El límite del cielo - Máleran | libro 1.

Epílogo.

Tiempo:

8:26 pm, 30 de abril de 1912.

 

Lugar:

Cárceles de las oficinas de los tulipanes, Nación de Grity, Continente Apsurer.

 

Trimuell Mustaffa se encontraba en plena oscuridad solamente él y sus pensamientos en pocos minutos lo tendrían que trasladar a una prisión con todas aquellas personas que había capturado a lo largo de los años, estaba seguro de que no lograría pasar la noche allí, lo asesinarian. No tenía mucha importancia para él, no había dicho una palabra desde que vió a sus hermanos en la calle tirados y sin vida.

En ese momento escuchó un estallido dentro de las oficinas, el chico no le hizo ni caso, ni siquiera se inmutó, seguía sentado hundido en sus pensamientos. La puerta de las cárceles individuales se abrieron y los pasos se comenzaron a escuchar más fuerte. El pasillo constaba con cinco cárceles individuales, dos figuras se hicieron presentes en frente de la celda de Trimuell Mustaffa. La primera tomó las rejas con su mano derecha arrancándola, en ese momento Trimuell se levantó del suelo.

—Ven con nosotros Trimuell Mustaffa —dijo la persona que había arrancado las rejas.

—No iré a ningún lugar, prefiero morir —contestó el chico.

—Venir, tú estar a salvo con nosotros, tú recuperar a tus hermanos. Nosotras ayudar —dijo la segunda persona que se encontraba detrás.

—Qué sutil eres Hécate —contestó a su compañera la chica—, me presento. Soy Caliope. Lo siento porque mi compañera todavía no domina muy bien el idioma máleriano.

—¿Qué quiere decir con recuperar a mis hermanos? —preguntó Trimuell.

—Si vienes con nosotras lo averiguarás. Con ayuda de lord Vilurian conseguiremos cualquier cosa, ¿Te unes? —dijo Caliope, estaba vestida con una tunica bordo, debajo un chaleco negro tenia la piel celeste clara, casi blanca. En sus brazos estaban rodeados por algunos tubos de metal. A lo mejor Trimuell estaba comenzando a alucinar. Su cabello negro tenia dos puntas que sobresalian de su cabeza, parecian ser…

—¿Esos son cuernos? —preguntó Trimuell—, debo estar soñando.

—Sí niño, ahora vamos —dijo Caliope—, por cierto mi compañera se llama Hécate.

Hécate llevaba la misma túnica bordó, su cabeza no tenía cabello y tampoco ojos en su lugar tenía un enorme diamante rosa, su nariz eran dos pequeños puntos nasales, y sonrió con sus tres hileras de dientes filosos.

Sí, efectivamente ya me he vuelto loco, pensó Trimuell.

—Tranquilo Trimuell, tenemos que llegar hasta las afueras de Girty —dijo Caliope. Pasaron por encima de por lo menos cuarenta soldados que se encontraban heridos, salieron de las oficinas y caminaron por lo menos por dos horas. A sus espaldas llevaban dos letras (Fueron las únicas que pudo distinguir los demás eran símbolos extraños) L.A. Trimuell no habló en todo el trayecto, Hécate llevaba un libro gigante del tamaño de su espalda detrás de ella, estaba levitando y emanaba una neblina rosa.

Llegaron a las afueras de Grity y subieron a una pequeña pendiente, en la cima un telescopio de oro más de cerca Trimuell pudo contar ocho palanquitas sobresaliendo del tubo del telescopio. Hécate se agachó y movió la sexta palanca, miró hacia el cielo por ese telescopio y un resplandor violeta salió desde la punta disolviendo por completo el cuerpo de Hécate. En ese momento una luz Naranja salió despedida hacia el cielo desde donde estaban parados y al siguiente segundo se apagó por completo.

Trimuell dió un salto.

—Trimuell tranquilo, lord Vilurian lo explicará todo cuando lleguemos —dijo Caliope tocando el extraño artefacto—, lo calibre para que tú también puedas cruzar.

—¿Cruzar a dónde? ¿Quién es lord Vilurian? ¿Qué son ustedes? —preguntó el chico.

—Hay muchos más planetas y universos de los que tú crees, poderes y armas que van más allá de nuestra comprensión. Lord Vilurian está en búsqueda de poder revivir a las personas y te necesitamos para ésto. Las vidas de tus hermanos podrían ser recuperadas, ¿Estás dentro? —concluyó Caliope extendiendo su mano hacia la del joven Trimuell.

No tengo nada que perder, mis padres me odian y no podría soportar mirarlos a los ojos sabiendo lo que hice, pensó. Igual quería morir, espero que esté delirando y muriendo lentamente apuñalado al costado de una celda.

—Vé tú primero, yo iré detrás Trimuell —dijo Caliope.

Trimuell miró por el rabillo del telescopio y se desmaterializó por completo, la luz Naranja se proyectó de nuevo,  y quedó todo en plena oscuridad nuevamente, Caliope fue detrás del chico de cabello alborotado.

 



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En el texto hay: fantasia, romance, aviones

Editado: 19.07.2022

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