El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 38

—¡Benny! —llamó desde allí después de unos momentos.

El muchacho apareció junto a él casi de inmediato, como si hubiese estado esperando detrás de la puerta de la cocina.

—Hazme un favor. Ve a casa de Scott, y dile que necesito que venga un momento.

Benny solo asintió con la cabeza y se disponía a marcharse, cuando Joe lo detuvo.

—¡Benny!

—Dime...

—No lo hice a propósito... Lo de Nicky.

—Lo sé —le contestó y se fue de inmediato.

"¡Dios! Lo único que me falta. Además de todo lo que tengo, que todo el mundo me vea como un monstruo"

Subió los peldaños con gesto cansado y se fue directo a la habitación de su hijo. Rosie estaba sentada sobre la cama. Entre sus brazos, Nicholas lloraba desconsoladamente.

No es que  fuera la primera vez que lo veía llorar, pero siempre había sido por caprichos. En cambio, esta era la primera vez que veía en él un llanto de dolor, causado por una pena, y él era el causante. Se acercó y le puso una mano sobre la cabeza, acariciándolo.

—Nicky...

Pero el niño ni siquiera lo miró, se aferró a Rosie con más fuerza, hundiendo la cabeza en su regazo y rechazándolo. La mujer lo miró, y negó con la cabeza, en un gesto elocuente que decía "Ahora no".

Fue demasiado para él. Todo lo que venía arrastrando y ahora esto... Era más de lo que podía soportar. No insistió, solo se dio media vuelta y fue a encerrarse en su cuarto. Se quedó allí dando vueltas, sabiendo que debía analizar todo lo que sucedía, pero no lograba concentrarse. Se sentía perdido.

Por suerte Scott apareció rápidamente, y cortó ese estado que amenazaba con convertirse en desesperación. Por ahora eso podía esperar un rato, ya tendría largas horas para abandonarse al desconsuelo.

Su amigo se metió a la habitación sin  golpear y cerró la puerta tras él. Se quedó mirándolo un momento, y ya en su expresión adivinó problemas.

—Vine enseguida. Benny dijo que estabas un poco alterado.

—¿Alterado? Bueno, fue bastante amable, considerando que todos me miran como si fuera una especie de asesino.

Se dejó caer sobre la cama con desaliento, y Scott se preocupó. La palabra "asesino" no le gustaba nada relacionada con Jon.

—No hiciste ninguna tontería, ¿verdad? ¿O acaso tienes ganas? ¿Por eso me llamaste?

—No... No exactamente. Necesito pedirte un favor. Necesito una custodia.

—¿Custodia? ¿Para ti?

—No, para Nicky.

Le contó todo lo que había sucedido esa tarde. Desde la decisión de Angie, hasta la amenaza velada de Terrance, finalizando con la forma en que había maltratado al niño al llegar.

 

—Me siento una basura, te lo juro. He puesto a mi hijo en peligro, y no contento con eso, vengo aquí y me desquito con él de mis frustraciones. Soy un desastre...

—No exageres, solo te tomo en un mal momento, y es bastante habitual que nos desquitemos con los que más queremos. Suelen ser los que están más a mano.

—Solo es un niño… Él no tiene la culpa de lo que pasa.

-—Claro que no. No te preocupes, se le pasará.

—No quiso ni mirarme...

—Se le pasará. Te lo digo por experiencia, tendrás muchos berrinches a lo largo de tu vida, así que acostúmbrate.

—Esto no es un berrinche... Y nunca voy a acostumbrarme a verlo sufrir, ni a otras cosas.

—¿Lo dices por Angie? Pues me parece que vas a tener que hacer un esfuerzo. Después de lo que me has contado, me parece que es la primera vez que estoy de acuerdo con ella. Esto ha ido demasiado lejos, Joe, y tienen que detenerlo. Aún están a tiempo...

—Lo sé, no te preocupes. No voy a hacer nada, no puedo hacer nada. La verdad, nunca me preocupo mi propia seguridad, pero no quiero que nadie más salga herido, mucho menos Nicky. Y lo peor, es que me parece que soy responsable de que las cosas hayan llegado a este punto...

—¿Por qué lo dices?

—Hay algo que no te he contado, no se lo he contado a nadie. Hace unos días fui por Terrance.

—¿Estás loco? ¡Te dije que no te acercaras a él! ¿Has perdido el juicio?

—Supongo que sí, perdí la cabeza. Le dije unas cuantas, y casi lo ahogue. Ni se defendió... No es tan valiente mano a mano. ¿Pero sabes qué fue lo más extraño? Después me sentí asustado por lo que había hecho, por haber reaccionado de esa forma pero, por otro lado, fue un enorme alivio. En un punto lo disfruté...

—Dios, ¡no hables así!

—Es la verdad, pero no te preocupes, se acabó. Mientras no ponga una mano sobre mi hijo, se acabó. Pero si se atreve a hacerle algún daño, te juro que entonces nada ni nadie me va a detener. Voy a matarlo, se lo dije muy claro. Le dije que iba a arrancarle las entrañas y ahogarlo con ellas, y te juro que lo cumpliré.

—Basta, deja de decir esas cosas. Nadie va a matar a nadie, ¿de acuerdo? Solo ocúpate de tu hijo, yo me ocuparé de la custodia. Quédate tranquilo, todo va a estar bien.




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