¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

Una futura promesa de ¿boda?

 

 

Nada más terminar de leer el mensaje, Triz le arrebató el móvil y ella y Ann comenzaron a hablar a toda velocidad.

Santa mierda.

¿Dan y Sonia casándose? ¿Casándose? ¿Ellos?

Sabía que este momento llegaría algún día, pero no pensó que fuera tan pronto.

De hecho lo esperaba para dentro de unos cinco o seis años, cuando hubieran madurado. No ahora.

Estaba tan sorprendido que no sabía qué decir; pero lo peor de todo no era que su amigo hubiera tenido la loca idea de casarse. No. Dan y Sonia casándose daba un poco de grima, pero podía superarlo. Lo que no podría superar era que otros dos castaños tomasen prestada la idea.

Miró de reojo hacia Nora y Ann. Ellas no iban a casarse al menos hasta que tuvieran treinta y cinco años. Y a ser posible con otros hom- bres que tuvieran su aprobación, no como José y Kyle. ¿Qué habían hecho ellos para merecerse a su amiga y a su hermana? Nada, absoluta- mente nada.

Se revolvió incómodo mientras se imaginaba a su hermana casán- dose con Kyle y sintió ganas de estrangularlo. Afortunadamente, sintió que alguien le pellizcaba el brazo y lo sacaba de esa ensoñación tan horrible, volteó hacia un lado y se encontró a Nora mirándolo con una sonrisa divertida.

—Deja de lanzarle miradas asesinas a Kyle, no va a pedirle matri- monio a Ann solo porque haya escuchado que Dan va a proponérselo a Sonia —indicó Nora, él la miró sorprendido y ella le señaló la frente—. Lo tenías escrito por toda tu cara.

 

—Por eso odio jugar al strip poker contigo —respondió con media sonrisa mientras se hacía a un lado para que Nora se sentase junto a él.

—Nunca hemos jugado al strip poker —murmuró Nora con las me- jillas sonrosadas.

—Lo sé, pero le dije lo contrario a José —respondió ganándose un puñetazo en el brazo—. ¡Ay!

—Deja de decirle esas cosas a José, vas a conseguir que me deje

—regañó Nora, él rodó los ojos.

Como si eso pudiera pasar.

De hecho, creía que era más probable que siendo picado por una araña se convirtiese en spiderman que José dejase a Nora. Ese chico es- taba pillado hasta los huesos por su mejor amiga. Era tan problemático.

El amor era tan problemático.

—Dan y Sonia, ¿qué piensas? —preguntó Nora sacándolo de sus pensamientos.

—Estoy algo ofendido, se supone que yo soy su mejor amigo y va y le manda un mensaje a Triz —contó algo molesto haciendo que Nora riese.

—Eso se debe a que tengo mejor gusto que tú —dijo Triz con orgu- llo, él puso los ojos en blanco.

¿No se suponía que estaba hablando con Ann?

—Bueno, eso es debatible. —Ante su declaración Triz enarcó una ceja y él señaló su pelo—. ¿Quién tiñe su pelo de blanco?

—Claramente una persona que sabe que existen más colores a parte del negro —respondió Triz señalando su vestimenta, que consistía en unos vaqueros negros y una camiseta negra con letras azules.

—Punto para Triz —anunció Ann con emoción, él entrecerró los ojos y miró a Triz mientras ella hacía el signo de la victoria.

—¿Has mirado tu móvil? —preguntó Nora, por lo que apartó la mirada de Triz.

Metió la mano en el bolsillo y sacó dos teléfonos completamente empapados. Mierda, había olvidado que también tenía el de Nora.

Trató de encender el suyo, pero no funcionó, al igual que el de Nora.

 

—¿Crees que funcionaría lo de meterlos en arroz? —curioseó diver- tido, Nora se encogió de hombros y lo miró.

—Si no lo hace, me debes un móvil —anunció Nora con media sonrisa, él asintió y miró de reojo a Kyle, que estaba siendo examinado por Marian.

—Kyle, cariño, ¿cómo te encuentras? Es el segundo golpe que te llevas en la cabeza en tan poco tiempo —preguntó Marian con ternura mientras le examinaba la cabeza al castaño.

—Bien, no me duele mucho —murmuró Kyle; Marian le lanzó una mirada significativa y escuchó a Nora reír.

—Fue sin querer —repitió ofendido y cruzándose de brazos, pero nadie pareció creerlo.

¡Maldita sea!

Hablaba en serio. Cuando cayó el avispero le pegó una patada por cuestión de supervivencia, nunca pensó que fuera a aterrizar sobre la cabeza de Kyle. ¡No era su culpa! Su cabeza era como un jodido imán para los objetos, él no era responsable de eso.

—Acabo de hablar con Dan —anunció Triz con solemnidad, luego fijó la mirada en él y Nora—. Quiere que vayamos a su casa en cuanto salgamos del hospital, ¡ah!, y dice que dejes de tirar cosas sobre la ca- beza de Kyle.

—¡Que fue sin querer! —protestó molesto.

—¿Otra vez aquí?

Levantaron la mirada y se encontraron a Gabriel sonriéndoles. El padre de José era un hombre sencillo y muy amable; físicamente se parecía bastante a su hijo, cabello castaño y ojos café, pero su rostro estaba más marcado y era más cuadrado. Vestía unos vaqueros y una camisa azul y cargaba una bolsa de plástico. Pasó la mirada de unos a otros y cuando vio a Nora le guiñó, haciendo más notables sus arrugas.

—Debería llamar a José y decirle que estás aquí; estaba preocupado porque le lanzabas libros a Matt —contó Gabriel con simpatía—. Dijo que solo podías lanzarle libros a él y luego se fue a buscarte a la biblio- teca junto a Evan.

—Mira lo que conseguiste —lo regañó Nora mientras él se reía     a carcajadas.

 

—¿Qué? Yo no hice nada —se defendió divertido, Nora entrecerró los ojos y lo miró mal—. Solo le dije que me lanzabas libros, que era exactamente lo que hacías en ese momento.

—Hay días que te mataría —murmuró Nora quitándole la toalla de las manos para ponérsela alrededor del cuello.

—Será mejor que llames tú a José, en cuanto le diga que estás en el hospital se pondrá histérico. No sé a quién se parece en eso. —Inme- diatamente todos los presentes miraron a Gabriel.

—Sí, me pregunto a quién se parecerá nuestro hijo —dijo Marian sin poder borrar una sonrisa divertida de su rostro; Gabriel se encogió de hombros antes de volver a mirarlo con interés.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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