El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Capítulo XI - Vulnerable.

Tiempo.

4:22 AM, 10 de junio de 1908.

Lugar:

Cuartel del tigre, Nación de Órohme, Continente Apsurer:

 

—Oye Trimuell ¿quieres ir al campo de tiros? —dijo Clei, moviendo la cucheta de Trimuell que estaba enroscado entre las sábanas.

—No molestes, todavía me queda tiempo para dormir —exclamó.

—Vamos niño, no seas gallina maldición —añadió Travis mientras llenaba una pequeña cantimplora.

—De acuerdo —suspiró Trimuell, corriendo las sábanas y saltando de su litera.

Los tres se pusieron en marcha por los oscuros pasillos, hasta llegar a la tenue luz de una de las tantas velas que estaban colocadas por ese único pasillo de entrada y salida. El mismo estaba construido en piedras y todas las habitaciones se encontraban del lado izquierdo, aunque esta vez estaban del lado derecho de Trimuell, Travis y Clei.

Al llegar hasta la última de las habitaciones (parecía más una prisión que un cuartel) por el final del pasillo, ingresaron en una nueva sala con la escalera que los conducía hasta la planta baja del cuartel del Tigre. 

—¿De seguro ves con esos lentes todo partidos? —dijo Travis para romper el silencio mirando el rostro de Clei que se encontraba un par de escalones más abajo.

Trimuell sonrió, pero no le causó gracia suficiente para llevarse una carcajada. Su mente estaba concentrada en otra cosa, y esa cosa era el hecho de que aún, un mes después solo había conseguido ponerse por encima de uno en la lista de los más de doscientos cadetes del cuartel de Tigre, necesitaría más de ciento cincuenta meses. Es decir unos quince años para llegar colocarse entre los mejores y no contaba con ese tiempo.

Tan solo contaba con seis meses, o tal vez solamente cuente con unos dos o un mes antes de que me corran por no poder llegar ni a estar entre los cien mejores pensó Trimuell al llegar al final de la escaleras.

—Veo más que tú —contestó Clei acomodando sus anteojos—, ¿Y tú?

—Qué hay conmigo —interrumpió Travis.

—¿Puedes comer con esa barba que cubre casi toda tu boca? 

Trimuell se echó a reír a carcajadas, eso realmente lo había hecho sentirse un poco mejor. El sol todavía estaba escondido y una inmensa luna se alzaba sobre el campo de tiros, algunos de los cadetes ya estaban practicando desde algunas horas antes, Travis saludó a un par. Algunos de ellos no le hicieron caso, Trimuell solamente reconoció a un par que había cruzado por el pasillo o por el salón de clases.

—Bien, esto es lo que haremos —anunció Clei entregando un reloj de bolsillo a cada uno—. Pondremos el nivel dos del campo de tiros y usaremos una Ha-03, cuando la prueba esté por comenzar pondremos en marcha el reloj de bolsillo cada uno. Cuando finalicemos, lo paramos ¿De acuerdo?

Travis y Trimuell asintieron, colocando el reloj en sus bolsillos.

Los extensos campos de tiros se encontraban en frente de los tres, Clei hizo señas a uno de los asistentes de la Señora Vaxun, quien enseguida movió una de las palancas (Al menos debía de haber unas treinta alrededor del campo de tiros) al fondo del mismo comenzaron a salir pequeñas siluetas de personas que en realidad eran carteles de madera.

—Comiencen —anunció el asistente de Vaxun. Los tres pusieron en marcha los relojes.

Clei y Trimuell tomaron la delantera cargando su Ha-03 (un par de modelos anteriores, al que Trimuell había utilizado en Destokar), el muchacho de cabello alborotado ya estaba familiarizado con el modo de carga de aquel artilujio. El primer disparo lo produjo Clei, que hizo retumbar los oídos aún protegidos de Trimuell, sin seguir prestando atención a los disparos de Celi, Trimuell fijó su vista en el primer objetivo que ya estaba por desaparecer. Presionó el gatillo y la bala salió despedida del cañón del Ha-03, acertó dándole al círculo más grande color rojo que tenía pintado en su pecho la silueta de madera.

Maldición eso no me dará muchos puntos, oh cierto no es por puntos es por tiempo pensó Trimuell mientras volvía a poner el ojo sobre la mira. Dos siluetas aparecieron y una tercera se hizo presente moviéndose de izquierda a derecha a una velocidad moderada para la vista de Trimuell. Tres disparos seguidos cruzaron el campo de tiros a una velocidad casi invisible para los ojos de las personas. Los tres dieron en su blanco aunque hasta ese momento Trimuell jamás había conseguido darle a una de esas siluetas que estaban constantemente en movimiento, ese fue el primer disparo que acertó a uno de esos objetivos.

Excelente, tan solo falta uno se dijo Trimuell a sí mismo.

La última silueta se hizo presente debía de estar a unos siete u ocho metros de distancia, Trimuell puso el ojo en la mira, pero no lograba centrar todavía se movía unos pocos centímetros, que, para aquella distancia significaba en el hecho de acertarle al objetivo o no. Sus manos dejaron de moverse luego de unos segundos, detrás de él escuchó algunos balbuceos, pero recordando las palabras que la misma señora Vaxun le había dicho, no desvió su atención a otra cosa más que en él mismo y su arma. 

Efectuó el disparo que dio en el centro de aquella diana dibujada en la forma de la cabeza que poseía el contorno de un cuerpo.

—Perfecto —dijo Trimuell apurándose a sacar el reloj de cuerda y presionando el botón que lo hizo pararse en ese preciso instante. 



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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