El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 31

Recorrió las calles a la carrera, más temerosa de que sus lágrimas empezaran a derramarse sin cesar que de los peligros que podía encontrar a esa hora. Al llegar no encontró a nadie esperándola, era temprano y Janice dormía aún, así que se fue directo a la cama. Se tapó hasta la cabeza y lloró un largo rato, hasta quedarse dormida. 

La despertaron los sacudones de su criada, que le traía el desayuno.

—Me preocupé cuando no llego, señora —le dijo mientras descorría las cortinas. 

La luz lastimó los ojos de Angie, que estaban hinchados de tanto llorar. La joven criada lo advirtió, pero no hizo comentario alguno.

—Me quedé tranquila cuando me asomé a la habitación y vi que dormía. Debió despertarme al llegar, le habría preparado algo caliente.

—No era necesario, pero gracias por tu preocupación...

Cuando la muchacha dejó la habitación, Angie empezó a comer su desayuno sin ganas, mientras pensaba.

Tal vez alguien pudiera pensar que la discusión que habían tenido anoche había sido estúpida, pero no era así para ella. Le parecía fundamental. Si no lograban ponerse de acuerdo en cómo manejar la situación, simplemente no podían seguir adelante. Si Joe no lograba resignarse a que Terrance era su marido y aceptar que la situación no iba a modificarse, no habría modo. Iba a terminar haciendo una tontería y arruinándolo todo. 

Y no se trataba solo de generar un escándalo. Se trataba de que Terrance descubriera lo que pasaba, y de que entonces su vida no valdría nada. Y ella no podía permitirlo. No iba a permitirlo de ningún modo. Tampoco  podía quedarse de brazos cruzados, solo esperando a que su esposo volviera. Tenía que hacer algo, necesitaba tiempo para arreglar las cosas con Joe, o para terminarlas definitivamente.

Las lágrimas empezaron a caer otra vez sin que pudiera controlarse y dejó la taza en la bandeja con un golpe. Lloró un rato hasta que logró dominarse de nuevo, e hizo la bandeja a un lado con decisión. Abandonó la cama para ir a su escritorio, y tomando papel y pluma, empezó a escribir un telegrama. Necesitaba tiempo, sí, pero necesitaba saber de cuánto tiempo disponía. 

Le enviaría un telegrama a Terrance. No, mejor dos. Uno a la casa, el otro a su oficina. No sabía muy bien donde ubicarlo. Trató de redactar algo amable, pero no demasiado. Estaba preocupada por la falta de noticias, y deseaba saber si todo estaba bien y cuando iba a regresar a casa. Le rogaba que le contestara a la brevedad, pues se sentía intranquila. Lo releyó un par de veces y se sintió bastante satisfecha con el resultado. Luego llamó a la criada y la envió al correo.





 

Para Joseph fue un día difícil. Tenía un humor de los mil demonios, pero hizo un enorme esfuerzo en que no se notara, porque no quería contestar preguntas. Obviamente no lo logró. Era una persona demasiado transparente como para ocultar sus sentimientos. 

Scott el único que pregunto. Recibió como respuesta un lacónico "tuvimos una estúpida pelea y no quiero hablar del asunto". Así que no indagó más, suponiendo que se arreglaría pronto. 

Por lo demás, logró sortear el resto del día bastante bien. Se encerró en su despacho a trabajar, y al menos allí no tenía que fingir ante nadie. 

Por la noche, y aun sabiendo que Angie no iba a ir, se obligó a ir a la casa. Por primera vez pasó la noche solo allí. Eso sin contar las que había pasado cuando Elyse había fallecido. 

Se quedó en la habitación y pensó durante gran parte de la noche. Estaba haciendo enormes esfuerzos por no desesperarse. ¿Qué sucedería si Angie decidía no volver? ¿Qué iba a hacer? No sabía cómo iba a manejar la situación cuando Terrance volviera, lo que sí sabía era que no podía vivir sin ella. 

Eso era lo que lo angustiaba. ¿Cómo iban a arreglarse? Ni siquiera habían pensado en eso. ¿Cómo iba a soportar las noches sin dormir a su lado? ¿Y cómo iban a hacer para verse? La casa de Colette ya no era una opción, y Angie ya no podría salir por las noches. Sin contar que no podrían verse todos los días. Iba a ser muy difícil. ¿Cómo iba a tolerar no verla durante días?

De pronto una idea cruzó su mente, algo en lo que no había pensado antes. ¿Qué pasaría si un buen día Terrance decidiera llevársela lejos? Ya habían abandonado Suiza. ¿Y si quisiera hacer lo mismo y alejarse de Londres?

Ocultó la cabeza entre las manos con un gemido desesperado. No podía tolerar siquiera la idea…





 

Cuando volvió a casa del trabajo, al día siguiente, encontró una carta de Angie que una de las empleadas de Colette había llevado a mediodía. Era breve y concisa:

"Querido Joe:

Le envié un telegrama a Terrance preguntando por su vuelta. Ya no podía esperar más con esa indecisión. Son buenas noticias, al menos eso creo. Sus asuntos le llevarán una semana más, y me anuncia su vuelta para el 15 de setiembre. Eso significa que tenemos casi diez días más para estar juntos. De ti depende que sean un paraíso o un infierno. Te dejo a ti la decisión, ya sabes cuál es la mía. Te espero esta noche.

Te ama, Angie"




 

Ya hacía unos momentos que estaban en la alcoba, los dos sentados sobre la cama, enfrentados y sin hablarse. Joe era consciente de que Angie esperaba una disculpa, y que  tenía que dársela, pero no sabía cómo hacer para que sonara convincente. Para que lo comprendiera, para que no volviera a pensar que era solo orgullo, o egoísmo, lo que lo movía a reaccionar así a veces.




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