El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 16

Cuando llegaron a la casa, Colin le aconsejó que se metiera en la cama y descansara, pero Joe tenía otros planes.

—No, hazme un favor, ve por Scott —le pidió.

—¿A esta hora? Debes estar bromeando... 

—No, no bromeo. Y sabes que no lo molestaría si no fuera importante. Necesito que hablemos.

—Lo que necesitas es acostarte y descansar. Mañana podemos ocuparnos del asunto...

—¡Por Dios! ¡¿No me entiendes?! —gritó de pronto—. ¡No puedo esperar a mañana! ¡Necesito que sea ahora!

Colin se quedó mirándolo sorprendido y Joe se dio cuenta de que se había excedido. Pero no podía controlarse, si no lo hablaba inmediatamente iba a estallar.

—Por favor —continuó, bajando el tono—. Te prometo que me meteré a la cama, y hablaremos allí. Pero por favor, necesito que sea esta noche...

Su amigo suspiro con resignación. Mejor darle el gusto, pensó, porque de esta forma no iba a descansar de ningún modo.

—Está bien. Yo iré por Scott y tú te metes a la cama. Espera allí. ¿Puedes subir solo?

—Sí, ya tengo suficiente entrenamiento con soportar los dolores, no te preocupes.

Subió las escaleras con cuidado, y de pasada, abrió la puerta del cuarto de Nicky. Este dormía profundamente, con la cara vuelta hacia la puerta. Se quedó mirándolo un instante, y no pudo evitar que las palabras de Terrance volvieran a su mente.               

"Maldito hijo de puta...", pensó sin poder evitarlo. 

Luego cerró la puerta y se fue a su propio cuarto. Se quitó la ropa con algo de dificultad y se deshizo de la dichosa faja, lo que le permitió respirar mejor, aunque el dolor seguía allí. Se metió entre las mantas y cerró los ojos un momento. 

Era demasiado... Demasiado, y todo a la vez. Trató de relajarse y alejar los pensamientos. Necesitaba estar calmado para hablar con Scott, no se podía dejar dominar por los nervios. Tenía que mantener la cabeza fría, y tratar de no pensar en que Angie estaba cerca. 

Sus amigos aparecieron unos momentos después, y Colin se mostró satisfecho con que estuviera ya en la cama. Se sentó a los pies de la misma como acostumbraba, mientras Scott acercaba un sillón a su lado.

—Perdona la hora —se disculpó enseguida.

—No te preocupes, no importa. Colin ya me dijo algo, y que tenías urgencia de hablarlo... Dice que viste a Charlene. ¿Qué paso? ¿Te amenazo o algo?

—No, no fue ella. Ella solo quiso disculparse.

Les relató brevemente la conversación que había tenido, sin entrar en demasiados detalles sobre Angie, salvo el hecho de que ella y su marido estaban en Londres, hasta llegar a la parte en que Terrance había hecho su aparición.

—Fue él, Scott... Él me mandó a golpear. Es él quien me amenaza —dijo atropelladamente, perdiendo un poco la calma que había mantenido hasta ahora.

—Despacio, despacio... Cálmate. ¿Te lo dijo? ¿Te amenazó?

—No, pero...

—Espera —lo interrumpió—. ¿Por qué razón piensas que fue él?                          

—Porque... Porque… —tartamudeó, confundido—. ¡Porque sí! ¿Como por qué? ¡Es obvio que fue él!

—Dame razones.

—¿Razones? ¡Ay, por Dios! ¿Que no me escuchas? ¡Angie está en Londres! ¡Todo encaja! Ya te dije que hace mucho que no tengo asuntos con ninguna mujer casada... ¿Y quién podría tener tanto temor? ¿Quién podría pensar que he tenido una relación tan fuerte con su mujer, como para temer que pueda acercarme de nuevo? ¿Quién, sino Terrance Marshall?

—Cualquier esposo con un tornillo algo zafado, Joe. No es razón para acusarlo.

Joe se quedó mirándolo con la boca abierta, asombrado. No podía creer lo que le estaba diciendo.

—¿De qué lado estás? —le preguntó con enojo.

—Del tuyo, por supuesto. Como siempre. Y es mi deber hacer que te calmes y veas las cosas objetivamente. Si el hombre no te amenazó, si no tienes alguna prueba, solo son supuestos.

—No me amenazo a mí, pero sí a Nicky.

—¿Cómo es eso?

—Dijo exactamente las mismas palabras que esos matones. Dijo "porque me han dicho que tiene un hijo muy bonito, un lindo niño...", exactamente eso. No se me van a borrar nunca, las tengo metidas aquí —dijo golpeándose la frente.

—¿Solo eso?

—¡¿Te parece poco?!

—Puede ser una casualidad, son modismos muy frecuentes. Eso, en sí mismo, no prueba nada...

—¡Cristo, Scott! ¡Te digo que fue él! ¡Tiene los motivos, utiliza los mismos términos, sucede cuando él llega a la ciudad! ¿Qué más necesitas para creerlo?

—¡Pruebas! No se trata de lo que yo crea, sino de lo que podamos probar...

—¡Tienes mi palabra! Demonios, ¡pensé que me ibas a ayudar!

—Eso intento...

—¡Pues no lo parece!

—¡Joe! —intervino Colin—. Cálmate un  poco, ¿quieres? Baja la voz. Que te pongas así no conduce a nada.




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