El Loop

Una mañana inquietante

“Un hombre que se ve a sí mismo, rompe la vidriera de un restaurante para salvarse”.

Así decía el titular que vio Rogelio esa mañana, le pareció tan particular que pidió otro café para seguir leyendo. Decidió que sería una buena forma de comenzar su día, aunque ya pasaban de las 9:32 am.

Mientras más leía, más fruncía el ceño pues se percató de una extraña rareza, la persona de la que hablaba el reportaje coincidía perfectamente con su descripción. 

Lejos de alarmarse, Rogelio aceleró su lectura, no lo podía creer. Se sintió tan identificado con todo aquello que podía asegurar que estaban hablando de él mismo y eso le produjo la ansiedad de conocer al final.

En ese momento, desde fuera del lugar, un hombre salta a través de los arbustos y atraviesa la ventana cerca de la cual se encontraba Rogelio, cayendo encima de él, no solo tumbando su café sino también sus ganas de saber cómo terminaba la inquietante historia.

Entre vidrios y ramas rotas, el individuo se levanta rápidamente y corre en dirección al baño. Rogelio, impactado por lo sucedido, se voltea a ver a tan semejante desquiciado y mira con asombro que éste va vestido igual a él, exactamente igual a él. Pantalón gris plomo, camisa verde grama y una chaqueta negra que, a diferencia de la de él, llevaba rota en uno de sus lados.

Esto despertó una incertidumbre voraz en Rogelio, lo que lo motivó a levantarse a toda prisa e ir detrás de aquel hombre. Justo en ese instante, escucha un monumental estruendo, como si le hubiesen golpeado ambos oídos al mismo tiempo con la palma de una mano abierta, y lo detiene en seco. 

Ensordecido, voltea a ver el por qué del escándalo y observa a un automóvil, Fairlane 500 color negro, que impactó contra la ventana rota del restaurante, volviendo trizas la mesa donde minutos atrás él estaba sentado.

Rogelio no entiende nada, el día pasó de ser una tranquila mañana sin un pronóstico muy prometedor a casi un accidente fatal donde de manera instantánea perdería la vida. Ahora, horrorizado pero ansioso, sigue su marcha hacia quien ahora es su salvador.

Entra al baño azotando la puerta y fue ese el último ruido que escuchó en un buen rato. El silencio se apoderó del lugar, Rogelio se quedó inmóvil, esperando, intentando comprender. Mira a un lado, mira al otro y no ve a nadie. 

Sin pensar en pudor, abre cuidadosamente las puertas de cada uno de los urinarios, pero no ve nada, no había nadie. El baño estaba completamente solo.

Desconcertado, Rogelio sale del baño a ver si el fugitivo se encuentra en la cercanía, pero sabe que no es posible, él lo vio entrar al baño. Camina lentamente hacia el accidente automovilístico pero es él quien ahora choca con otra sorpresa, no ve nada. No había tal accidente.

Regresó al área donde tomó su café y todo estaba tranquilo, en silencio, la ventana estaba intacta y recién limpiada, no había auto atravesando la pared ni vidrios rotos. El sol apenas salía, reflejando sus rayos por el lugar, haciendo que el cromado de las mesas y sillas brillasen.

En ese momento, Rogelio supo que algo no estaba bien, primero sospechó de sí mismo y luego se planteó la posibilidad de que algo más estaba pasando. Salió a tomar aire a ver si su mente aclaraba, pero solo se confundió más.

Al ver el reloj de la catedral, comprobó que eran las 7:59am, dentro de toda la conmoción que sufría su mente en ese momento, decidió que lo más sensato para esa circunstancia, era dejarse llevar y no entrar en pánico, aceptar que estaba hora y media en el pasado.

No se explicaba cómo, ni qué lo pudo haber ocasionado, simplemente quería regresar al estado de tranquilidad en el que se encontraba al comienzo de la mañana, pero, se encontraba de nuevo en el comienzo de la mañana.

Eso le hizo recordar lo que pasaría, que está a punto de morir. Eso desestabiliza a cualquiera, saber exactamente cómo, cuándo y dónde va a morir. Así que no perdería la oportunidad de salvar su vida.

Suenan las campanadas de las 8:00 am y entre el bullicio se deja colar un agudo aullido de sirenas. Rogelio busca de dónde provienen y ve que al final de la calle que da al éste, un auto despavorido se acerca con dirección al restaurante. Hacia aquella calle se encontraba el banco central de la ciudad, lo que le hizo suponer que tal vez estaría siendo asaltado.

Aunque Rogelio identifica que era un Fairlane 500 color negro, piensa que no puede ser el mismo porque aún falta tiempo, pero al llevar éste dirección al restaurante, Rogelio voltea y a través de la ventana logra ver a un hombre vestido igual a él, sosteniendo un café y leyendo.

No lo piensa más y sale disparado para alcanzar al hombre antes de que el auto impacte. Al saltar por encima de los arbustos, uno de los tallos se engancha de su chaqueta y la rompe en uno de sus lados. Por supuesto, eso no le importó, su objetivo era apartar a aquel hombre de allí.

Él sabía quién era ese hombre y por eso no dejó ver su rostro, en lugar de eso, salió corriendo rápidamente al baño. Al cerrar la puerta, se da cuenta que no es la puerta del baño, era la puerta principal del restaurante, y su chaqueta ya no estaba rota.




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