El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Capítulo IV - El último baile.

Tiempo:

8:24AM, 18 de diciembre de 1907.

Lugar:

Estación de trenes de Destokar, Nación de Grity, Continente Apsurer.

 

Habían pasado algunos años para las familias Flanagan y Mustaffa; Melody tuvo que terminar asistiendo a la escuela Lady Halane (La tercer mejor escuela de toda la nación) según su eslogan, a sus diecisiete años Melody cursó su último año en el otro pueblo prácticamente (tenía clases de mañana y noche, los fines de semana debía de quedarse estudiando en el otro pueblo).

—¿No estás emocionada querida? —dijo el señor Flanagan.

—Ver a nuestra hija luego de tanto tiempo ¿y no estarlo? —replicó Shaneka.

El señor Flanagan, sacó del bolsillo de su abrigo un papel plegado, lo abrió y era la última carta que habían recibido de Melody hacía unas dos semanas atrás.

—¿Dónde se ha metido este tren?— preguntó Enrique, que no dejaba de caminar en círculos, y sacar cada menos de un minuto su icónico reloj de bolsillo, para admirar la hora, y volver a quejarse.

—Ya debe de haber llegado, iré a hablar con la muchacha de los boletos otra vez, algo en su horario que me mencionó sobre los trenes no me convence— exclamó el señor Flanagan cerrando la tapa de su reloj y volviéndolo a guardar en el traje.

 —Por favor, Enrique deja hacer su trabajo a la señorita —protestó Janika a no tiene caso que lo detenga  pensó Janika.

 

Destinatario: Sr. Flanagan, Enrique Manuel.

Dirección: Nación de Grity, Destokar, calle Fartell  30.

Fecha: 28 de noviembre de 1907.

 

Padre, madre; creo que me dará tiempo para regresar a casa para la fiesta del jabalí Padver. Aún tengo mucho que acomodar aquí, el último examen para antes de la universidad está cerca, me siento un poco afligida. Pero estoy segura de que con la ayuda de Dazzler y Faxian, me será fácil. Hubiera llamado por teléfono, pero solo tenemos uno disponible en todo el establecimiento, aparte de que tendría que hacerles perder el tiempo para que fueran hasta el banco o hasta la Taberna de Señor Sawer. En fin, Tengo pensado tomar el tren el día 17 de diciembre, el de última hora. Supongo que llegaré allí cerca de las 7:00 AM. ¿Por favor podrían comunicarles a Amy y Trimuell que regresaré?

Gracias, los quiero.

 

 

El sonido del tren se hizo presente en los oídos de los señores Flanagan, a lo lejos una locomotora se dejó ver, la cual se acercaba a gran velocidad. Algunas personas que estaban sentadas en los primeros asientos leyendo el periódico, se levantaron.

—Allí está, señor —dijo la muchacha de los boletos, señalando hacia las vías.

El señor Flanagan se giró y salió casi corriendo hacia donde se encontraba Shaneka.

—¡Cuidado, no se vaya a caer! —gritó la muchacha de los boletos.

—Próxima parada Destokar, los que tengan boleto para el pueblo Vukler aguarden sentados, no queremos que se arme un tumulto de personas en la plataforma, gracias.

—Esas malditas radios del techo no me dirán que debo alejarme de la plataforma —anunció el señor Flanagan mirando a su esposa.

El tren llegó a su destino, la voz del megáfono volvió a sonar, pero esta vez los Flanagan ni siquiera la escucharon, una porque la caldera del tren no los dejaba escuchar y otra porque estaban más concentrados en la llegada de su hija.

Desde el interior comenzaron a bajar las personas, al menos unas diez o trece, el señor Flanagan no las contó una por una, pero la última en bajar fue una señorita bastante joven, con un vestido de color celeste y un sombrero enorme para tapar el sol de aquella mañana infernal.

—¡Mamá, papá! —exclamó la joven y caminando por la plataforma fue a abrazar a sus padres.

—¿Qué pasó con de no usar vestido? —dijo Shaneka rodeando con los brazos la cintura de su hija.

—Es que… este último año tuve que adaptarme a las modas del nuevo siglo— contestó Melody con una sonrisa—, mi amiga Dazzler, su madrina es una modista muy famosa en la Nación de Hazquer, cada dos semanas le regala nuevos vestidos, zapatos, trajes de baño, capelinas, guantes, acompañados de aros, collares y anillos. A mitad de año me canse de que Faxian y Dazzler, me recomendaran cambiar mi estilo, y pues eso hice. Sólo quería que fueran como una especie de sorpresa para ustedes —comentó Melody.

—Señorita Flanagan —la voz de un niño se pudo oír desde la entrada al tren—, señorita Flanagan su equipaje —repitió.

—Estás muy linda hija —alagó Janika, seguido por un codazo hacia su esposo.

—¿Qué? —dijo el señor Flanagan mirando a su esposa—. Oh sí, estás muy bonita hija.

—Iré a buscar mi equipaje.

—No te preocupes, iré yo —exclamó Enrique.

—Está bien papá.

Melody y Shaneka siguieron caminando hasta pasar las puertas de la estación. En el centro de la estación había un gran reloj colgado del techo con números romanos sobre una de las paredes una pizarra enorme predominaba con todos los horarios de ese día para los trenes que llegaban y los que se iban, debajo de varias boleterías, Shaneka y Melody bajaron las escaleras.



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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