Julie.
9 de Julio del 2015.
-Julie Méndez... ¿Te casarías conmigo? – Me preguntó Sean, frente a todo el Brighton Palace Pier. En este momento siento como todo el mundo se detiene, los nervios aceleran mi corazón y que solo somos Sean y yo en nuestra pequeña burbuja. Ahí, justo en ese momento, estaba frente a mí el amor de mi vida, un hombre de cabello castaño oscuro, unos ojos color miel y un cuerpo de infarto.
Miles de pensamientos pasan por mi mente, miles de momentos vividos con Sean se reproducen frente a mis ojos. Siento que este momento es perfecto, verlo arrodillado frente a mí y con una pequeña caja con un anillo de oro con un diamante en el centro. No hay mejor momento que este.
Así que, sin pensarlo dos veces, recordando que este el hombre de mi vida, le doy la respuesta que tanto anhela:
-Si me quiero casar contigo, Sean. – Sean se pone de pie, toma mi mano e introduce el anillo en mi dedo anular. Agarra mi cintura y me pega a él fundiéndonos en un beso dulce, calmado; en el cual puedo sentir el roce de sus labios con los míos. Cuando se separa deja pequeños besos en mis labios y me toma de la mano.
-Nunca pensé que estaríamos de esta manera. – Dice y me hace dar una vuelta y me abraza por detrás.
- ¿Cómo? – Le molesto un poco y le planto un beso.
- No te hagas, sabes que he esperado mucho para estar así contigo. Tomarte de la mano y por fin decir que serás mi esposa; que compartiremos casa, que por fin tu familia y la mía serán una. Que tendremos hijos y que podré recordarte lo hermosa que eres todos los días al despertar. – Sus palabras nada más me hacen recordar lo mucho que lo amo y las ganas que tengo de ser su esposa.
>> Te amo, amor, pero deja de llorar. – Dice pasando sus pulgares por mis mejillas y dándome un beso para después el muy descarado echarse a reír.
-No te rías, Sean, yo también te amo. Pero sabes que soy una persona muy emocional y las palabras tan lindas que dices solo me hacen llorar. - Digo, me da muchos besos y me hace cosquillas.
- ¿Ves? Ahí está la sonrisa que tanto me gusta.
El resto de la tarde nos la pasamos caminando y disfrutando del momento. Compramos un montón de peluches, nos montamos en la mayoría de las atracciones y justo cuando estábamos a punto de irnos, decidimos caminar por la playa y contemplar el atardecer.
En un punto dejamos de caminar y nos sentamos a ver las olas, los dos en un silencio cómodo, tomados de la mano. La verdad es que nunca me plantee como sería, siempre lo veía como un sueño lejano. Pero de lo que estoy segura es que la playa es un lugar tan hermoso y relajante que estoy segurísima de que me quiero casar aquí.
En la playa he vivido momentos tan hermosos con mi familia, mis amigos, con Sean y con Tayler, mi mejor amigo.
-Quiero casarme en la playa. – Digo de repente.
- ¿Por qué? – Pregunta Sean tomando mi mano y besándola justo arriba del anillo.
-Amor, la playa es hermosa, solo imagíname caminando de la mano con mi papá en la arena, con las olas del mar sonando y que digamos nuestros votos en el atardecer. ¿No es hermosa la idea?
-Amor todo lo que provenga de ti y tus pensamientos es hermoso. No me importa la hora, lugar o las personas; Solo quiero casarme contigo y pasar todos los atardeceres a tu lado. – Dice y yo obviamente como la chica sensible que soy ya estoy llorando de nuevo y acercándolo a mi para comérmelo a besos,
-No digas nada y tampoco te rías que te dejo aquí botado.
-Bótame, pero por favor que sea en desechos orgánicos.
- ¡Sean!