El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 13

Casi diez días después, las cosas entre Scott y Maddie seguían igual. Él había intentado hablar con ella en dos ocasiones, pero terminaron discutiendo y al final el mismo Joe le aconsejó que la dejara en paz unos días. 

Scott seguía trabajando como un autómata y estaba triste todo el tiempo. Extrañaba su casa, a su mujer y a sus hijas, toda esta situación lo deprimía. Joseph no se sentía de mucha ayuda. Intentaba hacer todo lo posible y agradecía las visitas de Colin, el único que parecía ponerle un poco de humor al asunto y hacer las cosas más llevaderas. 

Hasta que una tarde, al volver de la Universidad, Rosie le salió al encuentro y se lo llevó hacia la cocina, con aire misterioso.

—La señora Madeline está arriba hace más de una hora.

—¿Vino sola o Scott la fue a buscar?

—Apareció sola y él estaba en la sala, le dijo que quería hablar y se fueron al cuarto. Más de una hora...

—¿Y?

—Yo creo que se van a arreglar. Hay una circunstancia, que creo va a ayudar. Pero dejemos que ellos nos lo digan, esperemos a ver que pasa.

Durante una hora más, nadie se asomó por el piso superior, y no hicieron más que esperar. Después de lo que les pareció una eternidad, Maddie apareció sola en la cocina. Estaba algo llorosa, pero parecía estar bien.

—Hola... Yo... Nos vamos a casa, Joe.

—¿Estás bien? ¿Todo está bien?

—Sí, eso creo... Por ahora... bueno… Yo... Gracias, gracias por todo. Y a ti, Rosie, por tus consejos. Scott se quedó recogiendo su ropa, él te contará, yo creo que me voy, hasta luego...

Salió de la casa como una ráfaga, dejando a Joe algo perplejo y sin entender mucho. Rosie le palmeó la mano y lanzó una risita.

—¿Qué le dije? Menos mal que se decidió a decirle, esto ya llevaba mucho...

—¿Decirle qué? ¿De qué estás hablando?

Su pregunta se vio interrumpida por la llegada de Scott en la cocina, cargando su maleta. Su cara era una mezcla de alivio y felicidad.

—Me voy... Vuelvo a casa.

—Permiso… —dijo Rosie, saliendo con discreción.

—¿Te perdonó?

—No exactamente, no del todo, pero quiere que vuelva a casa. Y es un adelanto, ¿no? Además…                          

—¿Qué? ¿Qué más?

—Felicítame, Maddie está embarazada.

—¡¿Qué?!

Se quedó pasmado, pero la risa de Scott lo aflojó en seguida, y se levantó de su silla para abrazarlo efusivamente.

—¡Te felicito! Dios, en que momento tan oportuno llego ese bebé... ¿O no?

—No sé... Yo estoy feliz... Algo preocupado, porque no elegí el mejor momento para decirle lo de mi hijo, tanto cuidarme la vez anterior y terminó sucediendo ahora. Es una ironía...

—Pero... ¿Colin no lo sabía?

—No, recurrió a otro doctor. Es lógico, sabía que Colin iba a decírmelo enseguida. Pero ahora no importa. Me va a dar otra oportunidad, y para mí es suficiente. No todo está perdido.

—Te lo dije. Todo se va a arreglar, ya verás.

—Eso espero. Joe... Gracias. No sé qué habría hecho sin ti estos días —le respondió con visible emoción. Este volvió a abrazarlo con ganas.

—No hice más de lo que tú has hecho por mí estos años. Ahora vete de una vez. Estaré feliz de dejar de ver tu cara a toda hora.

—No va a ser fácil volver las cosas a lo de antes. Pero trataré de que sea mejor desde ahora. No más mentiras.

Jon se quedó solo en la cocina durante un rato. Por suerte las cosas se habían arreglado. Porque estaba seguro de que así era, todo iba a volver a la normalidad. Y también para él.

Desaparecida la preocupación por Scott, podía volver a sus propias tristezas. Tristezas que venían acrecentándose en los últimos días, aunque no lo había comentado con nadie aún.

Había dejado de ver a Julieth definitivamente desde hacía unos días. Y aunque era un acuerdo que tenían desde siempre, le había dolido un poco. Hacía un tiempo que ella frecuentaba a otro hombre, bastante asiduamente. Eso le dio a Joe un toque de atención. Ninguno de los dos veía a nadie con regularidad, salvo el uno al otro. 

Había sido un momento de decisión para ella. Sin quererlo, había encontrado ese compañero que pensaba buscar en el futuro, y no quería dejarlo pasar. 

Así que ahora estaba solo nuevamente. Y no sabía muy bien como retomar su vida íntima, no sabía tampoco si tenía demasiados deseos de hacerlo, al menos por ahora. 






 

Los días que pasaron fueron una evolución en la relación de los Ferguson. Scott decía que las cosas estaban tranquilas, pero algo frías todavía. Hasta que una tarde los vio pasear solos, charlando. Scott llevaba a Maddie por la cintura y ella no se veía incómoda. En un momento se detuvieron y se quedaron frente a frente. Vio que la acercaba a él con lentitud, como si estuviera probando su reacción. Luego levanto su cara y la beso con suavidad. Se le escapó una sonrisa al ver que ella le echaba los brazos al cuello, poniendo más pasión al beso. Alzándola en brazos, se dirigió a la casa en medio de risas. 




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