El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 46

Joe se fue a casa sumido en sus pensamientos, tratando de analizar aquello que Angie le había contado. ¿Sería posible? ¿Que Terrance saliera de sus vidas de una vez y para siempre? No quería ilusionarse, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados, solo esperando. 

Se detuvo en la puerta de su casa, mirando el suelo, con las manos en los bolsillos y trazando dibujos con la punta de su zapato. Luego pegó media vuelta y se fue a casa de Scott.

Maddie estaba preparando a las niñas para la cena, o más bien dando órdenes, ya que embarazo la tenía algo pesada, y no se movía con la misma soltura. Joseph la miró con ternura por un momento, tenía el vientre tan abultado que parecía a punto de dar a luz en cualquier momento. Scott se lo llevó a su despacho y allí se encerraron por un buen rato.

—Bueno, dime qué pasa —le preguntó, apenas cerraron la puerta.

—¿Cómo sabes que pasa algo? ¿No puedo venir solo de visita?

—Te conozco demasiado, puedo leer en tu cara. ¿Qué sucede?

Joe se echó en un sillón y se aflojó la corbata, con ese aire que Scott reconocía como de confidencia, así que también se puso cómodo.

—Tiene que ver con Angie...

—Ah, era eso.

—Sé que no te gusta el tema, pero eres el único que me puede dar un consejo con esto, o averiguar algo, o decirme al menos que puede significar. Dime, ¿qué sabes de Scotland Yard?

—¿Disculpa? ¿Quién tiene problemas con Scotland Yard?

—Terrance. O al menos eso parece. Dos hombres fueron ayer a su casa e interrogaron a Angie con respecto a él.

—¿Qué clase de interrogatorio?

—Simple. Que si sabía dónde estaba o que estaba haciendo. Cuanto hacía que faltaba de la casa, esas cosas.

—¿Y ella qué les dijo?

—Lo que sabe, que es casi nada. No tiene idea de donde está, no ha tenido noticias desde que se marchó hace casi dos semanas.

—¿Le dijeron por qué lo buscaban?

—No, dijeron que solo era rutina. Pero hasta yo sé que esa gente no anda por las casas haciendo preguntas solo porque se aburren. Algo sucede, debe estar en algún problema. Angie cree que tal vez tenga que ver con el asunto del médico, en Suiza.

—Eso sería una excelente noticia, ¿verdad?

—De lo mejor. Pero estoy intentando no hacerme ilusiones y ser objetivo. ¿Qué tan grave es que te busque Scotland Yard?

—Muy grave, cuando las cosas sobrepasan a la policía local, y tienes que ir un escalón más arriba. Cuando se trata de casos complicados o gente influyente.            

—¿Tienes forma de averiguar algo?                          

—No sé, no tengo demasiadas conexiones ahí, pero puedo probar.

—Te lo agradecería. Me preocupa que Angie se pueda ver involucrada en algún problema.

Scott se quedó en silencio, sosteniendo la mirada de Joe, que era por demás elocuente. Luego suspiró y sacudió la cabeza.

—No te preocupes, pueden contar conmigo si hiciera falta.

—Gracias, amigo. No esperaba otra cosa de ti.

—De todas formas, ella no debería tener problemas, si no ha estado metida en nada. Salvo que supiera algo y lo ocultara, como en el caso del médico. Sería conveniente que la instruyas con eso, por si acaso. Debe negar conocer cualquier cosa al respecto, ¿entiendes? Cualquier cosa que sepa sobre los manejos de su marido, es mejor que las olvide. Ella solo es una sumisa esposa, dedicada al hogar y nada más.

—Está bien, hablaré con ella. Me parece que ni siquiera se ha dado cuenta de que puede verse en algún problema. No sabes lo que daría porque se fuera de esa casa...

—Se supone que no debe moverse de allí, se supone que está bajo amenazas, por eso se ha quedado todos estos años. Joe, cuidado.

—¿Por qué? No te comprendo...

—Tengo la sensación de que la ausencia de Marshall le está dando alas a sus esperanzas. El que el tipo esté ausente, no significa nada aún, ¿te das cuenta? Todos los peligros de los que se han estado cuidando, siguen ahí. Puede estar oculto en cualquier sitio, o tener gente vigilando. Tengan cuidado, no sean imprudentes.

—Tienes razón. No te preocupes, seguiremos como hasta ahora. Al menos hasta que sepamos algo más.

—Bien, yo averiguare lo que pueda y te tendré al tanto. Y, por Dios, espero que sean buenas noticias...

—No más que yo. Gracias otra vez, no te molesto más. Ve con tu familia y yo haré lo mismo.

—Te veré mañana, saludos a todos.

Una vez que se marchó, Scott se echó hacia atrás y se quedó pensativo. Si le andaban atrás, es que estaba en un lío gordo, eso era seguro. Y si le ponían las manos encima, sería una buena noticia. Pero primero tendrían que atraparlo, y esa era la parte que no le gustaba. ¿Qué haría un tipo como ese, al verse acorralado?

"Bueno, no te adelantes. Ve por partes, preocúpate de las cosas cuando sucedan. Tal vez sea una buena noticia después de todo".




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