El maestro Ii: Las sombras del presente

Capítulo 52

Ya estaba amaneciendo y todos estaban agotados. Hacía ya tres horas Colin había pasado como una ráfaga, poniéndose un delantal, tras la camilla que transportaba a Joe a la sala de operaciones. 

Había dado muy pocas precisiones, solo dijo al pasar que todo estaba bien y que iban a ocuparse de su pierna, que necesitaba cirugía. Y así de rápido habían desaparecido por el pasillo. Los cuatro habían vuelto al asiento, algo angustiados, a pesar de las palabras tranquilizadoras de Colin, porque les había estrujado el alma el aspecto del enfermo.

Ahora llevaban allí largo tiempo, apoyándose unos en otros, en silencio. 

Cuando Colin apareció al final del pasillo, quitándose la ropa del quirófano, todos saltaron de sus asientos. El médico levantó las manos, tranquilizándolos.

—Está bien, todo está bien. Ya lo van a llevar a una habitación.

—¿Puedo verlo? —preguntó Angie, ansiosa.        

 —Luego, deja que lo acomoden y te dejaré verlo un momento. 

—¿De veras está bien? —preguntó Scott.

—Sí, eso dije. Vamos a mi consultorio, ahí hablaremos mejor. Aquí solo estorbamos.

Una vez en el cuarto, todos se acomodaron donde pudieron y se quedaron mirando al médico con la ansiedad pintada en el rostro. 

—Bueno, solo puedo decir que tuvo mucha suerte. La bala solo le rozo la sien y le produjo un corte largo y poco profundo, pero esa zona siempre sangra mucho. Angie, no fue más que eso, te lo aseguro.

—Pero... ¿Y las demás heridas?

—A ver. Tiene dos costillas rotas, otro corte en la cabeza, golpes y contusiones por todas partes, pero eso se soluciona con algo de hielo y paciencia. Después está el corte en la muñeca, perdió mucha sangre, sumado a lo que perdió por la herida de la pierna, está débil, debo decirlo. Además, está deshidratado. Pero lo iremos corrigiendo poco a poco. Lo más grave es la herida de la pierna. Pero ya nos ocupamos de eso...

—Entonces, ¿todo está en orden? —preguntó Colette—. ¿Está fuera de peligro?

—Está delicado. No voy a mentir con eso, pero lo sacaremos adelante. Es joven, es fuerte, se repondrá. Solo necesita tiempo.

—¿Ahora puedo verlo? —insistió Angie.

—Sí, pero después deberías ir a casa.

—No, de ningún modo. No me muevo de su lado.

—Pero está inconsciente. No despertará enseguida, eso es seguro. Deberías descansar.

—No, Colin. No dejaré que pase lo mismo que en Sussex. Esta vez, cuando despierte, voy a estar ahí.

—Tal vez tarde mucho en despertar… —le dijo con cuidado.

—No importa, me quedaré el tiempo que haga falta.

—Está bien… —dijo con resignación.

Después los llevó a la habitación y dejó que todos lo vieran apenas por unos segundos. Ahora allí, en la cama, más limpio y con vendas en su cabeza y en su muñeca, los golpes parecían más visibles. Pero a pesar de eso, parecía descansar bien, aunque su respiración era algo agitada. Angie posó la mano sobre su frente, y lo miró algo alarmada.

—Tiene algo de fiebre, no te preocupes, es normal —se apresuró a decir Colin.

Colette y Rosie se retiraron, prometiendo volver en unas horas, y la joven se sentó al lado de la cama, con la mano sana de Joe entre las suyas.

—Volveré luego —le dijo Scott—. Iré a darle las novedades a Benny, estaba preocupado.

—Está bien, aquí estaré. No me moveré de aquí.

Pero apenas cruzaron la puerta, Scott tomó a Colin del brazo y lo arrastró hasta el consultorio de vuelta, cerrando la puerta tras él.

—Muy bien, ahora estamos solos —dijo sin rodeos—. ¿Qué sucede? ¿Qué es lo que está mal con Joe?

—¿Quién dice que hay algo mal?

—¡Tu cara! Te conozco demasiado, ¡nos conocemos demasiado, Colin! ¿Qué pasa?

—Su pierna... Es su pierna.

—¿La pierna? Solo es una fractura, eso no es grave.

—Es una fractura expuesta, Scott, una herida grande e importante. Ha estado al aire casi tres días, en un ambiente sucio y mugriento. Está infectada, y es serio.

—¿Qué tan serio? No comprendo.

—Muy serio, está complicada. Necesitamos detener la infección antes de que avance más y sea demasiado tarde.

—¿Por qué tarde? ¿Qué sucede si avanza más?

—Septicemia.

—¿Qué demonios es eso?

—Un envenenamiento de la sangre, la infección avanza por el cuerpo, es casi fulminante y una vez que se desata, no hay vuelta atrás.

—Pero… Puedes curarlo, ¿no? La infección...

—Estamos haciendo lo posible...

—¡¿Eso que demonios significa?! —dijo, levantando la voz.

—¡No me grites, Scott! No estoy en condiciones de más presiones por hoy, ¿me oyes?

—¡Lo siento! Perdóname… Dime, ¿hay alguna manera de curar eso?




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