El día transcurre con normalidad, si se puede llamar así. Nadie me ha insultado directamente, aunque sí que escucho cuchicheos sobre mí. La gente de aquí puede ser muy poderosa, pero el disimulo no es su fuerte.
Al terminar la clase, me debato entre si esperar a Luka, quien se está despidiendo de sus nuevos amigos, o si llegar a la salida por mi cuenta. Decido esperarlo, pobrecito. "¿Qué haría sin su primo favorito?" Me pregunto con ironía, sabiendo que en realidad soy yo el que lo necesita.
Él llega a mi lado y comenzamos nuestra marcha para salir del lugar. A cada paso que damos dejamos tantas taquillas azules atrás como alumnos que nos escrutan con la mirada, como preguntándome "¿No te da vergüenza ser de la familia que eres y ser tan inútil?", o así lo noto yo. Menos mal que no saben quién es mi padre, si lo supiesen, les sorprendería todavía más lo inútil que soy.
Aun así, sus miradas no me molestan realmente. Lo que me llega a cabrear es la mirada de un chico en particular. Sus orbes, ahora brillantes y ambarinos por su parte lobuna, me miran con superioridad. A pesar de que parte de su pelo castaño y desordenado le cae por la frente, puedo apreciar como levanta una ceja con sorna. No sé su nombre, pero sus aires de superioridad y el hecho de que a su lado haya otro lobo con un collar con la letra griega beta, me hace suponer que es el "alfa". El heredero, mejor dicho.
Ver eso me enciende, ni siquiera es un alfa de verdad. Se ha apoderado de una manada que no le pertenece. Luka, quién parece ya conocer al niñato, me coge del antebrazo y tira de mí. Sabe que estoy enfadado, pero no soy tan estúpido como para hacer algo. Sé mi lugar y mis limitaciones.
Al salir intento tranquilizarme y parecer sereno ante la mirada de Dante que nos espera en el coche. Entramos, en la misma posición que esta mañana y este pregunta cómo ha ido nuestro día, yo le respondo con un simple: "maravilloso" y me pongo los cascos.
Hate myself de NF se escucha a todo volumen y mi cabeza se centra en la letra, dejando así de lado la conversación tan aparentemente interesante que mantienen Luka y su padre. Tras unos minutos escuchando canciones aleatorias llegamos a casa y Dante nos prepara la comida mientras esperamos a que Esme llegue. Yo juego un poco con Gia quien parece desesperada por un poco de atención, así que se la doy.
Unos minutos después mi tía entra en casa saludándonos con un efusivo "Buenos días" y nos sentamos a comer en la mesa. Aparentemente mantenemos una conversación normal alejada del día de hoy y del instituto. Hasta que de repente Luka abre la boca:– Mamá, ¿sabes que hay un híbrido en el instituto?
Tanto Esme como yo abrimos los ojos de par en par. Se supone que eso es prácticamente imposible.
– Así es, actualmente está siendo tutelado por Guille. Lo trata como a un hijo.– añade Dante para poner más leña al fuego.
Esme y yo seguimos sorprendidos a más no poder. Lo híbridos son criaturas sumamente raras. El motivo es que cuando dos criaturas sobrenaturales de distintas especies tienen descendencia, tienen un embarazo múltiple en la gran mayoría de los casos, y cada hijo nace siendo únicamente de una especie. En el caso de ser un embarazo único. Una especie siempre prima sobre la otra suprimiéndola antes de nacer y, en el caso de que no se suprima, la mayoría mueren con poca edad debido al enfrentamiento constante de sus naturalezas. Por eso es tan raro ver a un híbrido, y más que haya llegado vivo a nuestra edad.
El tema de los híbridos en concreto nos toca especialmente de cerca a Esme y a mí. En el caso de mi tía y mi padre se dio la primera situación. Mi abuela y mi padre eran lobos, mientras que mi abuelo y Esme eran brujos. Mientras que conmigo sucedió una cosa muy extraña. No se mucho de mi madre, pero si lo suficiente como para saber que era una especie de bruja muy fanática de la magia negra. Pero aún así, viniendo de un embarazo entre un lobo y una bruja no soy ni brujo, ni lobo, ni híbrido. Soy un humano corriente.
Después de esta revelación que nos ha dejado algo tocados decidimos hablar de algo más ameno. Pero la verdad es que no paro de darle vueltas al tema. Tengo curiosidad por saber quien es el híbrido.
Tras una breve conversación, me levanto para abandonar el lugar y dirigirme hacia mi habitación para intentar despejar mi mente. A pesar del intento que hago por dejar de pensar en lo mismo, no lo consigo, así que me enfundo en ropa de deporte, me lavo los dientes y decido salir a correr. No me sorprende ver que al bajar para salir, ya no hay nadie en el comedor. Mucho mejor, así me abstengo de avisar de que voy a salir. No creo tardar mucho en volver.
Salgo atravesando el precioso jardín y me desvío hacia la izquierda. La verdad es que al no conocerme la ciudad no sé donde voy, pero tampoco me preocupa mucho. El ritmo de mis pies empieza a acelerar y, poco a poco y sin saber el porqué, llego a una calle preciosa. A mis dos lados se alzan hileras de casas idénticas entre sí. Cada una tiene un enorme jardín decorado con una amplia variedad de flores, amapolas, rosas, claveles... Eso sí, todas son rojas. Otra peculiaridad que me llama la atención es que todas estas casas tienen las persianas bajadas o las cortinas corridas. Vampiros, sin duda. A pesar de que no se desintegran a la luz del sol, como la mayoría de películas hace creer al mundo, el sol les resulta bastante molesto.
–¡Detente!–grita una voz cuando paso por delante de la casa más grande de todas.
Mi cabeza recibe un pinchazo de dolor y me estremezco ante el sonido agudo. Desvío la mirada hacia todas las direcciones intentando buscar el origen, pero no veo a nadie. Mis ojos pasan por delante de la puerta principal de la casa, al final del jardín y vuelvo a escuchar su reclamo.
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Editado: 25.12.2020