El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Capítulo XXIII - Los seis opositores.

Tiempo:

11:10 am, 12 de febrero de 1909.

 

Lugar:

Oficinas de los tulipanes, Nación de Grity, Continente Apsurer.

 

Aquel día había llegado, era la mañana del doce de febrero de mil novecientos nueve, la fecha en que los soldados del rey Baggerty harían historia por las décadas venideras.

La joven Marzín ya se encontraba en la Nación de Grity, eso quería decir que por algún motivo los tres hermanos estaban en la misma nación. Pero ni Trimuell ni su hermana tenían novedades de Jack, todavía estaba desaparecido, ni siquiera había regresado a visitar a sus padres una vez que Marzín se fue de casa.

—Las pistolas Va-134 están listas y calibradas al completo un total de siete, todavía falta calibrar los rifles Sa-67 tenemos un total de siete también. Los ayudantes les están dando los últimos retoques a los rifles, los uniformes están listos —exclamó Velicera caminando en frente de los cinco allí presentes, Travis, Trimuell, Clei, Chaqueo y Firclo escuchaban atentamente las instrucciones de su capitana—, los trajes los protegerán de algunas balas, no de una ráfaga tengan en cuenta eso.

Los trajes en cuestión tenían placas de metal en su torso, casco, rodilleras y manoplas. Los únicos lugares en donde no tenía cubierto era en ciertas articulaciones, en medio del casco en la frente tenían la insignia de lady Halane la misma de la Nación de Grity una “X” de color naranja. A su costado había lugar para la pistola Va-134 y detrás estaba el seguro para depositar el rifle Sa-67.

—Bien solamente falta el señor Isidorus —dijo Velicera, y en ese preciso momento se apareció por la puerta el anciano Isidorus Jopra. Tenía la espalda arqueada y caminaba erguido, sus ojos casi no podían verse por las arrugas una larga barba canosa caía hacia abajo, hasta estar atada en dos trenzas que rodeaban su cuello hasta volver a juntarse en su nuca, parecía que llevaba un cuello polar formado por su propia barba.

—Buenos días —saludo el señor Jopra.

Los seis allí presentes reverenciaron al anciano.

—¿Travis? ¿De verdad eres tú? —Dijo el señor abriendo sus ojos de sorpresa tanto que dejaron ver su color marrón oscuro—, ya sabía que tenías que estar a cargo de esta operación, no podía esperar menos tratándose de mi nieto.

—¡Tú nieto! —dijeron sorprendidos el equipo de Velicera.

—Sí, Travis es mi nieto.

—¿Por qué no nos informaste nada? —Preguntó Velicera mirando a Travis—, el hecho de involucrar dos familiares en una misma misión es completamente riesgoso. ¡Y vengo a enterarme ahora! —vociferó Velicera tumbando un par de uniformes de una patada.

—Con todo respeto Capitana, pero tú estás en el mismo equipo que tu novio —contestó Travis seriamente.

Velicera se acercó con su mano abierta para dar una cachetada al muchacho de poblada barba, extendió la mano. Pero algo la detuvo en medio del trayecto del golpe, fue la mano de Chaqueo.

—Velicera cálmate por favor, esta misión te está transformando. El chico tiene razón —dijo Chaqueo, mirando fijamente a su novia.

—Está bien, no hay problema. Prosigamos —exclamó dando un suspiro.

—Señor Jopra, me da gusto que esté aquí con nosotros. Lo necesitamos porque sabemos de lo que es capaz un francotirador como usted. Queremos que vigile los balcones de esta parte —dijo dejando al descubierto una pequeña maqueta exacta del museo que atacarían esa noche— como puede ver tiene cinco balcones y dos con los del costado, incluyendo la terraza por el caso de que quieran escapar por allí, ¿Tomará esta misión señor? —preguntó Velicera.

El señor Jopra se acercó a la maqueta la estudió dando vuelta alrededor acercándose y alejándose, por último sacó de uno de los bolsillos de su traje un monóculo y realizó el mismo procedimiento a continuación dijo:

—Bien los ayudaré, ya estoy retirado pero quiero ayudar a Travis. Además necesito el dinero de la misión —accedió Isidorus Jopra.

—Entonces está todo listo dentro de once horas estaremos en el tejado de enfrente para poner en marcha el plan del derrocamiento de la organización de los seis opositores a como dé lugar, si el fin para hacer cumplir esa misión es sacrificar nuestras vidas lo haremos por el juramento de lealtad que tuvimos hacia el rey Baggerty el que hicimos antes de recibirnos como soldados, no daremos marcha atrás por cinco personas comunes, terminaremos con sus olas de robos y demostraremos que somos mejores que ellos, ¿¡Están listos soldados!? —exclamó Velicera.

—¡Perfecto! —dijeron todos muy emocionados, en especial Clei, había esperado mucho tiempo ese momento pero ya casi estaba seguro de que no iba  a participar, por ser novatos. Pero eventualmente estaban allí.

Trimuell estaba un poco nervioso, miró a Clei y pensó, tiene que estar nervioso también, debe demostrarlo de otra manera, ¿O no?

Los tres compañeros, salieron de la oficina para poder practicar un poco sus tiros. Desde hacía varios meses no practicaban juntos, era como si después de haber ingresado en las oficinas de los tulipanes no hubieran practicado más juntos. No lo iban a hacer por una cuestión de probar sus habilidades, sino más bien por una cuestión de regresar a aquel momento en que habían sido felices como amigos durante sus prácticas en la Nación de Órohme en el cuartel del tigre.



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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