El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 9

La respuesta fue afirmativa, y rápida. Al día siguiente, el abogado de Veronique se puso en contacto con Scott y le comunicó que su clienta estaba dispuesta. Joe también terminó aceptando, después de volver a preguntar a Nicky si tenía deseos de ver a su abuela. Le dijo que había llegado a Londres a que la viera un doctor porque estaba algo enferma. Si quería verla, tenían que ir a su casa. El niño se mostró entusiasmado, y eso terminó de decidir a Joe.

Dos días después, y luego de ajustar algunos detalles, se encontró otra vez en la sala de su suegra, y acompañado por Scott, que había insistido en ir con él. Mientras sostenía a Nicky de la mano, no pudo menos que recordar la última vez que había estado allí. 

—Papá... Me lastimas —protestó Nicky tirando de su mano, que estaba apretando demasiado.

—Perdóname, hijo, no me di cuenta.

El abogado salió a recibirlos y pareció algo sorprendido de que Scott estuviera ahí, aunque no hizo ningún comentario. 

—Hola, jovencito. Ya puedes pasar —dijo, estirando la mano hacia Nicky.

—Aún no. Antes quisiera intercambiar un par de palabras con mi suegra, si es posible.

El hombre lo miró un momento y Joe le sostuvo la mirada, hasta que este sonrió de nuevo, y le pidió que aguardara.

—¿Qué vas a hacer? —le susurró Scott.

—Nada malo. No te preocupes. Solo quiero verla. Quédate con Nicky y no lo sueltes por nada del mundo, ¿de acuerdo?

—Por supuesto, pero tranquilízate, no exageres...

—Me tranquilizaré cuando volvamos a casa y esto haya acabado.

Su conversación se vio interrumpida por el abogado que le hizo señas de que lo siguiera. No recordaba haber entrado jamás a la habitación de su suegra en el pasado, y su primera impresión fue que era enorme. La misma sensación fue la que le causó su cama, o tal vez era que ella se veía muy pequeña en medio de almohadas y cobertores. Como si se hubiera encogido. Solo sus ojos seguían siendo los mismos, brillantes y profundos. 

Si alguna duda le quedaba a Joseph sobre la enfermedad de Veronique, se le disipó apenas se acercó a la cama. Se quedó parado a los pies de la misma, sin saber muy bien que decir.

—Hola, Joseph... Te ves bien. No vayas a decir que yo también me veo bien... Sería una pésima manera de empezar esta conversación, con una mentira. 

Joe guardó silencio un momento, pero no rehuyó su mirada para nada.

—No es fácil para mí estar aquí. Y supongo que para usted tampoco es fácil verme...

—Tienes razón. Pero estoy segura de que no estás aquí por ti, lo haces por tu hijo. Y eso puedo entenderlo perfectamente. Ahora, dijiste que querías hablarme. Habla de una vez, solo te pido que seas breve. Me canso con facilidad, y quiero fuerzas suficientes para ver a mi nieto.

—Yo... Quería... Darle las gracias por recibirlo —respondió con esfuerzo—. Es importante para él. Solo quiero contarle... Lo único que Nicholas sabe es que usted ha estado fuera del país todos estos años, por eso no lo ha visitado antes, y que ahora ha regresado porque se encuentra enferma y necesita ver a un médico. También le he dicho que escribía a menudo para preguntar por él. Nicky se preguntaba porque no sabía de usted, me preguntó si no lo quería...

No pudo menos que advertir el cambio en las facciones de Veronique, aunque esta se esforzara por disimularlo.

—Fue lo mejor que se me ocurrió. Me tomó de improviso, no esperaba que preguntara tan pronto. Y no podía decirle la verdad, no ahora. Solo tiene tres años...

—Casi cuatro —lo corrigió ella.

—Casi cuatro, es cierto. Aun así, todavía no podría asimilarlo. Se lo diré a su tiempo, todo. Quiero pedirle, rogarle si es preciso, que sostenga la mentira. Por favor, no vaya a destruir las ilusiones de mi hijo.

La mujer se lo quedó mirando como si estuviera evaluando la respuesta.

—Déjame verlo a solas, y tendremos un trato.

Joe dudó, mirando a su alrededor. No era la idea que tenía, para nada.

—Vamos, Joseph, ya viste la habitación. ¿Qué crees que voy a hacer? ¿Secuestrarlo? ¿Contigo junto a la puerta? Eso se acabó... ¿Acaso no me ves? Ya no represento un peligro para ti, puedes estar tranquilo. Lo único que quiero es la oportunidad de charlar a solas con mi nieto, sin miradas desconfiadas entre nosotros mientras lo hago. Quiero conocerlo...

Unos momentos después, Joe introdujo a Nicholas en la habitación, y después de presentarlo, lo dejó a solas con su abuela. Salió cerrando la puerta tras él, pero se quedó apoyado allí, con la mente en blanco, casi suspendido, expectante. Le parecía que si no se concentraba hasta iba a olvidarse de respirar, tal era la tensión que sentía. 

Estaba solo en el pasillo, mientras Scott lo esperaba en la sala. Los minutos parecían arrastrarse lentamente. Hasta que lo escuchó. La risa de su hijo fuerte y clara. Y detrás, como un eco, las risas de su abuela. Sonrió, algo aliviado. La estaban pasando bien, se reían juntos. Nieto y abuela. Como él nunca lo había hecho. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no echarse a llorar. 

Cuando se fueron, una hora después, Nicky estaba eufórico. Se llevó una enorme cantidad de papeles en los que había estado dibujando junto con su abuela. Dibujos hechos a medias, juegos compartidos. 




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