El lobo de Ojos Escarlata

Capítulo 3

Legión.

El manto del cielo nocturno era bello pero no lo era más que aquella escurridiza humana, su olor, ¡oh, su olor! Era tan exquisito que lo sentía aún en mi nariz, era un explosión de olores, me moría por olerla de nuevo, y aquí estába yo en estos momentos afuera de una cabaña insípida y sin chiste viéndola como un maldito acosador.

Desde que la vi hace dos noches quedé prendado de ella en menos de nada, sus malditos ojos grises me atraparon, tenía ojos de tormenta y piel tan blanca como el manto de una hada silvestre.

La miraba como acosador solo por querer ver ese eléctrico gris brillante que con fiereza sostuvo mi mirada y con rebeldía puro me desafío, eso me prendió como faro en mitad de un océano.

En estos momentos se encontraba en su cocina preparando algo que de seguro sabrá rico por qué el olor lo podía percibir desde donde estoy, se mueve con agilidad en aquella cocina.

Traía su pelo atado en una cola alta dejando al descubierto aquel cuello que me invitan a clavar mis colmillos y marcarle en aquel menzon donde se hayaba recargada, esto es malo, muy malo.

No debo estar aquí, ella es prohibido para mí, es una humana, mi lobo está descontrolado desde que percibimos su olor, quiere ir tras ella y tomarla de una, pero yo no estaré de acuerdo.

Mi maldita naturaleza me hace querer desear a la humana, tomarla y marcarla para que nadie se atreva a poner sus sucias manos sobre ella. 

Me codea la maldita frustración porque todo el tiempo de vida que he acumulado, me he prohibido tomar a un humano y he aquí jodido porque la diosa luna me ha dado a uno como mate predestinado, esto me jode.

El viento se cuela por su ventana y es aquel el que juega con unos mechones de su pelo, aquel y oscuro pelo que deja al descubierto una vez más su delicado y bello cuello, ¿Se sentirá así de suave? 

Mirala tan bella como la luna misma, llena de brillo— Halago mi lobo Bastian.

—Si pero no se le quita lo humana.

Sera nuestra aún así—Demando el.

La miré por última vez y baje del ramal del árbol donde estaba, camine por el bosque hasta que llegue a la casa del alfa de esta manada, era una manada más bajo mi cargo y reinó, sentía la necesidad de dar la vuelta he ir por aquella humana.

Descarte la idea en segundos, cuando estuve apunto de llegar a la casa mi beta se puso a lado mío y no tardo mucho en preguntar cosas que no le incumben.

—¿Mi joven rey dónde estaba? Y ¿ Porqué salió sin guardias?

—No me hagas reír Victor,  ¿Desde cuándo yo necesito de guardias para protegerme?

—Desde que usted porta una corona y un anillo que lo declaran rey de vuestra especie.

Lo mire de reojo y seguí mi caminó, las puertas grandes de roble masiso se abrieron sin necesidad de nada, en la pura entrada se hallaban las sirvientas de la casa, las cuáles hagachaban la cabeza en son de respeto.

—Mi rey, el Alfa lo espera en su despacho.

Me indica un hombre con cierto aire de vejez y sabiduría, lo mire, asentí siguiéndole y detrás de mi, mi beta.

—Por aquí.

Llegamos hasta una puertas de color negro, las cuáles se abrieron solas, al final del cierto se hayaba Loretia y Augustos Worteen, Luna y Alfa de esta manada.

Loretia fue la primera en verme.

—Buenas noches mi rey.

Hizo una reverencia, el cual le siguió su mate. Asentí en forma de saludó.

—Buenas noches, mi visita estos días es porque se me fue informado de siertos avistamientos inusuales por sus fronteras, ¿Es así?

Me senté cuando el Alfa Augustos trago fuerte, me quedé viéndolo con escrutinio a la espera de su respuesta.

—Asies mi Alfa, como decía la carta se encontraron cuerpos de nuestros soldados mutilados y con plata en sus sistemas nerviosos.

Mi beta se movió con brusquedad al querer acercarse.

—¿Se a encontrado algo?—Pregunto mi beta.

Loretia hablo esta vez: 

—Vampiros son los que rondan la frontera.

Una risa escandalosa salió de mi, en serio, ¿Vampiros? No me jodan. Todos en la sala se me quedaron viendo.

—Y no es lo único que encontramos—Seguia riendo—Con ellos se encontraban armas de plata...—Dudo un poco hasta que hablo—En las armas se encuentran protegidas con magia...

—Magia...¿Podemos verlas? 

—Si beta.

No fue cuestión de tiempo cuando un hombre con guantes llegó con un arco y flechas, y fue nada para que pudiera sentir la magia emanar de ellas, después otro hombre llegó con una espada igual.

—¿Dónde están los portadores de dichas armas?

Cuestionó mientras me levanto en busca de su contestación.

—Calaro mi señor—Hablo nerviosamente—Deje lo guío.

No dije nada y solo seguí de tras del alfa, y ahora que iba de tras de el me di cuenta que su pie cojiaba al caminar, sin duda era una pregunta más al costal.




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