Después del inquietante encuentro con el guardián, Theron y Aria regresaron al bosque en silencio. Aunque el camino de vuelta al pueblo parecía igual, había algo en el aire que se sentía distinto, más denso. La revelación sobre el medallón pesaba sobre los hombros de Theron, y las palabras del guardián resonaban en su mente como un eco incesante.
Esa noche, mientras los demás aldeanos descansaban, Theron y Aria se reunieron en la pequeña cabaña que la comunidad les había asignado. Sobre la mesa, el medallón parecía brillar débilmente bajo la luz de las velas. Su resplandor era casi hipnótico, como si el objeto tuviera una vida propia.
—¿Estás seguro de que quieres continuar? —preguntó Aria, con una mirada de preocupación genuina.
Theron asintió. Aunque el miedo aún lo acechaba, sentía que algo dentro de él lo impulsaba a seguir adelante.
—El guardián mencionó algo sobre una "puerta entreabierta" —respondió Theron, recordando las palabras del ser—. Si no cerramos esa puerta, algo mucho peor podría atravesarla. No puedo ignorarlo, Aria. Este medallón… yo tengo que comprenderlo.
Aria lo miró por un momento, como si sopesara cada palabra. Finalmente, se inclinó hacia adelante.
—Entonces, hay algo que debes saber —dijo en voz baja, como si compartiera un secreto antiguo—. He escuchado historias sobre los magos del pasado, aquellos que custodiaban las barreras entre los mundos. Para comprender el verdadero poder de un artefacto como este, necesitarás someterte a una prueba.
Theron la miró, intrigado.
—¿Una prueba?
Aria asintió.
—La Prueba de la Llama —dijo—. Es un ritual antiguo, diseñado para revelar el verdadero potencial de los magos. Se dice que quien la supera puede controlar cualquier magia a su alcance. Pero es peligrosa, Theron. Los que no están preparados han perdido la cordura… o la vida.
Theron tragó saliva, su mente en conflicto entre el miedo y la necesidad de respuestas. Sabía que era arriesgado, pero si esta prueba podía darle el poder para cerrar la puerta hacia las sombras, tenía que intentarlo.
—¿Dónde se lleva a cabo la prueba? —preguntó finalmente.
Aria lo miró con seriedad.
—En el corazón del bosque, en un claro que los antiguos usaban para sus rituales. Si estás decidido, podemos ir al amanecer.
Theron asintió, sin decir nada más. Esa noche apenas durmió, sus pensamientos arremolinándose en torno a las visiones del guardián y la posibilidad de enfrentarse a un poder más grande de lo que jamás había imaginado.
Al amanecer, ambos partieron hacia el corazón del bosque. El aire era frío, y una niebla espesa cubría el suelo. Tras una larga caminata, finalmente llegaron al claro. Allí, en el centro, una antigua piedra con inscripciones desgastadas por el tiempo se alzaba como un altar silencioso, imponente.
Aria indicó a Theron que se colocara frente a la piedra.
—Esta es la Prueba de la Llama, Theron. Aquí, los antiguos desafiaban sus propios límites. Tienes que invocar tu magia más profunda, y mantener el control pase lo que pase.
Theron tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago. Cerró los ojos y comenzó a concentrarse. Imaginó el poder del medallón, sintiendo cómo la magia fluía desde su centro hacia sus venas. De repente, una llama comenzó a brillar en la palma de su mano, una luz tenue que rápidamente creció en intensidad.
Pero, a medida que la llama crecía, Theron sintió una presencia extraña. Era como si el fuego tuviera voluntad propia, y luchara por escapar de su control. Recordó las palabras de Aria: mantener el control pase lo que pase. Sin embargo, la llama aumentaba en tamaño y calor, y pronto se convirtió en una columna de fuego que iluminó todo el claro.
Theron sintió que la fuerza de la llama lo empujaba hacia atrás, y su mente comenzó a llenarse de susurros, visiones de mundos oscuros y criaturas de sombra. Era como si el fuego estuviera conectado con el portal que custodiaba el medallón, y esos susurros lo llamaban a abrirlo.
—¡Theron, concéntrate! —gritó Aria, con voz urgente, pero el sonido de su voz era un eco distante en su mente.
La visión de un vasto portal, rodeado de sombras, llenó su mente. Al otro lado, veía a criaturas oscuras, ojos rojos que lo observaban con hambre, esperando su llegada. La tentación era poderosa. Podría cruzar el portal y descubrir los secretos de la magia prohibida, o incluso dominarla. Pero en el fondo, una voz suave le recordó quién era, y cuál era su misión.
Con un esfuerzo monumental, Theron concentró todo su ser en la luz dentro de sí mismo, una chispa de esperanza y determinación que había heredado de su madre y de las antiguas enseñanzas de su maestro. La llama de su palma seguía creciendo, pero en vez de dejar que lo envolviera por completo, respiró profundamente, calmando su mente y su corazón.
Theron visualizó una barrera, una esfera de protección en su mente, que separaba su voluntad de la oscuridad que intentaba colarse desde el portal. Mientras la llama parpadeaba y luchaba por liberarse, Theron exhaló y cerró sus dedos lentamente sobre la columna de fuego, domándola, haciéndola retroceder hasta que solo quedó una pequeña chispa en su palma.
El claro quedó en silencio, con la luz de la llama reflejándose en las hojas húmedas del bosque. Aria observaba, impresionada y visiblemente aliviada. Aunque la prueba era peligrosa, Theron la había superado, demostrando una capacidad de control y resistencia que pocos magos poseían.
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Editado: 19.11.2024