inusual y parecía desafiar la calma que habían intentado recuperar. John se levantó rápidamente, dirigiéndose hacia el patio para investigar.
—Voy a ver qué es eso —dijo John, mientras se abría paso hacia la puerta principal.
Emily y Sophie lo siguieron, la lluvia ahora torrencial y la tormenta rugiendo con una fuerza que parecía casi sobrenatural. Con cada paso que daban hacia el exterior, el suelo se volvía cada vez más lodoso y el viento golpeaba con furia. La tormenta parecía tener vida propia, como si la casa estuviera bajo un asedio de las mismas fuerzas oscuras que habían enfrentado.
Cuando llegaron al patio trasero, el barro estaba cubierto de agua y la visibilidad era limitada debido a la tormenta. John se adentró con cautela en el barro, buscando el origen del sonido. A medida que avanzaba, sus pasos se hundían en el suelo fangoso, y la lluvia caía como una cortina impenetrable.
De repente, bajo un gran charco de barro, algo llamó su atención. Era una forma, parcialmente oculta por la lluvia y el barro, que parecía ser el cuerpo de una niña. La figura era apenas visible, pero su presencia era perturbadora. John se arrodilló con dificultad, luchando contra el barro y la lluvia para desenterrar la figura.
Emily y Sophie se unieron a él, y con gran esfuerzo lograron despejar el barro que cubría el cuerpo. La lluvia no cesaba, pero bajo el barro, el cuerpo de una niña, que parecía tener no más de diez años, fue revelado. Su rostro estaba pálido y su expresión era de una tranquilidad inquietante, como si estuviera en paz a pesar de su trágica situación.
Emily se arrodilló al lado del cuerpo, su mente llena de preguntas y angustia. —¿De dónde ha salido esta niña? ¿Qué significa esto?
Sophie, mientras examinaba el entorno, notó algo más. —Miren, hay algo en el barro, cerca de donde estaba el cuerpo. Parece un colgante.
John se inclinó y encontró un pequeño colgante dorado, con una inscripción en un idioma antiguo que apenas podían leer. A medida que limpiaban el colgante, notaron un símbolo que coincidía con algunos de los antiguos emblemas que habían encontrado en sus investigaciones sobre la Sombra de la Eternidad.
La lluvia comenzó a amainar, y el viento se calmó lentamente, como si la tormenta hubiera sido desencadenada por el descubrimiento. El cuerpo de la niña, aunque aún frío y mojado, parecía estar en un estado de reposo sereno.
—Tenemos que averiguar quién es y qué le ocurrió —dijo Emily, con determinación—. Esta niña no puede haber aparecido aquí por casualidad. Su presencia y el colgante deben estar conectados con la oscuridad que hemos enfrentado.
La familia regresó al interior de la mansión con el cuerpo y el colgante, cada uno con un sentimiento de inquietud y compasión. Decidieron colocar el cuerpo en una habitación de la mansión que estaba siendo utilizada como un lugar de descanso temporal para tratar de proteger su dignidad.
Mientras investigaban el colgante y el cuerpo, comenzaron a unir las piezas del rompecabezas. La inscripción en el colgante parecía hacer referencia a un antiguo linaje que había estado involucrado en las leyendas y rituales oscuros relacionados con la Sombra de la Eternidad. La niña parecía ser una víctima de estas prácticas, un sacrificio que había sido olvidado en el tiempo pero que ahora estaba siendo recordado.
Con el tiempo, descubrieron que la niña, llamada Eliza, había sido parte de una familia que había sido víctima de un antiguo ritual para intentar invocar o controlar a entidades oscuras. El ritual había salido mal, y Eliza había muerto trágicamente, su espíritu atrapado en una especie de limbo hasta que el ritual fue completado o la entidad que la había capturado fue finalmente derrotada.
El hallazgo del cuerpo de Eliza y el colgante parecía ser una última pieza del rompecabezas en la lucha contra la oscuridad. Era una señal de que el pasado aún tenía un impacto en el presente y que la mansión Devereaux estaba conectada con eventos antiguos y oscuros que necesitaban ser confrontados para lograr una paz duradera.
Emily, John y Sophie sabían que aún había mucho por hacer. Aunque la batalla contra la Sombra de la Eternidad había sido ganada, el descubrimiento de Eliza indicaba que había más secretos y verdades por desvelar. La mansión Devereaux, aunque ahora libre de la Sombra, seguía siendo un lugar de misterio y terror, y la historia de Eliza era solo el principio de una saga más profunda.