El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 2

Una vez que logró reponerse de sus heridas físicas y que empezó a sobreponerse a sus heridas espirituales, la vida de Joe parecía haber tomado un rumbo tranquilo. Después de aquella explosión emocional, nunca más se había mencionado a Angie, ni a nada relacionado con el asunto. Todos eran respetuosos de que debía hacer una especie de duelo, y que tal vez más adelante, podría encontrar la felicidad en otra mujer. 

Sobre todo Maddie, la esposa de Scott. Después de unos meses, y de notar que Joe se veía más animado y parecía haber superado su tristeza, volvió a su vieja costumbre de tratar de encontrarle compañía.

Al principio fue sutil. De vez en cuando encontraba alguna joven a la que invitar a alguna cena, o a tomar el té, al mismo tiempo que él se encontraba en la casa. Pero ya no le resultaba tan fácil como antes. Ya no tenía amigas que permanecieran solteras, y las que lo estaban no eran candidatas para Joe.

Este se daba cuenta de lo que sucedía, pero como siempre, lo tomaba a broma. Agradecía la preocupación de Maddie, y sabía de sus buenas intenciones. Pero se mantenía apartado del asunto, haciéndose el desentendido. Hasta alguna vez estuvo seguro de que pasó por tonto. Pero era preferible eso, a encontrarse en alguna situación incómoda. 

No estaba interesado en tener ninguna relación, pero trataba de no desairar a Maddie. Todo no paso de una especie de juego inocente, hasta que de pronto, ya pasado más de un año, se presentó una complicación, una inesperada visita a casa de los Ferguson. La visita en cuestión se llamaba Georgette. 

Gigi, como todos le decían, tenía veintitrés años y venía de Norfolk. Era prima de Maddie, y sus padres habían pensado que era buena idea que pasara una temporada en Londres, para ver si conseguía un esposo. Con esa perspectiva le escribieron a los Ferguson, que por supuesto no se negaron a la visita. 

Scott no conocía a Gigi, pero pensó que si a esa edad no había conseguido comprometerse, no debería ser muy agraciada. De hecho, Maddie pensaba más o menos lo mismo. O no estaba muy favorecida por la naturaleza o no era muy inteligente, lo que en la sociedad nunca era un impedimento para conseguir pareja, por lo que optaba por la primera opción. 

Hacía años que no veía a su prima, de hecho no la veía desde muy pequeña, tenía un recuerdo muy vago. Como fuera, ni siquiera la consideraba una candidata para su amigo. Hasta que Gigi llegó a Londres, y las especulaciones de todos dieron por los suelos. 

La joven no solo era hermosa. Era simpática e inteligente, por lo que Maddie se quedó bastante sorprendida. Solo después de conversar a solas con su prima, se enteró de las verdaderas razones por las que la habían enviado lejos de Norfolk: Un amor inconveniente.

Georgette se había enredado en una relación que no le convenía, desde ningún punto de vista. Un hombre apuesto e irresistible, como se lo describiría ella misma a Maddie, pero sin ningún futuro. No tenía nada, salvo un apellido que en algún tiempo había sido respetable, y que él se estaba encargando de dejar por los suelos, dedicándose a la juerga y gastando las últimas libras de su fortuna. Se decía que andaba a la caza de alguna joven de buena familia para salvar su situación, y en medio de eso se había encontrado con Gigi. 

A pesar de que lo sabía un patán, se había enamorado sin remedio, pero su familia había intervenido antes de que las cosas pasaran a mayores y decidieron enviarla lejos por un tiempo. La joven parecía resignada, sabía que la relación no le convenía y al fin había estado de acuerdo con sus padres en alejarse y buscar nuevos rumbos.

Para Maddie fue como un regalo del cielo. Este era justo el tipo de mujer que estaba buscando. A Georgette misma le convenía relacionarse con Joe. ¿Que mejor final podía tener esa historia? Empezó a fantasear con que al fin Joseph fuera parte de la familia.

Scott fue el primero en adivinar sus intenciones, y trato de disuadirla. Sabía que a Joe le disgustaban esas cosas, y tratándose de un pariente, solo iba a lograr meterse en líos, le dijo. Se preguntó si debía advertir a Joseph al respecto, pero después de pensarlo mejor, decidió que no. Tal vez si Maddie tenía razón... Tal vez no sería mala idea.

A Joe la muchacha le cayó bien. Era divertida y agradable, y era muy bonita. Pero era la prima de Maddie, y eso, al contrario de lo que todos esperaban, lo mantenía prudentemente apartado. 

No dudaba que Gigi fuera una excelente elección para cualquier hombre, y no era tonto. Sabía que todos estaban esperando que congeniaran, sobre todo Maddie. Pero nadie sabía que la vida amorosa o íntima de Joe ya hacía un tiempo que llevaba otros horizontes que no incluían compromisos formales. Por eso mismo, trataba de no crear ninguna expectativa en Gigi ni en nadie de su entorno. 

En cambio, en ella<, el encuentro había tenido un efecto inverso. Le encantaba Joseph. De pronto su enamorado de Norfolk se desdibujó. Joe era un excelente partido, además de ser apuesto, inteligente, simpático. Le gustaba, definitivamente, todo él. Hasta su hijo, que le parecía encantador. 

Empezó a interrogar a Maddie acerca de él, la que por supuesto se puso eufórica con el asunto. Al menos de una parte, ya había buena disposición. Le relató brevemente la historia de Joe sin entrar en demasiados detalles. Así, Gigi se enteró de que había enviudado y que luego había tenido un amor contrariado que lo había dejado susceptible. 




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