El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Capítulo XIX - Máscaras y puntos negros.

Tiempo:

9:47 am, 26 de diciembre de 1908.

Lugar:

Oficinas de los Tulipanes, Nación de Girty, Continente  Apsurer.

 

—Trimuell todavía no ha llegado —informó Clei a Velicera—, debe de seguir en la búsqueda de futuros ataques de los seis opositores.

Ninguno de ellos contestó y se dirigieron a acatar las órdenes y a hacer su trabajo.

—De acuerdo Yancen —contestó Velicera sentándose en su silla nuevamente frente a Espen. Secó el sudor de su frente y bostezó:

—Mira muchacho, estas semanas me has cansado a tal punto que no esperaba llegar, te hemos torturado con mi compañero para que largues si quiera un lugar ¡Un mísero lugar en el que tus camaradas atacaran la próxima semana! —se levantó de su asiento ya nerviosa y caminó de un lado al otro en la pequeña habitación de interrogatorios. Sacó una carpeta con pocos papeles (se encontraba en un armario al costado izquierdo) y la tiró con fuerza sobre la mesa de metal.

—Oh por favor señora Velicera no pretende volver a dejarme sin comer, ¿Verdad? —dijo riendo el demacrado y ojeroso Espen, parecía que había pasado años tras las rejas, pero solamente se encontraba allí hacía un mes o pocas semanas. Le resultaba complicado contar los días estando aislado del resto de reclusos, los eternos días sin comer, castigos tras castigos, totalmente necesarios para lograr que el caso de los seis opositores llegase a su fin. Pero nada tenía resultado positivo, Velicera era una de las mejores sacando información, incluso mejor que el superior Makoriu. Pero la chica de cabello largo y rubio ya estaba cansada.

—Serás idiota —contestó cortante—, ya te he dicho que sólo nos eres importante porque tienes información valiosa para acabar con esto. Por qué no te rindes de una vez y nos dices algún nombre de tus compañeros o en qué lugar llevarán a cabo su siguiente movimiento. Tendrás restricciones mínimas en la nación de Grity, lady Halane te concederá menos de diez años aquí abajo —exclamó Velicera apuntando hacia abajo con su dedo meñique—. Y te aseguro con mis propios ojos que allí debajo no tendrás los privilegios que has tenido este mes.

—¿Privilegios? ¿Qué sabes de ellos? —preguntó divertido—. Hipotéticamente hablando suponte que nos capturan a todos, las cosas se calmaran durante un tiempo ponte límite ocho, nueve meses. ¿Tal vez?

—Vaya, veo que sabes palabras complicadas, ¿Cuál es tu punto alimaña?

—Vendrán unos nuevos seis opositores a reemplazarnos, y eso no es porque tengamos un plan de contingencia, no señorita Velicera. Es simple y llanamente porque tiene que haber un grupo de personas que cumpla nuestra función.

—¿Y cuál es? —Velicera se acercó y pudo oler el putrefacto aroma de su cuerpo, aliento y ropajes harapientos. Casi lo expresó con una arcada, pero se contuvo.

—Podría explicarla pero es algo de lo que no estás acostumbrada.

— ¡Escúpelo maldito! —vociferó agarrando su cabellera grasosa y de pelos duros,  golpeando su cabeza con todas sus fuerzas contra la mesa de metal donde los dos estaban sentados.

—Darles de comer a los que más lo necesitan —dijo Espen levantando su cabeza con gotas de sangre corriendo entre sus mejillas, sus ojos llenos de enfado.

—No me hagas reír, ¿Quieres que crea que ustedes le dan de comer a pueblos en lugar de usarlo para pagar alcohol y sus vicios de ancianos de cuatro o cinco décadas?

— ¿Por qué mentiría?

—Será porqué estás esposado, ¿No crees?

—No querida niña rubia, ya te he dicho que cuando todo esté listo mis compañeros vendrán y me rescataran.

—Me canse de escuchar sobre tu brillante plan de escape ¿te vas quedar a esperar que mágicamente tus aliados vengan a rescatarte? Esperaba un poco más de ti Espen —es que realmente vendrán a buscarlo o es a lo mejor un plan para distraerme mientras intenta escapar de otra forma, tengo que ver todos los escenarios posibles, pensó Velicera.

—Tú y tus compañeros no se enfrentan a un grupo común de borrachos pervertidos, se enfrentan a meses de labor en búsqueda de los más grandes tesoros de ésta Nación, gobernada por una tirana. Lady Halane no se fija en sus pueblos, ella parece solamente importarle llevarse bien con sus nueve hermanos, padre y sus odiosas y espantosas pero caras flores.

 —No te atrevas a volver a nombrar a nuestra lady —dijo descargando un golpe sobre la mesa—. Ella no será la más apta para nosotros pero nos da cierta estabilidad Esepen, luego vienen problemáticos como tú y hacen lo que se les antoja, alterando el orden de Grity. ¡Eso no voy a permitirlo!

— ¿Vez? La estás cuestionando. Si tanto la cuestionas pregúntate ésto rubia, ¿Está bien robar el dinero a un lord o lady, si el dinero es usado para ayudar a los pobres quienes no reciben ayuda de ese mismo inútil de líder?

—Estás robando lo mismo, es un delito Espen. Muy grave aquí en Grity si se trata de flores, incluso más si robas un museo como el de hace unos meses. Esas personas deberán arreglárselas solas —contestó tajante Viceria desviando su mirada de los ojos de Espen hacia el suelo.

En ese momento, Travis y Chaqueo ingresaban aprisa por la entrada principal de las oficinas de los tulipanes, cruzaron por los pasillos y subieron las escaleras, ninguno de los dos pronunciaba ni una sola palabra parecían totalmente mudos. Ambos se habían cansado de buscar algún familiar o lazo sanguíneo que fuera parte de Espen, pasaron una semana en cada nación donde se habían informado, gracias a las bibliotecas de Grity. Estuvieron nueve días en la nación de Arafelia, sin resultados positivos volvieron y revisaron nuevamente los expedientes de Espen para asegurarse de en qué otra nación buscar, durante cinco días condujeron hacia la Nación de Cord, la nación de los vientos. Allí no encontraron más que pistas acerca de una mujer que había tenido hacía más de quince años. Pudieron extraer datos de algunos interrogatorios de vecinos y familiares de la mujer. Al final llegaron a la conclusión de que posiblemente hubiera fallecido hacía tiempo, o que en el mejor de los casos seguía viva, pero ya no formaba parte de la vida de Espen. Por ende sería un gasto de presupuesto muy elevado para no estar tan seguros de que la jugada les fuera rentable para chantajear al viejo Espen.



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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