6 razones por vivir

— Por favor, solo necesito 6 días solo seis días, luego de haber pasado ese tiempo entonces decidirás si verdaderamente vale la pena morir, si en verdad lo deseas hacer, pero por favor dame seis días y te mostrare por que debes vivir.

La chica con la que aquel joven hablaba solo se limitaba a escuchar mientras que en su mano yacía un pequeño cuchillo el cual no parecía querer soltar y mantenía presionando en su muñeca izquierda y ya hubiera penetrado la piel si no fuera por el hecho de que aquel joven sostenía su brazo con fuerza impidiendo que esta cometiera un error del cual no pudiera ni siquiera arrepentirse. Aquella chica floja sus músculos y dejo que este tomara el cuchillo de sus mano, en cuanto lo toma lo lanzo hacia un lado y hala la chica hacia el abrazándola como si no hubiese un mañana a sabiendas de que aún no gana la batalla y solo esta alargando la decisión que esta había tomado ya hacia tiempo y que apenas había tenido el valor de realizarlo, tiene claro de que si aparta la vista un segundo la encontrara intentando cortar su garganta, sus venas o simplemente apuñalando su cuerpo con algún objeto punzante algo que este intenta impedir, no podía permitirse perderla al menos no de esta manera.

— Te vendré a buscar temprano.

Dice acariciando su suave rostro mientras que limpiaba las lágrimas que de aquel rostro no podían dejar fluir, pero no se marcho sin antes asegurarse de desaparecer todo objeto que pudiera ser un peligro para ella.

A la vuelta de la esquina se encontraba una farmacéutica por la cual no dudo pasar antes de llegar a casa.

— Buenas.

Saluda al entrar evitando mostrar signos de preocupación.

— ¿En que le podemos ayudar señor?

— En realidad, vine a pedirle un gran favor. — Los presentes no pudieron evitar mostrar signos de confusión al este hablar, más por el momento solo se limitaron a escuchar. — Si ven a esta joven — Dice mostrando una fotografía desde su móvil — No le vendan ningún tipo de fármaco, se lo agradecería con toda el alma.

La voz casi se le corta al hablar sin embargo pudo controlar sus emociones, los que allí se encontraban notaban que algo extraño pasaba, pero como saber que si aquel no hablaba, la señorita que desde un principio tuvo la intención de atenderle se dispuso a preguntar más este lo impidió marchándose en cuanto termino de pronunciar palabra.

— ¡Hey! Señor.

Esta intento impedir que aquel se marchara.

***

— ¿A dónde me llevas?

Preguntaba ella impaciente mientras se desplazaban por la carretera

— Ya lo sabrás Shamel.

Ella estaba impaciente, aunque no comprendía la razón por la se sentía de esa manera la verdad era que desde hacía rato lo único en lo que pensaba era en terminar con su decrepita vida que lo único que le había traído hasta aquel momento era sufrimiento y desgracia.

— No comprendo como puedes ser tan egoísta.

Decía el Joven deteniéndose frente a un hospital mientras la observaba.

— Porque me dices eso Mayk.

— ¿Reconoces ese lugar? — Responde señalando hacia el centro médico, mientras ella solo asiente sin comprender nada de lo que él decía o porque se encontraban en aquel lugar. — Es donde naciste ¿No?

— ¿Y cómo podrías saber tú eso?

— Toda persona que haya hablado con tu madre, aunque sea una vez habrá escuchado la historia de aquel fatídico, pero hermoso día de tu nacimiento ¿Recuerdas que al comenzar a contarla normalmente dice "creía que la perdería"? ¿Permitirás eso ahora? ¿Le causarías un sufrimiento así luego de haberte visto crecer luego de darte todo de su vida?

Shamel no podía mirar a su novio a los ojos y hacia un esfuerzo inhumano para no llorar en aquel momento, sabía que no importa lo que ella dijera no tendría la razón sabía que cada palabra que saliera de la boca de Mayk ella no podría contra restarla ni con el argumento más profundo que ella sacase teniendo como base el acontecimiento más doloroso de su vida, ella no le ganaría una batalla si respeto argumento es, él los tendría todo. Mayk por otro lado deseaba seguir amonestando aquel muñeco de porcelana que en aquel momento de su vida lloraba hasta por el semáforo haber cambiado a rojo su cesibilidad emocional estaba se encontraba en el hoyo más oscuro y profundo de toda la vía láctea y el buscaba la manera de reparar ese hueco, pero aun sobraba tiempo y consideró que era momento de mantener sus labios junto y seguir hablando en otro momento más oportuno.

— Mayk, quiero ir a casa.

Dijo en voz baja mientras mantenía su vista perdida en la ventanilla del vehículo.

— ¿No puedes acompañarme un rato más? Quiero llevarte a comer algo.

— No tengo hambre.

Dijo en cuanto deje de hablar no espero ni una milésima de segundos, era como si ya tuviera la respuesta preparada desde antes de que comenzara hablar.

— Sham, crees que no sé qué no has estado comiendo nada, la nevera esta exactamente como la deje y sé que solo...

Deja de hablar, sabía que si lo seguía haciendo se arrepentiría, así que se detuvo para pensar en lo decía.

— ¿Solo que Mayk?

Ese fue el único momento en que se detuvo para mirar su rostro.

— Solo has entrado a esa cocina para tomar algo de agua.

Ella sabía que detrás de la anterior oración había algo más, pero solo seguiría mirando atreves de la ventanilla, esperando que el vehículo se moviera y se detuviera frente a su casa, porque un hogar no lo consideraba.

— Te llevare a comer.

Fue la palabra final de Mayk al volver encender el auto, Shamel no dijo nada solo observo como lo que había estado observando quedaba atrás al instante que Mayk ponía el vehículo en marcha.

Mayk, introdujo una memoria en la ranura USB del vehículo dejando sonar una música suave melodiosa en un intento de despejar la tensión del habiente, Shamel miro de reojo a su querido novio para luego volver a sus ojos al mismo lugar, pero esta vez lo mantenía cerrado mientras que apretaba sus manos contra su pecho ella lo deseaba más cerca, sin embargo, una barrera de incertidumbre la separaba de él.