Si amar significara morir ya hubiera muerto por haberte amado tanto.
Aunque ya había pasado el tiempo ya ante todos disimulaba mi causa, me sentía como aquella abeja perdida en un jardín de girasoles buscando aquella flor que está perdida entre su hermoso campo. Negaría el cielo y no que aun cada noche veo sus fotos y miro en sus nuevos retratos aquella sonrisa que causa la nueva presencia de una persona que quizás la hace feliz en los lugares que yo nunca pude.
Admiraba el silencio de la felicidad que provocaba el rechazo de querer volver a verte sufrir; quizás no fui lo suficiente para hacerte feliz no te vi lo suficiente a los ojos y te dije al oido lo hermosa que eras comparada con las nubes que adornan el cielo. No podía impedir pensar; que en los lugares mas remotos de mi corazón se encontraba aquel recuerdo ante las sobras de la iglesia cuando sostuve tu cadera y la sujeté contra mi cuerpo; haciéndonos sentir andróginos uno por el otro.
Desenfrenos de ira durante las noches solo en mi habitación; salen de mi alma, pequeñas luces entran por las rendijas de mi ventana, y en verdad me di cuenta que sufrimos porque olvidamos que somos instantes en esta tierra de circunstancias paralelas. Tengo sueño al no verte y ansias al no poder encontrarte, cada escalón es mas pesado pero me imagino que caminas a mi lado cuando en realidad no estás, disimulo el haberte olvidado cuando mi mente aun sabe que no es verdad.
Entre charlas inscritas con la mente y la razón, en un pequeño rincón de mi mente escucho aquella dulce y fría voz,
- Puedes tener éxito y riquezas o tal vez ser conocido por todos pero; al igual que otros tienes un corazón, y por eso tienes sentimientos, lloras por una desilusión, te cuesta decirle adiós a un amor; y en las noches cuando estas solo deseas un abrazo sincero que vuelva a encender las llamas del amor que alguien convirtió en cenizas.
Charlamos tanto y le hablé sobre en cuanto podía, era mi mejor mejor amiga y a la vez hacía el papel de la razón en esta conversación, le expliqué que todo este dolor también era amor, que el cielo se volvió gris por que solo sus ojos le daban color, que amar significaba entregarse de verdad, y aunque se caiga el cielo y si ella regresaba la volvería amar.
No me despedí; solo espere el momento adecuando que en verdad nunca llegó; quise posar sobre los recuerdos que aun albergan mi memoria melancólica, pero solo veía imágenes de un pasado que el sonido de mis lagrimas era lo único que se escuchaba al momento de presenciar su recuerdo en mi memoria.
Escribí una carta aunque luego la incendie, dejé que el viento se la leyera cuando lleguen sus momentos tristes, la carta contenían latidos de esos que te hacen saltar el corazón y en ella le puse letras que me dictaba el corazón. Le narre la carta a la razón y al abrirla ella se sorprendió,
-Quieres ser fuerte cuando por dentro eres tan frágil, quieres poder conquistar el mundo; para hacer algo que alguien no supo hacer cuando destruyó el tuyo. Quieres ser libre y a la vez tan tímida juegas a ver colores en un marco de oscuridad, para muchos eres luz y para otros eres mar, pero para ti quien eres en realidad.
Quise enviar a volar todos los recuerdos que me ataban a ella; pero sin mas, la noche en que menos lo esperaba, descubría mis ojos dirigidos a sus retratos guardados bajo llave. Solo yo conozco ese lado vulnerable, ese punto a siegas de este amor endeble, no creo en el amor, mas bien creo en el sufrimiento causado por éste, de como te hace recorrer pasillos oscuros llenos de desesperanzas, y mitigaciones que te obligan a pensar en la causa de un amor que evoluciona hasta llegar a su punto mas alto; el dolor.
Las heridas causadas por el amor son el reflejo de aquello que llegaste a sentir cuando entregaste por entero tu alma a alguien que juraba que juntos se harían felices; la consistencia de sus palabras envolvieron durante años los días donde no tenía para poder hablar con ella. Ya puedo ver de cerca el cielo y veo que éste también es negro y que las estrellas se acercan cada vez mas a la luna para darle su beso de despedida a la hora de salir el sol.
Las leyendas suelen ser cantadas en los campos de las costas, donde las ballenas rojas lloran hasta llenar el océano, mirar al cielo y ver que hay menos estrellas durante la noche y como se acerca el amanecer que hará desaparecer este sueño recurrente entre las almohadas mojadas de tanto llorar. Lloran las aves al no escucharte cantar, viajeros cuentan la ironía de todo lo que algún día juntos logramos soñar, y en realidad envuelto entre el dolor; cada noche antes de dormir al llorar le deseo lo mejor, porque para mi esto si es amor. Lo que tu ausencia me enseño en los días que no te tenía, explique a mi vida que ésta solo era una de esas temporadas donde tu partida era pronta pero tu llegada tardaba lo suficiente como para crear otro universo.
Escribo letras junto al viento, en viajes siendo yo un inexperto, creí haberla recreado en otro cuerpo, era su estatura la misma, corto pelo y espejuelos, voz tenue y delicada. Miré su suave rostro escarlata mientras sostenía una llamada, ambos nos mirábamos y por un minuto olvide el dolor que sentía, aunque sabía que todo era por la agonía, en personalidad eran distintas, ella no necesitaba ser halagada por que todo sobre ella ya lo sabía. Por horas hablé con ella junto a las luces de la piscina, y no le mentiré a la vida sentí que hablaba con ella misma, a la hora de la partida mencioné su nombre; que de momento cubrí con una leve risa.
Fue lo mas cercano a querer volver a enamorarme, ya habiendo pasado tanto tiempo desde la ultima vez que nos vimos junto al muérdago, tu reflejo en el espejo de mi conciencia, hacían a la vez mis mañanas mas dolorosas y bellas. Caminaba sin pensar en ningunas de ellas; vi el atardecer desde las ventanas de la razón, perdí el apego al amor y me inscribí en los versos del desamor, escribo mis tardes en poemas que relatan el suicidio del corazón donde volvió a confiar en sus instinto y perdió la apuesta que hizo con su hermana la razón.