El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Capítulo VII - Sendero de velas.

Tiempo:

3:07 PM, 31 de marzo de 1908.

 

Lugar:

 Pueblos cercanos de Destokar, Nación de Grity, Continente Apsurer.

 

—Vamos, vuelve a trabajar, ya pasó el descanso Mustaffa —se oyó desde fuera del pequeño compartimiento.

—Iré en un momento —indicó Trimuell volviendo a desplegar una carta.

 

Destinatario: Sr. Mustaffa, Trimuell.

Dirección: Nación de Grity, Destokar, calle Higty  155.

Fecha: 30 de marzo de 1908.

 

Sé que tienes mucho trabajo por delante, no te preocupes. Por eso te escribo esta carta, tengo alguna noción de que el señor Dirty no te dará muchas pausas entre la búsqueda de productos y el atender el mercado y desconozco los horarios a los que estás sujeto amigo mío.

Pasé las pruebas tanto físicas como intelectuales, pero ahora creo que tengo otro problema, no quiero preocuparte, pero deberé ir a la Nación de Seratrom, allí es donde se encuentra la escuela de “Los aviadores del mañana”. Aún no tengo resuelto todo, pero necesito que me respondas que le has comunicado a Amy sobre esto. O al menos que me des algún horario en que me pueda comunicar con ella por teléfono. Necesito que los dos me cubran lo más sutil que puedan con mis padres ya que todavía no les he dicho, y estoy esperando el momento, pero con esto se me hace cada vez más complicado, con la ayuda de mi tía, Quiteri y Dec (Una nueva amiga del hogar que me ayudó con el entrenamiento) se me ha hecho un poco más llevadero. Oh Trimuell como me gustaría que estuvieras aquí. Creo que la mejor noticia será que estaremos más cercanos. A propósito, ¿Cómo llevas tu plan?

 

P.D.: Puedes contestarme por teléfono cuando encuentres la hora adecuada, después de todo, en los próximos días presentaré mi carta de renuncia en la empresa de comunicaciones de Acekrop. Descuida tengo un plan. Un abrazo y espero tu llamada.

 

Atte: Melody Flanagan.

 

El muchacho la volvió a plegar y la dejó en el fondo del bolsillo de su pantalón. Había llegado a las once horas como su patrón el señor Dirty le había comunicado el día pasado, ese mismo los pedidos de bolsas de harina como las de atados de acelgas habían volado del mercado; y él y su compañero Jar (otro empleado del señor Dirty) tuvieron que encaminarse hasta la Nación de Grity para buscar más productos y volver al atardecer apenas los pedidos fueran buscados. El problema sería la vuelta desde  la Nación de Grity, ya habían desperdiciado bastante tiempo en el viaje de ida.

Por eso el otro empleado del señor Drity estaba tan apurado en cargar todas los productos que su patrón les había solicitado sin falta. Luego de varias horas de carga  bolsas tras bolsas de diferentes índoles, los muchachos se tomaron un descanso.

—Apura Mustaffa, que no tenemos todo el día —exclamó el joven Jar, era un muchacho mucho más grande que Trimuell, su cabello rubio o al menos el que se había dejado ya que solamente le sobresalía una cola de caballo por el extremo de su sombrero de paja. El resto de su cabello apenas visible de su cuero cabelludo como diminutas raíces que recién se están asomando por la tierra. Sus cejas estaban totalmente desaparecidas de su rostro y sus ojos color café denotaban un aire de seriedad que era complicado de divisar para Trimuell por la falta obvia de sus cejas.

El muchacho se levantó y se regresó hacia el lugar donde se encontraba su compañero, Trimuell le hizo una mueca y Jar le entregó una bolsa de papas recién depositada.

—Ponla sobre las bolsas de zanahorias, pero saca primero las bolsas de azúcar, no queremos que se revienten como la vez pasada  —indicó Jar.

Trimuell agarró la bolsa y la acomodó en su hombro la llevó hasta la parte trasera del carruaje (el señor Dirly no confiaba en los automóviles por eso mismo era uno de los pocos de Destokar que todavía no había dejado su caballo).

A Trimuell le tocó regresar detrás con todas las bolsas cuidando cada una de ellas de que no aparecieran con huecos salidos de la nada o se cayeran, en un momento Jar comenzó a elevar la velocidad del caballo de señor Dirly, se cruzaron con un par piedras por el camino que hicieron saltar un par de veces en el lugar a Trimuell. Por suerte solamente unas cuatro bolsas se movieron casi unos pocos centímetros.

—¿Estás loco Jar? —comentó el muchacho desde detrás del carruaje.

—Vamos Mustafa, no tuve intención de hacerte caer, si lo hubiera querido hubiera hecho alguna otra cosa, ninguna de esas pequeñas piedritas de detrás son tan grandes como para tumbar la carreta del señor Dirly.

Trimuell volteó a mirarlo con su rostro totalmente serio, Jar se percató en el acto de que Trimuell lo estaba mirando y también volteó, pero el muchacho tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Por Narelam Mustaffa... —dijo cambiando su rostro a uno casi inexpresivo—. Fue solamente una broma, ríete con tu amigo Jar, por favor.

Trimuell continuó con su misma cara, Jar tuvo que voltear para seguir viendo el camino. Solamente unas semanas más y habré llegado a juntar todos los Verozil necesarios para largarme de Destokar, sólo aguanta, procesaba el muchacho dentro de su cabeza.

Al llegar a Destokar, cruzaron la entrada y siguieron por la calle principal. Pasaron por enfrente de la estatua de Lady Halane y siguieron su camino por unas cuatro cuadras doblaron a la izquierda y en la tercer calle que pasaron se detuvieron en medio, Jar se tomó su tiempo para estacionar, bajarse y dejar el caballo del señor Dirly bien atado enfrente de una parva de heno.



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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