El libró de Chrono

Riñas: Amos y Esclavos

Una tarde un hombre corpulento se encontraba en medio de aquel valle

Rodeados de blanco, fuertemente armados, todos ellos lo mantenían fijados con su arma de fuego, pero no se atrevían hacer nada ya que tenía a la hija del jefe en sus brazos con una navaja en el cuello de la pobre chica y en su mano izquierda mantenía una lanza.

— Dile que busquen a tu padre o si no, esto no terminara bien para ti.

Le decía el hombre negro a la chica, ella sonrío, al parecer pensaba que todo estaba bien para ella.

— No te muevas, si lo haces la navaja podría terminar hundiéndose en tu cuello.

En ese momento el hombre alejo su mano izquierda de la chica y en un ágil movimiento la punta de la lanza la fijo tras de él dónde se encontraba un hombre al parecer desarmado que intentaba golpearlo por detrás. El hombre negro con la fuerza que pudo clavo la lanza en la barriga del hombre blanco luego la saco empujando el cuerpo del hombre con el mismo pie izquierdo para luego volver a clavar la lanza en la cabeza del mismo sin perder mucho tiempo, todo, sin dejar de estar a espalda de aquel hombre.

— Porque no le dices aquellos hombres que busquen a tu padre, podrías salir de este infierno en algunas horas.

Seguía hablando al oído de la chica, esta se encontraba aterrorizada, al ver que este hombre, era tan complicado de controlar.

***

— Señor, por favor, no podemos hacer nada venga conmigo, es su hija.

Decía un hombre en tono desesperado, el mismo acudió a la voz del hombre y prosiguió a acompañarlo.

Salieron de aquella casa y el primero guiaba a su jefe hasta el lugar donde se encontraba el alboroto se encontraban a solo unos metros del lugar cuando una lanza atravesó la cabeza del joven que había ido a buscar a su jefe, el jefe se percató de que aquella lanza había sido lanzada por el hombre que tenía cautiva a su hija.

***

El hombre negro noto que el padre de la hija venia hacia el lugar guiado por unos de sus lacayos, el negro tomo una de las tantas lanzas que tenía a su alcance fijo al lacayo y la mando tras él, atravesando la cabeza del mismo.

— El próximo serás tú si das un paso más.

Dijo desenterrando una lanza más y dejándola alzada a la vista de todos los presentes, el hombre obviamente se detuvo y antes de que aquel hablara, el hombre de piel oscura hablo.

— Entregarme a mi hijo y lo quiero ya, si le llegara a faltar una pierna, una pierna menos tendrá tú hija, si le llegara a faltar un dedo de la mano un dedo menos tendrá tú hija, si llegara a estar tuerto, tuerta estar tú hija, si esta siego, siega estar tú hija y si no me lo entrega dentro de 12 horas, te la devolveré en pedazos.

Decía mientras presionaba levemente el cuello de la joven provocando que sangrara con levedad, el hombre de piel oscura le indico a la joven que caminara mientras que alejaba el cuchillo de su cuello, aun así, esta no tenia de ora ya que se encontraba encadenada a él.

— Si se atreven a atacarme la usara como escudo humano.

El padre de la chica no sabía que hacer apenas pudo indicar que no hicieran nada.

— Tu un simple esclavo...

El hombre de piel oscura se apresuró a presionar la navaja en el cuello de la chica y el padre quedo en silencio de inmediato.

— En 12 horas, sino...

El hombre se comenzó alejar con la chica, tras de él, obligada a cubrir su retaguardia, si le pasaba algo a él, ella lo pagaría.

***

El hombre de piel oscura se encontraba dando golpe al aire, a un montón de tablas unidades que quedaban destrozada al contacto de su puño, a los árboles cercanos que se estremecían al ser atacados por su furia, mientras que la joven se encontraba encadenada a la casa justamente al lado de la puerta trasera con guillos en sus pies y en sus manos, encontraba sentada en el suelo, mientras que no podía evitar que sus brazos estuvieran suspendido en el aire por las cadenas que la ataban mientras observaba al hombre de piel oscura con lágrimas incesante deseando salir de aquel lugar.

Una lanza se dirigía directo a la cabeza de la joven, pero el hombre de piel oscura la detuvo y la devolvió a su dueño con bastante precisión quien la acepto de inmediato deteniendo su curso que parecía que era herirlo.

— ¿Por qué proteges a esa blanca?

Pregunto aquel hombre mientras bajaba del techo de la casa que quedaba al lado.

— Es el boleto para recuperar a mi hijo hermano.

El hombre de gruesos y oscuro labios la observo, se acercó tanto, que pareciera que la tomaría mientras que la joven intentaba alejar su rostro de él sin conseguir resultados positivos.

— No le hagas nada.

El hombre de gruesos labios se detuvo, con un chasquido de disgusto, mientras que el hombre de piel oscura se acercó a ella soltando los guillos de su mano, la cual la dejaban es una posición incómoda, en diversos sentidos.

— ¿Por qué me desatas?

Preguntaba ella confundida, él que se alejaba de ella se detuvo a observar su rostro de rabia y prosiguió a contestarle.

— Tener las manos tanto tiempo arriba provoca que la sangre de tus brazos se aleje de ellos, eso provoca entumecimiento en los brazos y dejarlo tiempo de más arriba, puede provocar que queden inservible, tu padre no querrá una hija con brazos inservibles, como podrías cocinarle o limpiarle a ese hombre de prestigio con el que tu padre te quiera casar.

Termino diciendo mientras que él y su amigo echaban una carcajada y se alejaban un poco del lugar sin quitarle la vista a la joven se disponían a comer algo, que el hombre de piel oscura había preparado. El hombre de piel oscura observo a la muchacha y no pudo evitar servirle algo y llevárselo, para luego seguir conversando con su amigo.

— Esa chica, no tiene la culpa de nada, solo está aquí por el estúpido de su padre, pagando los pecados de aquel hombre.

Decía en voz baja, el hombre de piel oscura.

— Ella no estuviera aquí si eso blanco ya hubiese soltado a los nuestros, a mi hijo, y su niña no estuviera sufriendo



#16882 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 27.02.2022

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